Los casos se pueden contar de muchas maneras. Eso ha sido un problema desde el primer día y ha dado un juego político en ocasiones desagradable. Una manera de hacerlo, que sería eficaz si los resultados de los tests PCR se conocieran al instante, es contar los detectados en las últimas 24 horas. Esa ha sido la idea de Sanidad desde el 11 de mayo y así se transmitió a las Comunidades Autónomas. El problema es que lo raro ahora mismo es que el resultado de un PCR se comunique en 24 horas. Que ese resultado lo comunique la consejería de turno al Ministerio en tan exiguo margen de tiempo parece directamente un milagro. Lo normal es que en un mismo día lleguen de golpe resultados de distintas fechas y más normal es cuantos más tests se tienen que hacer y más positivos se detectan.
En ese sentido, aunque a Fernando Simón le guste empezar sus ruedas de prensa con la cifra que él eligió como representativa -la del día anterior, en el caso de hoy, 4.503, también la más alta de toda la segunda ola en ese apartado-, parece tener más sentido mirar cuántos casos se han añadido al total, aunque no podamos saber con precisión a qué día pertenecen y en ocasiones sumemos como casos recientes un porcentaje mínimo de resultados que se actualizan incluso de marzo y abril. Esta segunda cifra es este viernes de 10.476 nuevos positivos que van cayendo en los distintos días con mayor o menor retraso según la comunidad que transmita los datos. Como se puede ver en el siguiente gráfico, hay ya días en los que se están fechando en torno a los 11.000-11.500 casos diarios.
A todo esto hay que añadirle la extraña situación de Madrid, Baleares y Cataluña. Algo raro pasa con estas comunidades autónomas porque sus retrasos son más notables. Poco sentido tiene dar como buena la cifra del día anterior si el día anterior Baleares decide meter cero casos nuevos, Cataluña fecha solo 160 de los 1.418 que vuelca en el sistema y Madrid detecta 1.462 en esas últimas 24 horas aunque sume al acumulado hasta 3.245, más del doble sobre una cantidad ya de por sí considerable. A eso hay que sumar las tradicionales acumulaciones que se producen cuando una región -Murcia en este caso- no actualiza a tiempo y tiene que meter en un día los datos de dos.
Por todo ello, es bueno fijarse en las tendencias más que en las cifras concretas. Por desesperante que resulte en los tiempos de inmediatez que corremos, esto no es un juego de ordenador y tarda tiempo en actualizarse. Es normal que así sea. A más tests realizados, mayor trabajo burocrático, técnico y de laboratorio. A mayor trabajo, más tiempo se tarda en tener los resultados. ¿Y cómo es esa tendencia? Bueno, seguimos incrementando un volumen que ya de por sí da susto. Teniendo en cuenta, como decimos, que los datos de los últimos 7 días están muy condicionados por los retrasos en las notificaciones, bueno será irnos a la semana anterior, la que va del 20 al 27 de agosto. Sanidad notifica para esas fechas 55.095 casos, es decir, casi 8.000 diarios, sabiendo que aún caerán más positivos en los próximos días porque quedan aún resultados por comunicar.
Ahora bien, incluso con retrasos, es innegable que la meseta está muy cerca. Hablamos de incrementos en torno al 15-20% semanal. El problema es que septiembre se nos ha echado encima y con ello, los colegios, las oficinas, los espacios cerrados huyendo del frío y ese largo etcétera llamado otoño. Nadie esperaba una segunda ola en agosto. Nadie ha tenido, salvo España, una segunda ola en verano, o desde luego no una de esta magnitud. ¿Qué nos espera en septiembre? Difícil saberlo. Lo normal es que las comunidades que reciben más turismo reduzcan su incidencia pero que ésta aumente en los grandes núcleos de población, con mayor densidad.
Lo más probable es que en los próximos días, si no hay sorpresa con los citados retrasos -¿cómo contar lo que aún no existe?- sigamos tendiendo a la estabilidad. Y después, la cosa se dividirá como hemos dicho, y en algunos sitios más vale que se pongan las pilas con esto porque se puede disparar sobre una base que ya no es de 10 casos por 100.000 habitantes sino de casi 500 casos. Mirar los ingresos hospitalarios con complacencia porque las altas impiden aún el colapso supone abandonar la tarea principal de estos días: hay que parar las cadenas de contagio o tarde o temprano esos casos serán más graves, llegarán a colectivos de más riesgo y necesitarán más camas y durante más tiempo.
También conviene olvidar la idea de que "ahora el virus no mata". Sanidad, que siempre va con retraso, ha actualizado hoy de golpe su serie, metiendo 184 fallecidos de golpe y cifrando en 485 las muertes en dos semanas. Las comunidades ya dieron en agosto más de 1.200 muertes conjuntas. Que no paren un país no quiere decir que sean pocas. Y en septiembre ya sabemos, hagamos lo que hagamos, que serán más. El virus nos ha vuelto a pillar en calzoncillos y no será que esta vez no veníamos avisados.