Es el mayor miedo de los españoles y está más que justificado. Hace menos de dos meses que se derogó el estado de alarma implantado el 14 de marzo y la cantidad de brotes de Covid-19 en el país -este lunes había 560 activos- hacen temer que el Gobierno tenga que poner encima de la mesa de nuevo esta propuesta. "¿Nos encerrarán otra vez?", es la pregunta que se escucha en todas las conversaciones.
El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, contestaba en su última comparecencia pública a la misma con una frase tranquilizadora solo a medias: "No es algo que sea inminente", para aclarar después que, de producirse, no tendría por qué ser igual que la última vez ni las condiciones para declararlo "tendrían que ser la mismas", dando un mensaje quizás a los que comparan cifras actuales y de marzo sin tener en cuenta los avances en la realización de pruebas PCR, que permiten detectar muchos más infectados asintomáticos.
Las tres circunstancias
Sin embargo, el epidemiólogo reconocía que la idea del estado de alarma "nunca ha dejado de estar sobre la mesa" pero que, lejos de ser una posibilidad actual real, se tendrían que dar tres circunstancias para que se concretara; tres circunstancias que tampoco cuantificó pero si permiten hacerse una idea de cómo tendrían que ir las cosas para que el país se volviera a confinar.
La primera es que haya un grado alto de transmisión comunitaria. En este caso, Simón no dijo qué se considera un número elevado de infectados de los que no se localiza su origen, pero según los datos la situación podría asemejarse bastante a la que se vive actualmente en Zaragoza, capital de Aragón.
La segunda es que ese alto grado de transmisión comunitaria afecte a gran parte del territorio nacional. Aunque existe un gran número de brotes activos de Covid-19, 560 este lunes, estos son totalmente desiguales, siendo las comunidades autónomas de Cataluña y Aragón las que más preocupan en este momento.
De hecho, Simón confirmaba que había 12 provincias en fase ascendente, mientras que en el resto "había estabilidad o iban descendiendo los brotes". Obviamente, 12 de 57 no es una mayoría del territorio nacional.
La última condición que citó el director de CCAES es que las comunidades autónomas afectadas por las condiciones anteriores no sean capaces de poner en marcha las medidas suficientes para controlar los brotes. "Un brote no tiene que implicar un cierre", comentó Simón.
De hecho, el experto aclaró que "va a seguir habiendo brotes" y que hay que aprender a convivir con esta situación tomando medidas, que han de ser más importantes en Barcelona y Madrid "donde siempre es mejor excederse".
Medidas para evitarlo
El portavoz de la portavoz de la Sociedad Española de Epidemiología Joan Caylà explica a EL ESPAÑOL que, efectivamente, si se dieran las tres circunstancias citadas por Simón volver a implantar un estado de alarma "sería una posibilidad", pero insiste en que hay que hacer "todo lo posible" para evitar o prevenir un nuevo confinamiento.
A su juicio, existen una serie de medidas con demostrada eficacia para ello, algunas poblacionales y otras que dependen de las autoridades sanitarias.
Entre las primeras, cita el uso de mascarillas, el mantenimiento de una distancia física de al menos dos metros y una correcta y frecuente higiene de manos. Pero cree que estas repetidas indicaciones no son suficientes.
Así, el experto resalta que hay que seguir las cuarentenas prescritas por los médicos de forma estricta y evaluar dicho seguimiento, apuntando incluso a la posibilidad de llegar a poner multas si se descubre que no se está cumpliendo.
También cita medidas como evitar los botellones y lanza un aviso a los jóvenes que participan en ellos: "La gente tiene que pensar en su futuro profesional, en que está situación puede hacer que les resulte difícil encontrar trabajo". Aunque existen leyes frente a estas reuniones, Caylà cree que han de ser muy estrictas y que Salud Pública evalúe si se cumplen.
Respecto a las medidas que han de implantar las autoridades sanitarias, destaca sobre todo el diagnóstico precoz y también otra medida menos conocida, como actuar con los casos sospechosos antes de que se haga la PCR.
También cree que hay que mejorar la coordinación entre salud pública y atención primaria pero que, para ello, es imprescindible mantener un nivel adecuado de profesionales y que, por ejemplo, se sustituya a los profesionales que se vayan de merecidas vacaciones.
Es muy importante evaluar la cobertura del estudio de contactos -desglosando entre convivientes y no convivientes, más difíciles de trazar-, así como la rapidez con la que éste se lleve a cabo, señala el epidemiólogo, que concluye con un mensaje contundente: "Todo el mundo debe esmerarse en priorizar estas medidas".