La Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) ha publicado un documento sobre el uso de los nuevos test que se quieren incorporar a la práctica clínica española para poder detectar todos aquellos casos de COVID-19 que no se han diagnosticado.
Según traduce del lenguaje científico para EL ESPAÑOL Julio García, portavoz de la sociedad médica, las pruebas con un segundo tipo de test rápidos, tras el frasco de los de Bioeasy, tampoco han dado buenos resultados, y han demostrado en los estudios para validarlas una sensibilidad inferior al 50%.
El microbiólogo no sabe de qué marca son y reitera que en ningún caso están en el mercado, sino que están siendo validados. Este diario ha preguntado al Ministerio de Sanidad sobre el número de test afectados y la marca, pero al cierre de este artículo no había recibido respuesta.
La Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) fue la primera en dar la voz de alarma sobre los kits rápidos de detección del coronavirus Sars CoV-2 comprados por Sanidad. En un documento, y sin nombrar a la compañía, compartía un dato preocupante: que la sensibilidad de estas pruebas en los test de validación que se estaban haciendo era inferior a un 30%.
El Ministerio de Sanidad confirmó después que se trataba de los test de la compañía Bioeasy, con autorización para vender en España -al tener marcado CE y, por lo tanto, el visto bueno europeo-, que habían fallado en las pruebas previas a su comercialización. Lo demás -el baile de cifras de pruebas erróneas- ya es historia, y se supone que Bioeasy va a mandar unas pruebas nuevas que, esta vez sí, funcionarán.
En el informe que hizo saltar la alarma, la SEIMC ya hablaba de estos segundos test rápidos, que diferían de los primeros en que, al contrario que estos, que se leen como un test de embarazo, se leían de otra manera. "Existen otros formatos ya adquiridos en España que requieren de otro tipo de lectura -fluorescente, que implica la utilización de una máquina- que 'están pendientes de ser evaluados", rezaba el primer documento.
Bien, pues es esa evaluación la que no ha resultado tan buena como se esperaba, aunque tampoco tan mala como los anteriores test rápidos de Bioeasy. Aunque no se conoce la empresa ni el número distribuido, sí se puede deducir que no se trata de los adquiridos en China tras la compra masiva del Ministerio de Sanidad, ya que el documento se publicó el 24 de marzo, cuando ni siquiera se había llegado a este acuerdo.
Así pues, la SEIMC sigue optando por recomendar los test más lentos que se hacen con la PCR, pero advierte de un problema adicional: existe un desabastecimiento a nivel mundial de los reactivos que se utilizan para llevar a cabo las PCR -desde enzimas a soluciones minerales- y el aumento desorbitado de casos que se está viviendo en EEUU hace temer lo peor: muchas de las empresas fabricantes de estos reactivos son estadounidenses y se cerrarán para su propio mercado.
¿Y los que vendrán?
García no se atreve a pronosticar si los nuevos test comprados por el Gobierno a China tendrán esta misma sensibilidad. Lo único asumible es que la tenga del 70% o superior, si no no van a solucionar el problema existente actualmente: poder hacer test fiables a las personas con pocos síntomas que no están hospitalizadas.
"El elevado número de kits para detectar antígenos o anticuerpos hace que
probablemente exista una elevada variabilidad en cuanto a indicadores de sensibilidad,
especificidad, valor predictivo positivo y negativo", se lee en el documento.
Según García, eso sí, este segundo fracaso no es necesariamente culpa de los gobiernos -se han dado casos similares en otros países- sino a la situación de "compra desenfrenada" que se está viviendo en todo el mundo a raíz de la pandemia de COVID-19. "Se compran rápido para no quedarse sin ellos y, una vez adquiridos y antes de ponerlos en el mercado se valida. Esto es algo que la SEIMC hace con todos los procedimientos que va a incluir en la práctica clínica".
Desde el principio se sabía que este tipo de test tenían una utilidad limitada, pero son necesarios porque con las PCR, por muchos laboratorios que estén preparados para hacerlas, no se da abasto.
Otras soluciones
Sin embargo, el documento habla de un tipo de test que sí tendrá utilidad, los llamados serológicos, que miden la presencia de anticuerpos en sangre. Los otros se fijan en los antígenos. En este caso, para llevarlos a cabo hace falta una pequeña punción en el dedo.
El problema de estas pruebas es que no se pueden hacer a las personas que llaman al médico porque tienen síntomas de la COVID-19, ni siquiera a los que van a Urgencias porque se sienten repentinamente muy mal. "En la fase precoz de la enfermedad, durante los primeros 5-6 días de iniciarse la sintomatología la respuesta inmunitaria es escasa, con un tiempo medio a los 11 días", afirma el nuevo documento.
Sin embargo, sí servirán para dar el alta a pacientes, para calcular correctamente de una vez por todas la tasa de mortalidad de la COVID-19 en España y, sobre todo, poder saber en un futuro -cuando los casos hayan disminuido muchísimo- quien y quien no ha pasado la enfermedad.
Entonces, ¿no hay nada que se pueda hacer para mejorar la situación actual? Más allá de esperar a que los 5,5 millones de test rápidos que España ha comprado a China y que se entregarán entre marzo y abril tengan una mayor sensibilidad y que ocurra lo propio con la remesa nueva que mande Bioeasy, existe otra esperanza.
Son las llamadas técnicas de PCR rápidas, que ya hay empresas que están fabricando y que empezará pronto a servir a hospitales españoles para que las validen. Esta prueba se hace un muy poco tiempo y realmente podría aliviar la presión de los laboratorios, siempre que otros países no se queden con todas las producidas.