Cuando las alertas europeas empezaban a encenderse mirando a España, Asturias lograba lo impensable. La primera Comunidad Autonóma en declararse libre de la Covid-19 tras la primera ola se mantenía en el ecuador del verano en cifras que parecen surrealistas a día de hoy: 0,29 casos positivos por cada 100.000. Esta semana, esa incidencia rondaba los 446, una situación a la que llega el Principado tras haber sido, junto a Aragón, la primera de la segunda ola en decretar el cierre perimetral y en solicitar un nuevo confinamiento domiciliario.
Se trata en principio de una paradoja, ya que Asturias está por debajo de la incidencia epidémica media de España, que se encuentra en unos 527 casos por 100.000 habitantes. La razón la explicaba el propio presidente autonómico, Adrián Barbón, desde el confinamiento que mantiene por haber estado en contacto con un caso positivo. "Nuestro problema (...) es el número de personas, el número de asturianos y asturianas que tienen que ingresar en la UCI por cada 100.000 habitantes. Somos la primera comunidad autónoma".
Efectivamente, es la cifra de ocupación de UCIs, puesta de manifiesto por un dramático audio de un médico anónimo del Hospital Universitario Central de Asturias, lo que ha motivado la petición de confinamiento. "Tenemos la experiencia de la primera fase: no podemos subirnos por encima de una incidencia de 300-400, y no queríamos correr el riesgo de esperar un para de semanas a ver que pasa", explica a EL ESPAÑOL el epidemiólogo Pedro Arcos, que dirige la Unidad de Investigación en Emergencias y Desastres de la Universidad de Oviedo. "No estamos sobre-reaccionando", insiste mientras desgrana los factores de la crisis sanitaria actual.
1- El desconfinamiento fue precipitado. "Es obvio que el desconfinamiento súbito fue un desastre en toda España, saltándonos las fases finales", valora críticamente Arcos. "Las últimas semanas, nos las hemos comido directamente". La incidencia aumentó "automáticamente" al recuperar la actividad de sopetón. "Eso hizo que el virus volviera a circular, incluso en lugares con una baja incidencia como en Asturias", explica el epidemiólogo.
Sin embargo, Arcos desliga el fenómeno del turismo, que ha afluido masivamente al Principado este verano atraído por las posibilidades de unas vacaciones de bajo riesgo, del repunte de la Covid. "Aunque se llegase a un 100% de ocupación turística, eso significa algo distinto que en otras regiones en las que se produce mucha agregación. La infraestructura hotelera asturiana es muy pequeñita, muy rural. Lo demuestra el hecho de que solo se han producido media docena de brotes muy pequeñitos, de 8-12 casos, en concejos de la costa oriental".
2- Ha aparecido una nueva variante. El SARS-CoV-2 que circula ahora no es la misma cepa que la de primavera, algo que no es soprendente, dado que los virus mutan constantemente por su propia naturaleza. Sin embargo, hay "cada vez más evidencias" de que esta variedad, que se ha trazado hasta los focos que se produjeron en verano entre temporeros en Aragón, tiene características diferenciales con respecto la anterior.
¿Qué implica la prevalencia de la nueva variante? "Una de sus mutaciones afecta a la capacidad de adherencia a la mucosa respiratoria", ilustra el especialista. Eso haría a la nueva cepa más contagiosa aunque menos letal. "Este es el proceso natural de evolución de los virus en relación con las poblaciones en los fenómenos pandémicos", reflexiona Arcos, que considera que se está "valorando poco" este elemento.
3- El efecto 'Vuelta al cole'. Mientras los casos se "disparaban" a partir de julio en el resto de Comunidades, Asturias se mantenía estable pese a la avalancha de visitantes. La tendencia no se agravó hasta septiembre. Los tres factores que identifica Arcos son la reanudación de la actividad laboral, la reapertura de los colegios y el cambio de estación, todo lo cual confluye en mayores concentraciones de personas en espacios cerrados y por más tiempo.
¿Son realmente los colegios focos de contagio? "La información sobre el impacto de la actividad escolar es contradictoria", valora el epidemiólogo. "Sabemos que los escolares son grupos difusores importantes de virus de transmisión aérea, como el coronavirus del resfriado común. El nuevo coronavirus no "parece" seguir esta tendencia, pero hay muy pocos estudios y algunos tienen defectos de método". Se trató, resume, de una "clásica" y "comprensible" decisión de Salud Pública: frente al riesgo de contagio, pesó más el impacto social, económico y psicológico para la socialización de los niños que supondría mantener los colegios cerrados.
4- Una población especialmente vulnerable. Arcos rechaza la hipótesis de que la rápida ocupación de las UCIs asturianas se deba a la falta de camas. El Principado, recuerda, tiene "un gasto sanitario por habitante superior a la media de España". La razón por las que se han llenado tan pronto responde a los criterios de diagnóstico temprano, ligados a su ya célebre sistema de rastreo.
"Hacemos esto porque Asturias tiene una pirámide de población muy envejecida. Tenemos la natalidad más baja de España y una de las más bajas del mundo. Apurar los plazos de ingreso para esa población aumenta el riesgo", explica. Otra explicación, a la que ha aludido el propio Barbón, es que la minería ha dejado entre los asturianos un legado de problemas pulmonares, pero el especialista matiza el dato. "Es cierto que la prevalencia de las enfermedades respiratorias ha sido históricamente alta, pero no es un factor comparable al del envejecimiento poblacional".
5.- El confinamiento, mejor cuanto antes. La experiencia ha demostrado a las autoridades sanitarias asturianas que el margen de maniobra está en niveles entre los 100 y los 200 de incidencia acumulada. "Eso explica por qué han insistido tanto en no ser tan laxos y no esperar a que la situación fuera incontrolable", explica Arcos. "Planteábamos un modelo de confinamiento estricto para reducir la incidencia a lo largo de dos semanas. Ahora será un confinamiento más flexible, aunque con mayor riesgo de saturar los hospitales".
Un modelo de confinamiento "razonable", valora el epidemiólogo, mantendría abiertos los colegios; limitaría al máximo la actividad presencial en las universidades, ya que, a partir de los 15-16 años, la transmisibilidad es comparable a la de los adultos; y en la hosteleria, todo lo que no sea actividad esencial debería cerrar. "Jugar con la hora de cierre, como se ha hecho, no ataca la esencia del problema, porque el grueso de la actividad también se da durante el día".