Hace un año, el primer centro de protonterapia de España, situado en Madrid, en Pozuelo de Alarcón, abría sus puertas para tratar a su primer paciente, y traía a nuestro país la técnica de radioterapia más avanzada para tratar el cáncer: a base de protones. La protonterapia es mucho menos agresiva que la radioterapia tradicional y tiene menores efectos secundarios, siendo más indicada para tumores críticos y pacientes pediátricos.
Esta terapia, que empezó a desarrollarse clínicamente en los años 90, “ha supuesto un avance muy importante en el tratamiento de ciertos tumores muy difíciles de curar por otros medios, ya sea por las elevadas dosis de radiación necesarias (como tumores de la base del cráneo) o para poder reducir la dosis en órganos sanos cercanos al tumor (en tumores infantiles), explica el doctor Raymond Miralbell, director médico del Centro de Protonterapia Quirónsalud, el primero de sus características en España tanto en la sanidad pública como privada.
A lo largo de su primer año, este centro ha tratado a un centenar de pacientes con cánceres diversos. “Las patologías tratadas hasta el momento incluyen tumores del sistema nervioso central, sarcomas, tumores primarios de la base del cráneo o tumores del área ORL (otorrinolaringología)”, cuenta el especialista. Cabe destacar que el 60% de los pacientes han sido pediátricos, y más de la mitad de estos son menores de 5 años.
Más precisa y menores efectos secundarios
La protonterapia aplica haces de protones sobre el tejido tumoral y, la principal ventaja que presenta la utilización de los protones es que “conseguimos un haz que permanece enfocado al tumor y el tejido circundante recibe una dosis mínima de radiación. En el caso de la radioterapia convencional, que utiliza fotones y electrones, esto es imposible y afecta a todo el tejido irradiado”, señala el doctor Miralbell. Esto se debe a una característica física exclusiva de los protones, denominada pico de Bragg, gracias a la cual “la energía se concentra en un punto en concreto sin dosis de salida, ya que la mayor parte de la energía se deposita donde está el tumor”.
Esta característica permite dar dosis más altas de radiación sobre el tumor, ya que los tejidos de alrededor quedan mínimamente afectados. La protonterapia es una alternativa más segura y efectiva, dado que “permite ‘esculpir’ la dosis de radiación alrededor del tumor, reduciendo el riesgo de dañar los tejidos sanos circundantes”, cuenta el especialista.
Además, al tratarse de una técnica de alta precisión, la protonterapia está especialmente indicada para el tratamiento de tumores que se encuentren en zonas delicadas, como la cabeza o el sistema nervioso. Por esta razón también está especialmente indicado en pacientes pediátricos, para reducir el riesgo que esta radiación supone a edades tempranas.
¿Quién puede acceder a este tratamiento?
Aunque la protonterapia está indicada para tumores y localizaciones muy concretas -alrededor de un 15% de los pacientes radioterápicos- los avances realizados en los últimos años ha permitido aumentar el número de pacientes que pueden acceder a estos tratamientos, “siendo especialmente útil en los tumores situados en la base del cráneo, difíciles de extirpar y resistentes a las dosis administrables con radioterapia convencional y también en los tumores intraoculares”, detalla el doctor Miralbell.
Los pacientes pediátricos, como se ha podido comprobar durante el primer año de actividad del centro, son el grupo más numeroso de pacientes que se pueden beneficiar de esta técnica. La razón principal es que, en estos casos, “es prioritario reducir a toda costa los efectos secundarios inducidos por las radiaciones en los órganos en crecimiento, evitando alteraciones del desarrollo y la inducción de cánceres radioinducidos en la vida adulta”, cuenta el especialista.
Teniendo en cuenta estas pautas, según Miralbell, “podríamos decir que todo paciente en el que sea necesario un incremento de dosis de radiación al tumor o reducción de la dosis a los órganos críticos circundantes es potencialmente candidato a un tratamiento con protones”. En el Centro de Protonterapia Quirónsalud reciben solicitudes de médicos especialistas e incluso de los propios pacientes, y cada una de estas solicitudes se evalúa en una reunión multidisciplinar con los profesionales del centro para decidir si el paciente en cuestión podría beneficiarse de recibir este tratamiento.
Seleccionados los candidatos, éstos “acuden a una primera visita médica para la puesta en marcha del tratamiento, durante la cual se explican las características, su desarrollo, así como los posibles efectos secundarios que puedan aparecer durante el mismo o a largo plazo”, explica el doctor Miralbell. Una vez el paciente da su consentimiento, el equipo médico, formado por radio-oncólogos y radio-físicos- pone en marcha la planificación del tratamiento.
El proceso comienza con la realización de exámenes PET, CT y resonancias magnéticas, necesarios “para definir los volúmenes diana del tratamiento y órganos y estructuras a proteger”. Iniciado el tratamiento, los pacientes son estrechamente controlados “para evaluar la necesidad de adaptar los planes de tratamiento en caso de cambios anatómicos”, relata el especialista.
La llegada de la protonterapia a España hace un año supuso una gran noticia, ya que aún son pocos los centros especializados en terapia de protones: hay 92 en todo el mundo y 33 de ellos están en Europa. Con la apertura del Centro de Protonterapia de Quirónsalud en 2019 y la Unidad de Protonterapia de la Clínica Universidad de Navarra inaugurada el año pasado, nuestro país ya suma dos centros especializados, lo que permitirá que cada vez más pacientes puedan acceder a esta tecnología y, en definitiva, ofrecer los últimos tratamientos para un mejor abordaje del cáncer.