Con el desembarco de las primeras vacunas contra la Covid-19, la enfermedad que ha maniatado al mundo con una histórica pandemia, y la primera vacunación por fases que comienza en Reino Unido, una duda insidiosa se ha instalado entre gran parte de la ciudadanía. No se trata de una postura 'antivacunas' en sí, un extremo que, pese a los deplorables referentes mediáticos, tiene poca implantación en España.
Se trataría de la fobia a la "primera vacuna", a que la aprobación acelerada de los nuevos fármacos oculte efectos secundarios más perjudiciales que la propia enfermedad. El barómetro del CIS del pasado noviembre mostraba hasta qué punto esta división es profunda en la sociedad española. En octubre, un 40% estaba dispuesto a vacunarse inmediatamente, en cuanto las fórmulas estuvieran disponibles, contra la Covid-19; pero un mes después, sólo era un 36,8%. Y hace cuestión
En cambio, los contrarios a vacunarse de inmediato eran mayoría con un 47%. Más significativo todavía, solo un 1,4% se mostraba dispuesto en caso de tener "garantías" y "pruebas" de la fiabilidad de la vacuna, demostrando un enorme escepticismo frente a las informaciones científicas. La segunda oleada ha cifrado en más de un 55% a los españoles que prefieren no vacunarse hasta conocer los efectos secundarios.
Es cierto que nunca antes se ha seguido con tanta expectación el desarrollo de un fármaco: si, como recordaba Pedro J. Ramírez, director de EL ESPAÑOL, el anuncio de la eficacia de la vacuna contra la poliomelitis de Jonathan Salk fue recibido con jolgorio en las calles, en este caso hemos asistido a una guerra de resultados entre competidores que han afirmado una tras otra mejores resultados y condiciones de manejo más sencillas que los demás.
Sumése el eco que han recibido los incidentes y muertes de voluntarios en los ensayos, por mucho que no tuvieran una relevancia significativa en el proceso, para reunir el cóctel perfecto de información dudosa. Y es en Reino Unido, el país que ha pisado el acelerador más a fondo, donde se ha acuñado una fórmula para disipar las reticencias de los británicos frente a la campaña de vacunación prevista para este mismo mes de diciembre.
Se trata del concepto de 'Mum test', o "tests de las madres". La premisa es la siguiente: ¿se fiaría usted de la vacuna si un político o un alto cargo del Gobierno se la pusiera primero? Pero, ¿y si esta personalidad subiera la apuesta, y ofreciera a la ciudadanía el ejemplo de un ser tan querido como su propia madre entre los primeros vacunados como muestra de la confianza en su seguridad?
Es precisamente lo que planteó un alto asesor de Sanidad de Downing Street, Jonathan Van Tam, un alto cargo que se podría equiparar a Fernando Simón por su visibilidad durante la crisis. "Los estándares no se han rebajado por estar en plena crisis sanitaria", aseguraba el 11 de noviembre. Según explicaba, él no entraría en la primera tanda de vacunados por razones de edad, pero su madre, de 78 años, sí. "Ya se lo he explicado: 'Mamá, asegúrate de estar lista para cuando te llamen, prepárate para que te la pongan, esto es muy importante para ti debido a tu edad'".
Desde entonces, la idoneidad del 'Mum test' ha sido materia de debate. David Comerford, experto en Ciencias del Comportamiento, elogiaba la estrategia en una pieza para The Conversation: "La ciencia demuestra que tendemos a tomar decisiones menos sesgadas cuando actuamos de parte de otras personas. Al ofrecer a su madre como prueba de fuego, Van Tam lo ha clavado".
Voces sanitarias destacadas también han sumado a sus madres para el reto. "Soy una defensora del 'Mum test' de la Covid", declaraba Deborah Phillips, investigadora del Servicio Nacional de Salud británico. "Yo ya se lo ha dicho a mi madre de 78 años, ¿se lo has dicho tú a la tuya?", manifestaba Kirsten Major, directora ejecutiva de la Fundación Sheffield Teaching Hospitals. "Preguntémonos siempre: ¿Es este tratamiento/servicio/cura lo bastante bueno para mi madre?", instaba Paul Fitzsimmons, directivo de los hospitales universitarios de Liverpool.
Matt Hancock, Secretario de Estado para la Salud, apoyaba las declaraciones de Van Tam, sin ir tan lejos eso sí como para mencionar a su madre. Y Anjana Ahuja, reportera del Financial Times, relataba cómo había intentado pasar el 'Mum test' sin éxito porque su madre, enfermera jubilada, consideraba que otros debían recibir la vacuna antes que ella. Sin embargo, un reciente editorial en el British Medical Journal subrayaba las limitaciones del enfoque emocional: "Los profesionales sanitarios necesitan información para poder plantear lo que sabemos y lo que no sabemos sobre los beneficios y perjuicios de las vacunas contra la Covid-19".
La ejemplaridad española
De Manuel Fraga Iribarne bañándose en Palomares tras la pérdida de un artefacto nuclear estadounidense a Miguel Arias Cañete devorando pepitos de ternera durante la crisis de las 'vacas locas', exponerse físicamente y exhibir ejemplaridad frente al pánico sanitario es un recurso casi ritual en política. Ahora que voces en España reclaman que sean los altos cargos los "primeros de la fila" para vacunarse y la vicepresidenta primera muestra su disposición, cabe preguntarse si realmente tendría eficacia en el actual clima de crispación política y proliferación de bulos, pródigo en intoxicaciones.
Ignacio López-Goñi, catedrático de Microbiología de la Universidad de Navarra y divulgador, se muestra categórico: ni los políticos ni sus madres deberían involucrarse en este debate. "La política, en todos los países y en general, emplea la mentira como herramienta de trabajo. ¿Por qué te voy a creer ahora si otras veces me has mentido? La ciudadanía tiene dudas, legítimas, razonables que hay que saber contestar. No hay que tratar a la gente como menores de edad, con planteamientos ridículos".
Las contradicciones en las recomendaciones sanitarias desde que comenzó la crisis obligan a buscar a nuevos referentes y, sobre todo, una política de comunicación más transparente y rigurosa. "Algo así como: 'haz lo que quieras, no es obligatorio vacunarse, eres libre, pero te voy a explicar cómo funcionan las vacunas, por qué son seguras y por qué el riesgo de vacunarte es mucho menor que si te infectas del coronavirus, y luego tú decides'. Vencer por convicción, no por obligación ni por sentimentalismo o miedo", propone López-Goñi.