La hidroxicloroquina ha sido, hasta la fecha, el fármaco sobre el que más esperanzas se habían depositado para el tratamiento del coronavirus Sars-CoV-2. El nombre de este medicamento, que se utiliza en el tratamiento de la malaria, empezó a popularizarse a mediados de marzo, cuando Donald Trump anunció vía Twitter que su utilización junto con azitromicina (un antibiótico) podría cambiar "la historia de la medicina", y que iba a acelerar su investigación como tratamiento contra el COVID-19.
Sin embargo, el primer gran estudio realizado sobre la eficacia de la hidroxicloroquina y de su hermana mayor, la cloroquina, en el tratamiento del coronavirus tira por tierra cualquier atisbo de esperanza. Según el trabajo, que acaba de ser publicado en la prestigiosa revista The Lancet, "el tratamiento con cloroquina o con su análogo hidroxicloroquina (tomado con o sin los antibióticos azitromicina o claritromicina) no ofrece ningún beneficio para los pacientes con COVID-19".
Lo cierto es que, pese a la locura inicial, el globo de la hidroxicloroquina se ha ido desinflando conforme ha ido avanzando la investigación. A mediados de marzo, una carta publicada en la revista Nature por investigadores chinos recordaba que este fármaco podría ser menos tóxico que la cloroquina, y que convenía tenerlo en cuenta como posible alternativa para el tratamiento de pacientes. Así, poco después, un ensayo clínico publicado en un repositorio de artículos sin revisar aseguró que la combinación de hidroxicloroquina con azitromicina curaba al 100% de los pacientes tras un tratamiento de seis días.
Pero poco duró la alegría. A mediados de abril, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) salió a la palestra para recordar que tanto la cloroquina como la hidroxicloroquina podían tener efectos secundarios muy graves, provocando alteraciones del ritmo cardiaco. Poco después, otro trabajo con cloroquina publicado en otro repositorio de estudios sin revisar volvía a advertir de que el fármaco podía causar problemas graves de ritmo cardiaco en dosis altas o en combinación con estos antibióticos.
Ahora, con el estudio publicado en la revista The Lancet, que ha analizado los datos de casi 15.000 pacientes con COVID-19, llega un nuevo 'rejonazo' a la hidroxicloroquina y a la cloroquina. Según los investigadores, el tratamiento con estos medicamentos, ya sea solos o en combinación con los antibióticos anteriormente citados, no sólo no es eficaz, sino que se relaciona con un mayor riesgo de complicaciones graves en el ritmo cardíaco de estos pacientes y con mayores tasas de mortalidad.
"Éste es el primer estudio a gran escala que encuentra evidencia estadísticamente sólida de que el tratamiento con cloroquina o hidroxicloroquina no beneficia a los pacientes con COVID-19", explica en una nota de prensa Mandeep R. Mehra, autor principal del estudio. "Nuestros hallazgos sugieren que puede estar asociado con un mayor riesgo de problemas cardíacos graves y un mayor riesgo de muerte. Los ensayos clínicos aleatorios son esenciales para confirmar cualquier daño o beneficio asociado con estos agentes. Mientras tanto, sugerimos que estos medicamentos no deben usarse como tratamientos para COVID-19 fuera de ensayos clínicos", añade.
En España, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, se ha pronunciado en distintas ocasiones sobre el tratamiento con hidroxicloroquina. Así, el pasado martes advertía de que la toma de este medicamento podría estar recomendada para algunos colectivos con alto riesgo de contagio pero sólo durante un tiempo determinado porque no es "inocua". Este mismo viernes ha vuelto a ser preguntado a este respecto y ha vuelto a explicar que no cree que haya que dejar de utilizarla, pero sí tener mucho cuidado en la dosis y en la población en la que se administra.