A pesar de no estar recomendado por Sanidad, muchas empresas españolas han hecho test de anticuerpos a sus empleados. La mayoría-hay que recordar que la prevalencia del virus en España apenas supera el 5%, según el estudio EneCovid- ha dado anticuerpos negativos al coronavirus Sars CoV-2, pero un porcentaje ha recibido un positivo a los anticuerpos IgG en sus pruebas.
Aunque todavía no se sabe la duración de la protección, se supone que este resultado puede dejar algo más tranquilo a quien lo tiene -sobre todo si no ha tenido enfermedad grave- ya que implica que el virus no podrá volver a infectarlo, ya que los anticuerpos neutralizantes lo impedirían. Pero, hasta ahora, todo eran especulaciones sobre cuánto tiempo duraba ese salvoconducto.
Ahora, un estudio publicado en Nature Medicine pone fecha a esa duración y los datos no son los esperados. Según el trabajo, llevado a cabo, eso sí, con una muestra muy pequeña de pacientes, para casi la mitad de los infectados los anticuerpos podrían mantenerse en la sangre sólo durante dos o tres meses, algo que afectaría especialmente a las personas que estuvieron infectadas pero no mostraron ningún síntoma, los famosos asintomáticos.
Los anticuerpos de otros coronavirus, incluyendo el SARS y el MERS, se cree que duraban al menos un año, por lo que la ciencia esperaba que algo similar ocurriera con el Sars CoV-2.
Los investigadores de la Chongqing Medical University (en China) compararon a dos grupos de 37 personas que habían sido infectadas por el coronavirus: uno de ellos sin desarrollar síntomas y, el otro, enfermando de Covid-19.
Ya desde el principio se vieron las diferencias. El nivel de anticuerpos durante la infección era mucho más bajo en los asintomáticos que en los que presentaban síntomas pero, además, duraban menos.
Además, se observó que los asintomáticos eran transmisores del patógeno durante más tiempo que los que sufrían síntomas. En concreto, los enfermos podían contagiar durante una media de 14 días mientras que los sanos lo transmitían durante 19 días.
Esto señala que cada vez es más importante poder detectar el virus en personas asintomáticas, cuyo aislamiento sería clave para evitar la expansión de la enfermedad.
Pero con respecto a la duración de los anticuerpos, el estudio puso de manifiesto que las cosas también cambian entre asintomáticos y sintomáticos. En concreto, tan sólo ocho semanas después de estar curados de la infección -dar dos PCR negativas-, los anticuerpos neutralizantes habían disminuido a niveles indetectables en un 81% de las personas asintomáticas.
La mala noticia: también lo había hecho en un 62% de los pacientes con síntomas. Los que no los tenían mostraban también niveles más bajos de ciertas citoquinas antiinflamatorias y proteínas señalizadoras, lo que indica que, en general, mostraban una respuesta inmune más débil ante el virus.
Todo esto lleva a los autores a concluir que es previsible que en futuras oleadas del virus -y mientras no dispongamos de una vacuna- la inmunidad entre las personas que ya se han infectado pueda ser mucho menor, aunque existen datos que podrían salvar esta situación.
Es la llamada inmunidad celular, la manera en la que el cuerpo se protege del virus sin desarrollar anticuerpos y que puede ser responsable de que muchas personas no se hayan contagiado a pesar de estar en contacto estrecho con infectados.
Sin embargo, nada es sencillo con el nuevo coronavirus y, casi al mismo tiempo que se publicaba este estudio, la revista Nature se hacía eco de otro trabajo que sugería que incluso niveles bajos de anticuerpos podrían proteger de una segunda infección por el patógeno.
Aunque parecen informaciones contradictorias no lo son y ambos estudios apuntan en una misma dirección: un rechazo a los llamados pasaportes de inmunidad, que a día de hoy parecen decir poco sobre lo protegida que está una persona frente al Covid-19.