Aunque la epidemia del coronavirus haya cobrado el máximo protagonismo estas semanas, la vida en los hospitales continúa. Parece que poco a poco se está recuperando la normalidad para atender el resto de enfermedades que habían quedado relegadas a un segundo plano. Entre ellas, el cáncer, que supone la segunda causa de muerte en España y una patología muy frecuente entre la población: este año habrá al menos 277.000 nuevos casos, según estima la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
En el contexto actual, donde se ha priorizado la atención sanitaria a los pacientes de coronavirus, tanto los centros sanitarios como los pacientes en tratamiento oncológico, y aquellos pendientes de diagnóstico, han tenido que adaptarse a este nuevo escenario para evitar cualquier riesgo para su salud.
Desde el inicio del estado de alarma, los centros sanitarios han reducido el número de visitas presenciales y extremado las medidas de higiene en las consultas para evitar contagios entre los pacientes oncológicos, de especial riesgo por inmunosupresión. Estos, además, ante cualquier síntoma o malestar, deberán contactar con el servicio de oncología de su centro y “acudir a urgencias en caso de presentar fiebre, independientemente de otros síntomas, para valorar adecuadamente su situación, valorar la necesidad de pruebas, tratamiento específico o ingreso hospitalario”, según establecen las indicaciones del Ministerio de Sanidad.
¿Cómo se organizan ahora los tratamientos?
Se ha dado prioridad a los pacientes de Covid-19 en prácticamente todos los centros hospitalarios, especialmente en las unidades de urgencias y cuidados intensivos, lo que ha motivado retrasos en el diagnóstico y el tratamiento de muchas otras patologías, señalan los expertos, aunque “es probable que a lo largo de las próximas semanas se vaya normalizando la actividad en los hospitales para el diagnóstico y tratamiento de nuestros enfermos”, comenta el doctor Joan Carles Galcerán, especialista y coordinador del Instituto Oncológico del Centro Médico Teknon de Barcelona.
Es por ello que los hospitales han tenido que reorganizarse para poder seguir atendiendo a enfermos de otras patologías sin poner en riesgo su salud y continuando, en la medida de lo posible, con los tratamientos oncológicos. En estos casos, cada oncólogo, que “es un poco el médico de cabecera para los enfermos de cáncer”, apunta el doctor Carles, ha tenido que evaluar el riesgo-beneficio de los tratamientos. “Se les debe explicar que en la actual coyuntura ciertos tratamientos pueden desencadenar situaciones de riesgo, que no vienen determinadas por el tratamiento en sí, sino por la situación de los recursos sanitarios” y tomar un decisión consensuada con el paciente.
A pesar de las dificultades, se ha tratado de no aplazar demasiado los procedimientos habituales en el diagnóstico y tratamiento del cáncer. El doctor Jesús García-Foncillas, director del Instituto Oncohealth del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, explica que en su centro se han mantenido “circuitos paralelos para pacientes Covid positivos y pacientes sin infección viral que necesiten pruebas y tratamientos que no puedan dilatarse en el tiempo”.
Así, en este centro han procurado “reducir las visitas que no sean fundamentales, hemos modificado algunas pautas de seguimiento utilizando plataformas informáticas que nos permiten llevar a cabo consultas no presenciales y control de síntomas a través de videoconferencia con el paciente”. Para aquellos que se encuentren en tratamiento activo también se ha planteado un “testing continuo para identificar posibles portadores asintomáticos y evitar los contagios dentro de las unidades de tratamiento”.
En el Centro Médico Teknon de Barcelona han seguido una estrategia similar, con las unidades de personal haciendo rotaciones semanales, minimizando las pruebas radiológicas y reduciendo las visitas presenciales. “Solamente se han administrado aquellos tratamientos que se han considerado indispensables para la buena salud de nuestros enfermos”. Asimismo, tomando precauciones adicionales, a todos los enfermos que acudían se les tomaba la temperatura al llegar, se les ofrecía una mascarilla si no la llevaban y se procedía a la administración de solución hidroalcohólica antes de entrar en consultas”, resume Carles.
Recuperar la normalidad
Los especialistas, en general, muestran optimismo: “La mayoría de pacientes en tratamientos de radio o quimioterapia han podido complementar sus tratamientos sin más, aunque muchas intervenciones quirúrgicas hayan tenido que reprogramarse”, explica el doctor Raymond Miralbell Izard, director médico del Centro de Protonterapia Quirónsalud, el primero de sus características en España, que comenzó a tratar pacientes con esta potente técnica a finales del año pasado y ha seguido con su actividad asistencial “manteniendo unas máximas medidas de seguridad”. Según Carles, en el Centro Médico Teknon, por ejemplo, en algunos casos donde la cirugía no se haya podido llevar a cabo “hemos podido implementar tratamientos de radioterapia que puedan ofrecer resultados similares o bien iniciar tratamientos de quimioterapia para retrasar el tratamiento quirúrgico”.
Puesto que la cirugía es el tratamiento de elección en más de la mitad de los casos de cáncer, estos retrasos tendrán repercusión “en el inicio de los tratamientos complementarios de radio o quimioterapia indicados y la presión asistencial aumentará”, asegura Miralbell, por lo que habrá que estar preparados para cuando esto suceda.
La reestructuración de los centros sanitarios durante la epidemia ha supuesto un enorme esfuerzo “en la programación de los procesos oncológicos, sopesando meticulosamente los riesgos de infección”, concluye García-Foncillas. Ante todo, el objetivo siempre ha sido continuar con los procesos de diagnóstico y terapéuticos sin poner en riesgo el pronóstico de la enfermedad y recuperar, cuanto antes, la normalidad.