El fin de semana del 17 al 19 de octubre saltaron las alarmas en España. O al menos las que no habían saltado la semana anterior viendo la intensa actividad del puente del Pilar y la explosión de casos Covid por toda Europa. Después de dos semanas de decrecimiento tras un inicio de septiembre agitado, los positivos se disparaban hasta los 37.889, un 36,01% más que el fin de semana anterior. La señal de que algo terrible estaba a punto de comenzar.
Fueron aquellos los días del cierre de la hostelería en Cataluña, de los distintos cierres perimetrales, de los más de 2.000 ingresos diarios (2.500 en los peores casos) mientras toda Europa y Estados Unidos vivía una segunda ola que amenazaba con superar a la primera tanto en casos como en hospitalizados y muertos.
¿Cómo es posible que España haya podido, cuatro semanas después, frenar la tendencia sin un confinamiento propiamente dicho mientras a otros países no les ha quedado otro remedio? Imposible saberlo. De entrada, tirando muchísimo de tests antígenos, la gran revelación de esta segunda ola. Segundo, demostrando una sangre fría impresionante. Tercero, jugando con el filo de la navaja de los hospitalizados y los muertos.
Incluso un mes después, la ocupación de camas UCI sigue subiendo y los fallecidos tienden ligeramente al alza, aunque es imposible sacar nada en claro de los datos del ministerio a ese respecto: están desactualizados y buscan una precisión admirable a medio plazo pero inservible a corto entre tanta burocracia.
La cuestión es que este fin de semana se han detectado 38.273 nuevos casos, alguno más que entonces… pero ahora la tendencia es claramente a la baja y eso nos alivia. El pasado lunes se notificaron 52.386. El anterior, 55.109. Hablamos de una bajada semanal del 26,94%, que no es cualquier cosa teniendo en cuenta, insisto, que se han sorteado las medidas más drásticas.
No es este el único dato positivo de este lunes 16 de noviembre. El número de ingresos diarios del día anterior vuelve a los 1.500, cuando hemos visto algún lunes cerca de los 2.000. La prevalencia total baja un 2,74% semanal -imposible comparar con la cifra del viernes porque durante el fin de semana apenas se notifican altas hospitalarias- y solo las UCI, insisto, se resisten a bajar, con un crecimiento medio del 4,95%.
Ahora bien, el crecimiento “medio” oculta muchas cosas. Hay lugares que van francamente bien -Madrid, Cataluña, Navarra, Murcia y Aragón igualan o bajan los pacientes críticos del pasado lunes- y otros que no tanto. Andalucía, Asturias, Canarias, Cantabria, Castilla La Mancha, Comunidad Valenciana, Extremadura y País Vasco crecen por encima del 10% semanal… aunque la tendencia del fin de semana haya sido francamente buena en muchas de estas comunidades.
De hecho, si comparamos con las cifras del viernes -y me refiero solo a camas UCI, insisto-, observamos ya bajadas en Cantabria y Galicia y una cierta estabilidad en Andalucía, que buena falta hace. Por otro lado, Murcia aumenta, así que habrá que esperar aún a ver cómo se comporta el resto de la semana.
El porcentaje que da el ministerio de camas UCI ocupadas con clínica Covid es del 32,80%, es decir, una de cada tres, pero este dato no solo no sirve para nada sino que es engañoso. Nos invita a pensar que hay aún un margen del 67,20% sin precisar qué pasa con las otras patologías. Ni siquiera avisa de que se trata de un porcentaje sobre las camas ya aumentadas, es decir, incluyendo quirófanos, boxes de urgencias, habitaciones de planta y cualquier lugar que permita meter a un paciente crítico ahí.
A su vez, eso produce una bajada en las camas normales disponibles y la obligación de suspender en muchos lugares las cirugías no urgentes, así como muchos tratamientos crónicos. En Castilla y León sabemos, porque nos lo dicen ellos mismos, que las UCI en toda la comunidad están al 108% de su capacidad habitual, destacando el 148% del Complejo Asistencial de Burgos, donde la situación es insostenible desde hace tiempo.
Con todo, de nuevo, nada como Asturias: su incidencia acumulada a 14 días sube en una semana de 510,27 casos por 100.000 habitantes a 628,76, es decir, un incremento del 23,22%. Los hospitalizados totales pasan de 925 a 1.039 (+12,32%) y los críticos suben de 128 a 146 (+14,06%). Teniendo en cuenta que hablamos de una comunidad autónoma con un millón justo de habitantes, en este momento, uno de cada mil asturianos está ingresado en un hospital con síntomas de Covid.
Hablamos del 0,1% de la población total de la región y no se aprecia que la bajada esté cerca. Tal vez la semana que viene. En cuanto a fallecidos, el Principado ha notificado 250 en estos quince primeros días de mes, lo que equivaldría a 11.750 en toda España y una proyección similar en noviembre a todos los muertos oficiales de la primera ola.
Afortunadamente, el resto del país no tiene unas cifras tan fuera de lo aceptable. Sanidad incorpora 484 defunciones al acumulado, pero sabemos que hay muchos atrasos. Volviendo a los datos de las comunidades autónomas tenemos 4.427 en lo que va de noviembre… aunque me temo que esa cifra aún está pendiente de consolidar, con lo que probablemente ronde los 5.000.
Nadie nos salva de los 9.000 muertos en noviembre, puede que 10.000. El asunto es saber si estamos a tiempo de salvar los muebles para diciembre y de ahí en adelante. Ahora mismo, en la ecuación medidas/resultados, España está sorprendiendo al mundo. Confiemos en que así siga siendo.