Había algo ritual en las ruedas de prensa de Fernando Simón a mediodía. Algo de estabilidad dentro del elogio o la crítica. La sensación reconfortante de que alguien se estaba ocupando de esto, con mayor o menor acierto, de que había una cierta coordinación entre estamentos y territorios. Cuatro meses después de que se levantara el Estado de Alarma, ya no nos queda ni eso.
No tenemos ni la figura a la que dirigir nuestra rabia y nuestra angustia; nuestra pasión y nuestra fe. Los casos suben un 33% en una semana. Los hospitales rozan los 14.000 ingresados con clínica Covid, récord absoluto de la segunda ola y 2.000 más que el pasado miércoles. Los ingresos diarios se acercan a 2.000 y la proyección de fallecidos apunta a 4.000 defunciones en octubre.
Incluso sin contar los casos del País Vasco, que hoy no ha podido actualizar sus datos, España supera el millón de positivos desde el inicio de la pandemia añadiendo 16.973 nuevos casos al acumulado. Para ponerlo en perspectiva, el pasado miércoles fueron 11.970. Por seguir con la perspectiva, ese mismo día se notificaron 8.651 casos de media en los siete anteriores.
Hoy, esa media móvil semanal pasa a 11.175, es decir, hablamos de una subida del 29,17%. La positividad aumenta en esa misma semana del 10,8% al 12,4%. Los ingresos hospitalarios rozan los 2.000 en 24 horas (1.860 para ser exactos) después de no haber superado los 1.500 en toda la segunda ola.
Detengámonos un momento aquí porque este último dato es, con diferencia, el más preocupante. En lo peor del repunte de septiembre, decíamos que era importante no llegar a los 1.500 ingresos diarios si no queríamos saturar los hospitales. Es muy complicado dar 1.500 altas hospitalarias cada día, salvo que el número de “exitus” (fallecidos en hospitales que dejan así su cama libre) se dispare.
El hecho de que estemos ya tan cerca de los 2.000 y con tendencia al alza da un poco de miedo, pues pronto nos podemos ver en un escenario en el que se aumente la presión hospitalaria en 500 personas cada 24 horas. No son las cifras de marzo, pero empiezan a parecerse a las de abril.
En solo una semana, la ocupación total ha aumentado en 2.026 pacientes con clínica Covid, pasando de 11.672 a 13.698. Las UCI también acusan el golpe. Ahora mismo, los hospitales informan al Ministerio de 1.930 pacientes en estado crítico, 278 más que el pasado miércoles.
Cabe precisar que las comunidades autónomas están dando cifras más bajas en sus informes locales, lo que no ayuda a mantener un mínimo de coherencia en la situación. La tendencia, en cualquier caso, es muy al alza, salvo en Madrid, donde sorprendentemente los números siguen siendo relativamente positivos.
Y es que este repunte salvaje de otoño coincide con un momento de estabilidad en Madrid. Un momento, ya se ha dicho, algo raro, en el que los casos siguen bajando a toda velocidad (una media semanal en torno al 25-30%, para un descenso total del 65% desde el 18 de septiembre) pero los ingresos solo bajan un 20% y la prevalencia empieza a estancarse, incluso a aumentar de nuevo en las UCI.
En otras palabras, Madrid no está detectando casos leves, solo se encuentra con los graves. Cuando solo te encuentras con los graves (uno de cada seis positivos acaba en el hospital, uno de cada ocho hospitalizados muere), lo más probable es que los leves sigan contagiando creando una transmisión comunitaria indetectada que tarde o temprano explota. Lo que pasó en febrero y marzo, vaya.
Si este fuera el caso -resulta complicado pensar de todos modos que Madrid pueda resistir como una isla en medio de un país en llamas-, una posible subida en términos parecidos a los del resto de España nos llevaría a unas cifras escandalosas, superando ampliamente los 20.000 casos al día y probablemente los 2.000 ingresos diarios, con todo lo que eso conlleva.
De momento, ya hay más UCIs ocupadas en Madrid hoy (484, según el informe epidemiológico de la Comunidad) que hace siete días (461) y aunque es cierto que en total hay 99 hospitalizados menos (3.064 por 3.163) también es cierto que en el camino se han notificado 252 defunciones.
De hecho, el total de fallecidos sigue creciendo en todo el país cuando lo normal sería que bajara en correspondencia a las bajadas de positivos de hace 2-3 semanas. Sin posibilidad de hacer un seguimiento razonable utilizando los datos del Ministerio (están muy desactualizados), lo más que podemos hacer es recoger los datos que dan localmente las comunidades autónomas e ir sumando.
Es lo que hace el usuario @homosensatus en Twitter. El resultado no es alentador: rozamos ya los 1.000 muertos semanales, una proyección que se iría por encima de los 4.000 al mes y que me temo que solo puede ir a más tras este repunte.
Hay algo, con todo, que inquieta más que los números y es la sensación de “sálvese quien pueda” que se observa en las medidas. Cada comunidad y cada municipio confinándose y desconfinándose, cerrando y abriendo perímetros según les cuadra el último dato.
Volvemos al inicio: ya no hay la seguridad (falsa, a menudo) de la figura que explica y soluciona. La que nos tranquiliza y nos exaspera a partes iguales, pero intuimos que tiene un plan. Eso es lo que echamos de menos en esta zozobra: un plan que vaya más allá de ir echando agua fuera mientras la orquesta sigue tocando.