Un nuevo lunes negro en toda España salvo Madrid. Cuando le toque también a Madrid, a ver dónde nos metemos. Sanidad incluye 52.188 nuevos casos en tres días y la media semanal supera los 15.000 diarios, con picos que superan los 20.000 entre semana.
La incidencia acumulada de 7 días supera ya los 200 casos por 100.000 habitantes y la de 14 días pasa de los 410; es decir, uno de cada doscientos cincuenta españoles ha dado positivo en un test de coronavirus en las últimas dos semanas.
La positividad sube al 13,1% desde el 12,2% del viernes y mirar el cuadro europeo, teniendo en cuenta que la mayoría tomaron las medidas hace dos semanas que empezamos a tomar nosotros ahora, da miedo: Bélgica y Chequia están por encima de los 1.300 casos, Holanda supera los 650 y Francia llega justo a los 600. En ninguno de estos países se aprecia tendencia a la baja.
A estas alturas, es difícil pensar que las administraciones sanitarias no fueran conscientes de la inminencia de la segunda ola de otoño. Primero, porque ya se habló de ello en primavera. Segundo, porque, insisto, Europa nos volvió a dar unos diez días de margen para evaluar la gravedad de lo que estaba sucediendo en el resto del continente. Lo que quizá no era tan fácil de suponer era la cantidad de hospitalizados que veríamos de inmediato.
Los datos de la primera ola fueron tan deficientes que siempre fue difícil saber exactamente cuántos casos hacían falta para que alguien acabara en un hospital. Además, sabemos que, al colapsar tan pronto todo el sistema, muchos de los casos que en rigor necesitaban atención hospitalaria acabaron en su casa con el médico de cabecera llamando cada día a ver qué tal.
Acostumbrados a apurar al máximo, al “hasta aquí todo va bien”, quizá pensamos que una detección temprana nos daría más margen antes de llenar hospitales. No está siendo así. Quizá porque nunca hubo la suficiente detección temprana. Los hospitalizados llegaron este lunes en España a 16.008, de los cuales 2.163 ocupan una cama UCI.
Aunque los porcentajes que maneja Sanidad no son muy fiables y varían con demasiada facilidad, ahora mismo una de cada cuatro camas UCI -considerando cama UCI casi cualquier cosa- está ocupada por un paciente con clínica Covid. No ya en una comunidad aislada sino en el total del país. El propio Fernando Simón reconoció en rueda de prensa que “algún hospital está en situación crítica”, con ese lenguaje críptico que utiliza tan a menudo.
Los datos de hospitalización son clave para evaluar la situación de la pandemia en un país y basta con echar un vistazo para comprobar que la situación en España es muy preocupante: este domingo se han registrado más de 1.500 ingresos, lo que invita a pensar en más de 2.500 entre semana. La prevalencia hospitalaria -los pacientes ingresados en este momento- ha subido un 23,66% desde los 12.945 del pasado lunes y un 58,35% desde los 10.109 de hace dos semanas.
Casi un 60% en dos semanas ya es para preocuparse mucho, pero lo peor es que, si se cumple el decalaje habitual entre detección y hospitalización -aunque, insisto, en esta segunda o tercera ola va todo muy rápido y muy a la vez- pronto veremos aún más casos en las urgencias de los hospitales.
Esa subida se puede apreciar en prácticamente todo el país con la salvedad de Madrid, que aunque ha subido en ingresos de una semana a la anterior, baja ligeramente el número de ingresados. En parte, obviamente, porque el número de fallecidos (en torno a 35-40 al día) hace que esas camas se queden vacías.
Aunque Madrid sigue siendo la quinta comunidad autónoma con más hospitalizados por habitante y la segunda con más casos críticos por habitante (solo superada por Melilla), lo cierto es que hay otros muchos lugares donde la velocidad de crecimiento de la asistencia hospitalaria causa mucho más vértigo.
Hace dos semanas, por ejemplo, los hospitales de Cataluña notificaban 1.536 pacientes Covid. Hoy son 3.322, bastante más del doble. Situaciones parecidas se viven en Asturias (de 136 a 476), Andalucía (de 1.081 a 2.240), Comunidad Valenciana (de 507 a 1.075), Castilla y León (de 884 a 1.465) o Navarra (de 237 a 400).
El caso de la comunidad foral es dantesco. Su incidencia acumulada supera los 1.150 casos por 100.000 habitantes, lo que quiere decir que uno de cada 88 navarros han dado positivo en algún test de detección de coronavirus durante las últimas dos semanas. Entre los mayores de 65 años, los más vulnerables, dicha incidencia está por encima de los 800, lo cual es un pésimo augurio.
Con los contagios disparados y los ingresos a punto de hacer colapsar los hospitales, la cifra de muertos puede dispararse en cualquier momento, aunque los datos de comunidades autónomas recogidos en Twitter por el usuario @homosensatus ya hablaban el viernes de una media de unos 175 fallecidos diarios, lo que apunta a un total de 5.250 defunciones mensuales.
No sabemos qué pasará con Madrid ni si aguantará mucho más tiempo. Parece claro que el hecho de que se tomaran medidas estrictas por parte de la Comunidad y después por parte del Gobierno ha ayudado, pero esas medidas se han tomado en otros países, insisto, y no han funcionado tan bien. En cualquier caso, tomadas están y de bastante han servido. Si se hubiera puesto el mismo empeño en el resto del país, tal vez ahora no estaríamos con el corazón en un puño.