La Covid-19 hace tiempo que demostró que no le importa mucho a quién vota la gente. Ataca por igual a personas de distinto color político y, vista la gestión de la pandemia con el mando único y posteriormente a través de las comunidades autónomas de diferente signo, parece que tampoco le importa mucho quién gobierna. Así, las cifras continúan aumentando a la vez que, paradójicamente, lo hace el uso de mascarillas e incluso los confinamientos selectivos. ¿Estamos ante una enfermedad imparable?
La respuesta es no o al menos no para un grupo de expertos de primer nivel -entre los nombres más conocidos el veterinario Juan José Badiola, el catedrático de Medicina en el Mount Sinai Hospital de Nueva York Adolfo García Sastre, el inmunólogo Alfredo Corell, el economista Miguel Sebastián y el director científico del Instituto de Investigación de La Paz, Eduardo López-Collazo ,entre otros - que se han atrevido con un documento de consenso en tiempos en los que el consenso brilla por su ausencia.
El mismo, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, responde a la pregunta "¿Es posible optimizar la estrategia en la lucha contra el virus de la Covid-19 en España?" y su lectura deja claro que, si no lo es, al menos queda mucho por intentar para mejorarla. Se trata de una estrategia integral, elaborada por científicos en el más amplio sentido de la palabra y que elude por completo la crítica para centrarse en la acción.
Y las propuestas son concretas y están basadas en la evidencia científica ya que se acompañan de más de 50 referencias a artículos científicos publicados en todo el mundo a fecha de hoy sobre la pandemia y su manejo.
Además, lo que se pide no suena a algo inalcanzable sino sólo a buena gestión. Hacen faltan recursos, claro -y esa parte se tendrá que especificar en un futuro- pero aquí no importa tanto quién los maneje sino a qué han de dedicarse. Y como muestra, un botón: en España hacen falta alrededor de 11.750 rastreadores [no son tantos, pero la distribución es importante], los profesionales tienen que sumarse a los que ya hay -no se contempla utilizar a los preventivistas de hospitales u otras entidades- y todos tenemos que arrimar el hombro en la lucha contra la enfermedad; por ejemplo, en determinada fase del avance, serán los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado lo que se encarguen de hacer PCR masivas si hace falta.
El documento de consenso se divide en cinco recomendaciones clave: sobre uso de la mascarilla, distanciamiento e higiene de manos, sobre detección precoz, sobre uso de tecnología, sobre realización de pruebas PCR y sobre actividades complementarias de prevención de la infección.
¿Siempre con mascarilla?
"Mientras haya focos de transmisión comunitaria en toda España, la mascarilla debe ser universal, con la obligación de llevarla en cualquier espacio público, incluido la calle aunque la distancia entre personas sea superior a dos metros", reza el inicio de la explicación de recomendación número 1.
Pero eso ya lo sabemos y aquí se trata de mejorar, de involucrar más a la gente en la prevención de la Covid y eso a veces incluye matizar. Así, los autores proponen que si la incidencia acumulada (IA) -los casos diagnosticados de Covid-19 en los últimos siete días por 100.000 habitantes- es menor que diez, la mascarilla sólo sea una recomendación en espacios públicos abiertos donde se garantice una distancia mínima de metro y medio entre personas, mientras que seguirá siendo obligatoria en espacios cerrados y transportes. Este martes, ninguna comunidad autónoma podría optar a este cambio y la que más cerca se quedaría sería Asturias, con una IA de 16,13.
Además de insistir en que hay que seguir incidiendo en mantener de manera preventiva las medidas de bajo coste (higiene de manos y distanciamiento físico), la estrategia recoge -aunque en formato de recomendación- la idea de evitar fumar en terrazas y espacios públicos, como se acaba de hacer en España.
Aguas residuales y test aleatorios
La recomendación número 2 es una de las que más detalladas están en el documento, quizás porque supone un gran cambio con respecto a la situación actual. Ni Gobierno central, ni comunidades autónomas, el protagonismo debe residir en la zona básica de salud, siendo ésta sobre la que habría que implementar recursos, rastreadores y medidas preventivas y correctivas. Sin embargo, la coordinación ha de existir y es una tarea que correspondería a la nueva Agencia Estatal de Salud Pública en cogobernanza con las comunidades autónomas.
Para la detección proactiva y predictiva de casos, los autores inciden en el estudio de las aguas residuales /fecales, algo que debería hacerse "de manera semicontinua". Lo demuestran las experiencia de Valencia y de Zaragoza y ellos quieren que se extienda a todo el país. Y que, además, se acompañen los resultados de otras acciones preventivas y de que se convierta en una suerte de vigilante del cumplimiento de las medidas de confinamiento establecidas.
También es revolucionario el documento en lo que se refiere a la realización de PCRs, que proponen hacer de forma aleatoria en zonas sin claros brotes declarados y utilizar para ello autobuses como los que se usan para la donación de sangre y puestos moviles de rastreo. Estos últimos les sonarán de haberlos visto en fotografías: fueron la norma en un país tan exitoso en el manejo de la pandemia como Corea del Sur.
También habrá que hacer pruebas de forma programada cada 15 días en colectivos especiales, como sanitarios y maestros y tener estrategias precisas para colectivos frágiles, que incluya a temporeros o trabajadores esenciales, por poner sólo dos ejemplos.
Los autores se mojan en el tema del control de los visitantes que entran a España: test PCR en origen antes de admitir a alguien en un avión, que se podría aumentar a gente que entre por la vía terrestre y marítima. Además, y ahí está la mano más científica, se propone secuenciar una representación de los casos positivos para rastrear el origen filogenético de los contagios.
Llegamos a uno de los puntos más debatidos durante la pandemia: los famosos rastreadores. La estrategia pide que haya más, pero no sólo eso. Señala que tienen que depende de cada centro de salud y que han de ser al menos uno para cada 4.000 o 5.000 habitantes, lo que supondría alrededor de 12.000 en toda España que, eso sí, estarían distribuidos de manera heterogénea.
Pide que la labora la hagan dos tipos de personas: voluntarios formados y personal en paro, algo que serviría de estímulo económico para muchos ciudadanos/as en tiempos de crisis. Apunta al importante papel que puede jugar la tecnología, con una aplicación informática de geolocalización de contactos directos de los positivos.
Y la estrategia es muy clara y taxativa en este punto: cualquier positivo ha de ser aislado -en lo que denominan arcas- y sus contactos directos también hasta que se les realice la PCR, aunque apoya retirar el aislamiento si ésta resulta negativa, una medida que sí puede ser polémica. A cambio, estas personas tendrán que avisar mediante una aplicación si en algún momento de los siguientes diez días tuviera síntomas compatibles con la Covid-19.
Mucho más que la 'app' de rastreo
Mientras en España esperamos ansiosos que se ponga en marcha la aplicación radar COVID -ya se puede descargar, pero aún ha de integrarse en los servicios de salud pública de las distintas comunidades autónomas-, los autores de esta estrategia van mucho más allá.
La tecnología puede hacer mucho por el control de la Covid y, para ello, es necesario un sistema que resuelva el reto de integrar, en una plataforma única, todos los datos e información relevante para el control técnico de la epidemia.
Pero también se habla de la app de rastreo, aunque añade a la de Indra algunas características no recogidas en la actualidad, desde una funcionalidad que permita al usuario conocer el resultado de las pruebas realizadas hasta otra que permita a los médicos y administraciones sanitarias acceder a todo tipo de estadísticas en tiempo real. Todo un desafío que, eso sí, nunca invadiría la intimidad personal.
Son muchas las propuestas en este sentido, pero también llama la atención una funcionalidad de control de acceso con escaneo de código QR a locales de ocio nocturnos o restaurantes -una variante práctica del pasaporte inmunológico que se ha demostrado ineficaz- y que la app permita acceder a los últimos resultados serológicos desde cualquier zona del mundo.
Nadie dice que la tarea sea fácil, por lo que los autores propone formar un grupo específico de tecnología frente a emergencias sociosanitarias que sea permanente, ajeno a grupos políticos y centrado en proyectos a largo plazo para afrontar no sólo ésta sino también futuras pandemias.
Tecnología y ejército para las PCR
La recomendación número 4 versa sobre la realización de pruebas PCR y los autores empiezan con un objetivo claro: asegurar la capacidad de realización de estos test y también de los de inmunoglobulinas. Para ello se recomienda adquirir equipos que aseguren tanto que se hagan las pruebas de detección de infección aguda como las de inmunoglobulinas -los llamados test rápidos-.
Pero no se trata de hacer test y más test -aunque sea la petición de la OMS, sino de hacerlos con planificación, al menos en colectivos especiales o en zonas básicas de salud donde se haya superados los indicadores propuestos para cada fase.
Porque esta propuesta integral también habla de fases, en este caso tres. Cada una de ellas está definida por unos indicadores cuantitativos muy definidos en el documento. La primera sería la fase de brotes controlados o casos esporádicos limitados; la segunda, la de brotes complejos o transmisión comunitaria esporádica y la tercera, la de transmisión comunitaria no controlada. Ahora mismo y si nos basáramos en comunidades autónomas y no en áreas de salud como se propone en el documento, todo el país estaría en la fase 3, al menos en lo que se refiere a incidencia acumulada, uno de los principales indicadores.
Y precisamente para esta fase, la estrategia introduce una novedosa propuesta: la activación de un dispositivo de fuerzas y cuerpos de seguridad del estado para la realización de PCRs masivas, que requerirán de la compra o cesión por parte del estado de varias máquinas de PCR, con capacidad de realización de al menos 1.080 pruebas de forma continua por máquina.
Es también para esta fase 3, que los autores bautizan como de "búsqueda y destrucción" para la que los autores proponen la formación de un dispositivo que será liderado por el Ministerio de Sanidad a través del Centro de Coordinador de Alertas y Emergencias Sanitarias, el CCAES.
Desinfección y publicidad
La recomendación número 5 versa sobre actividades complementarias de prevención de la infección. Y ahí se habla de algo tan importante como la limpieza y desinfección de espacios públicos, que debería priorizarse en lugares vulnerables, como residencias, colegios y centros de salud.
Se trata de estudiar bien la concentración de desinfectante, para que sea la adecuada, y aplicar éste en superficies de contacto que deberían identificarse claramente y que incluyen manijas de puertas y ventanas y dispositivos con pantalla táctil, entre otros.
Los científicos autores de este documento son muy conscientes de que hacen falta publicidad y campañas de información y concienciación periódicas. La idea es conseguir el compromiso de la población por encima de la penalización y, para ello, sugieren reforzar especialmente los mensajes a los jóvenes, para lo que se utilizarán las redes sociales y espacios de consulta de información. "Hay que reeducar a los jóvenes en el ocio saludable", destacan.
He aquí el listado completo de los integrantes del grupo de expertos que ha elaborado la estrategia integral: César Carballo -coordinador del grupo, José antonio López Guerrero, Jesús Sánchez Martos, Miguel Sebastian Gascón, Julio Cobo Mora, Alfredo Serrano Moraza, Concha Gómez Vilanova, Yale Tung Cheng, Tomás Villen Villegas, Alfredo Corell Almuzara, Juan Torres Macho, Juan González Armengol, Tato Vázquez Lima, Carmen del Arco, anónimo, Javier Cantón Bailón, Juan José Badiola, Julio Mayol Esposa, Juan Antonio Aguilera Mochón, Esperanza Gómez-Lucía, Cayetano Von Kobbe, Maria Eugenia González Portal, Carlos Guillen Astete, Julian Ezquerra Gadea, Eduardo López-Collazo, Olga Mediano San Andrés, David Jiménez Castro, José Félix Hoyo Jiménez, Rakel Rodríguez Merlo, Adolfo García Sastre, Raquel Bello Morales, Antonio Osuna Carrillo de Álbornoz y Santiago Moreno Guillen.