La realización de pruebas PCR no es una novedad en la medicina, aunque sí es la primera vez en la historia que tanta gente conoce su uso. De hecho, la forma mediante la cual se recoge una muestra de fluido nasal y faringeo no es la prueba en sí, sino que dicho procedimiento se conoce como "frotis de exhudado" y ya se usaba comúnmente antes de la aparición del nuevo SARS-CoV-2 para detertar otros posibles microorganismos existentes en la garganta o la nariz. La PCR es un procedimiento de diagnóstico genético.
Ahora bien, la parte más conocida de todo el proceso y de la que más se habla suele ser precisamente la recogida de la muestra, donde se usa un hisopo nasal, es decir, el bastoncillo que se introduce en la garganta y ambas fosas nasales (por separado, por supuesto). Si bien el procedimiento puede ser molesto, raramente produce dolor.
Aún así, siempre es posible que se produzcan situaciones raras, muy raras o extremadamente raras. Y es precisamente en este último grupo donde podría catalogarse el caso de una mujer originaria de Estados Unidos, la cual sufrió una fuga de líquido cefaloraquídeo tras someterse a una recogida de muestra por sospecha de COVID-19.
El caso, único en el mundo por el momento tras haberse realizado millones de pruebas PCR en todo el planeta, ha sido publicado recientemente en la revista JAMA Otoralyngology - Head & Neck Surgery. La afectada es una mujer de 40 años, pero hay que puntualizar que en su caso se juntaron una serie de eventos improbables en una misma persona.
En este caso, la paciente se sometió a una prueba PCR protocolaria previa a una cirugía por una hernia. Tras la toma de la muestra, la mujer notó que un líquido transparente le salía por una de las fosas nasales. Después sufrió dolor de cabeza, vómitos, rigidez de cuello y aversión a la luz, llegando a precisar un ingreso en el Hospital de la Universidad de Iowa, a cargo del Dr. Jarrett Walsh y sus colegas.
Una complicación única
Según comenta Wash, la paciente notó que en una de las ocasiones cuando se introdujo el bastoncillo a nivel nasal, la toma se realizó "demasiado alto", algo que le resultó molesto pero no doloroso. No obstante, esta paciente tenía más riesgo que otros para sufrir complicaciones. Según los médicos, la mujer había sido tratada años antes por un caso de hipertensión intracraneal, una situación patológica donde la presión del líquido cefaloraquídeo que protege y nutre al cerebro es demasiado elevada.
En ese momento se sometió a un proceso de derivación para retirar parte del líquido, lo que resolvió el episodio. Sin embargo, este procedimiento, a su vez, dio lugar al desarrollo de un encefalocele. Se trata de un defecto en la base del cráneo donde el revestimiento cerebral sobresale hacia la nariz, siendo así susceptible de romperse. La situación pasó desapercibida durante años, hasta que la mujer se sometió a la toma de muestra para la PCR, cuando se objetivó el problema.
Por ello, los nuevos médicos que la trataron realizaron una cirugía para reparar este defecto desconocido hasta el pasado mes de julio, logrando una recuperación completa. Sus síntomas, se deberían a una irritación del tejido de revestimiento cerebral; si no se hubiese tratado a tiempo, una consecuencia bastante típica de este encefalocele roto habría sido una infección cerebral potencialmente mortal o bien un nuevo caso de hipertensión craneal fatal.
Aunque se trata de una complicación extremadamente rara, Wash hace hincapié en la necesidad de una buena capacitación previa a la realización de pruebas con hisopos nasales, siempre siguiendo la trayectoria del piso nasal, justo por encima de la boca y jamás apuntando con el hisopo hacia arriba; siempre con mucho cuidado. De momento, este es el único caso conocido en todo el mundo.