Es posible que en estos días haya recibido uno o dos audios alarmantes por WhatsApp. El primero se supone que es de una pediatra del Hospital Universitario La Paz; el segundo, de una radiologa intervencionista del Hospital Universitario 12 de Octubre. Los dos llegan en cadenas o grupos de WhatsApp y siempre se supone que vienen de un conocido no identificado de alguien. La realidad es que las voces de ambas narradoras -que en ningún momento se identifican- son sospechosamente parecidas y también lo son sus predicciones apocalípticas.
Algunas se desmienten por sí solas. En el primer caso, la pediatra de La Paz afirma: "Los contactos evidentemente son exponenciales, o sea, una progresión geométrica, o sea, que se va a desbordar el hospital". Se trata de una idea que no se cansan de desmentir los epidemiólogos, que recuerdan que lo normal es que la curva de nuevos diagnósticos suba, se estabilice y comience a bajar, aunque no se sabe cuándo. En el segundo audio, se afirma que las plantas octava, novena y décima del Hospital 12 de Octubre están llenas de aislados, parte de ellos personal sanitario, algo que parece realmente complicado de ocultar a los medios, como sugiere la narradora.
Más allá de la dudosa veracidad de estos y otros audios difundidos por WhatsAp -la Consejería de Sanidad de Madrid- ha desmentido otro que circula y se atribuye al jefe de Cardiología del Gregorio Marañón-, algo subyace en ellos que sí es cierto.
Existe preocupación sobre la capacidad de los hospitales y, en concreto, de sus unidades de cuidados intensivos (UCIs) para acoger al creciente número de infectados por el coronavirus SARS-CoV-2, el nuevo patógeno detrás de la COVID-19. Aunque la gran mayoría de los infectados por el virus está en estado leve, es indudable que el SARS-CoV-2 puede enviar a su huésped a la UCI o incluso matarlo, como ha hecho en España con 36 personas y con muchas más en el resto del mundo.
Falta de información
En el Hospital Universitario Ramón y Cajal hay, según ha podido saber EL ESPAÑOL, tres pacientes en estado crítico y 22 ingresados con distinta gravedad. En el Hospital Universitario La Paz se sabe que hay aproximadamente 70 ingresados y no hay datos de cuántos de ellos están en las UCIs.
Existe, por lo tanto, falta de información, como confirma a este diario Ángela Hernández, vicesecretaria general de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid (Amyts)."Sabemos que estamos en una situación preocupante, sobre todo porque no están dando información; seguramente lo hagan por evitar la alarma, pero lo que están haciendo es crearla", apunta.
Eso sí, lo que sí cree Hernández es que ahora mismo las UCIs son suficientes, pero lo que preocupa es "lo que pueda suceder" aunque, aclara, "no tiene que seguir el crecimiento exponencial". En medio de rumores sobre ampliaciones de UCIs, esta médica cree que si esa curva de casos sigue subiendo mucho más tiempo puede llegar a tenerse que llevar a cabo un triaje con los pacientes de COVID-19. En otras palabras: decidir quién ingresa en la UCI y quién no. "Es algo que se hace en la UCI continuamente", explica la sanitaria. Lo que no sería tan habitual es que se hiciera con una patología concreta.
Primera línea
En el Hospital Ramón y Cajal ya se han registrado cambios en el funcionamiento de estas unidades. En este centro, según confirman fuentes solventes a EL ESPAÑOL, los pacientes críticos de COVID-19 son ingresados en las unidades más modernas de cuidados intensivos, la unidad de cuidados críticos postquirúrgicos (UCQ). Esto supone que se dejen de utilizar estas instalaciones en otros pacientes críticos que las necesitarían, que se han derivado a las otras UCIs del centro.
Sin embargo, aunque existe preocupación lógica sobre el posible colapso de las UCIs, lo que más preocupa son los sanitarios en primera línea, aquellos que trabajan en Urgencias hospitalarias y en el SUMMA 112. "La gente está muy cansada, hay agotamiento", subraya Hernández.
Además, cada vez son más los profesionales médicos y de enfermería que se convierten en casos posibles y que son enviados a casa en aislamiento, lo que lleva a Amyts a una conclusión lógica: hacen falta más contrataciones. Pero las condiciones no convencen. Como ejemplo, esta experta cita que cuando Madrid decidió reforzar las unidades móviles para tomar muestras a domicilio a posibles casos -con cuatro unidades más compuestas de médico, enfermero y conductor-"sólo se presentó uno". En la profesión médica no hay paro y la gente prefiere marcharse al extranjero u otras opciones antes que un contrato temporal y mal pagado.
De momento, denuncia Hernández, se están tomando medidas como mandar a los residentes que han de rotar por distintas plantas a Urgencias. Eso sí, la médica se deshace en halagos ante estos profesionales: "Están echando el resto".
Desde Amyts creen, como otros muchos sectores, que se está yendo por detrás en la aplicación de medidas drásticas y pide que, en lo que afecta a la profesión, se hagan cambios ya. "Pedimos que las autoridades sanitarias no esperen a que se agoten los profesionales". Una posible solución: posponer todas aquellas operaciones que no sean urgentes -prácticamente, limitarse a hacer cirugías oncológicas-. "Es dolorosa, pero nos daría unas cifras más tranquilizadoras", concluye.
El director médico del Hospital Universitario Ramón y Cajal, Agustín Utrilla, admite que el aplazamiento de operaciones no urgentes tendrá consecuencias en las listas de espera. Este centro hospitalario ha hecho un gran esfuerzo en los últimos cinco años, periodo de la actual dirección médica: pasó de 10.000 operaciones pendientes a 4.000. "Cuando pase esto, continuaremos con el esfuerzo", explica a este periódico.
La contratación de médicos en estas condiciones sería también, sin duda, una buena solución, pero las condiciones económicas de las mismas también tendrían que mejorar, como señalan tanto sindicatos como responsables de la administración sanitaria.