Era algo que llamaba mucho la atención de los viajeros a China o Japón en la vida prepandemia. Pero son tantas las cosas que llaman la atención en esos países a un occidental, que casi nadie se acordaba a la vuelta de que si era invierno en esos lugares -o incluso si se cogía un vuelo interno- había muchas personas con la mascarilla puesta.
Pero hay quien piensa que las cosas nunca volverán a ser como antes incluso cuando las vacunas hagan que exista una inmunidad de grupo para la Covid-19 y que las mascarillas será un complemento que nos acompañe todos los inviernos a partir de ahora, tanto en esos países como en el resto del mundo.
Hablar del fin de las mascarillas -cuyo uso es el hábito que más caracteriza a esta situación pandémica que nos acompaña hace ya más de un año- es ahora mismo una quimera.
A pesar de que ha empezado la vacunación, ningún país está cerca de haber alcanzado la inmunidad de grupo. Los pocos que han controlado la pandemia, como Nueva Zelanda y algunos orientales lo han hecho con las medidas de siempre, entre las que se incluye el uso de mascarillas, sobre todo en espacios interiores.
El presidente de la Sociedad Española de Inmunología, Marcos López Hoyos, lo tiene claro: "En las navidades de 2021 todavía se seguirá con mascarilla y vacunación", afirma en una entrevista a Efe.
El portavoz de la Sociedad Española de Epidemiología Joan Caylà cree que para verano se debería haber vacunado al 70% de la población, algo que se podría conseguir si se le diera prioridad a la campaña, "como se está haciendo en algunos hospitales con el personal sanitario".
Aun así, piensa que "la mascarilla ha llegado para quedarse". ¿Quién la usaría cuando se alcanzara esa inmunidad de grupo, si esto ocurriera en la fecha deseada por este experto? Las personas que no se han podido vacunar y que, por tanto, aún tienen riesgo de contraer la enfermedad.
Apunta Caylà a que las cosas podrían cambiar en invierno, en el de 2021 y en todos los posteriores. "Sería bueno que la gente usara mascarilla", comenta y apunta a la disminución a prácticamente cero de los casos de gripe estacional, una enfermedad que, según datos del Centro Nacional de Epidemiología recogidos por maldita.es podría causar alrededor de 15.000 muertes en un año normal en España.
Por supuesto, la desaparición de la gripe no es enteramente atribuible al uso de mascarillas. También puede haber contribuido la tasa de vacunación -más alta este año que los anteriores- y la propia biología, que ha hecho que el SARS CoV-2 reempleze al patógeno que causa la gripe estacional.
Hasta el ministro Salvador Illa comentó la posibilidad de no dejar de utilizar nunca mascarilla. "Cuando vayas a un centro médico, por ejemplo, o sitios donde haya más prevalencia o probabilidad de contagio, igual tenemos que llevar para siempre mascarilla y no nos parecerá raro. Ni incluso a los niños, que la están llevando y se están acostumbrando”, explicó en diciembre en una entrevista en la Cadena Ser.
No todos los expertos coinciden en que la mascarilla se incorporará a nuestros hábitos vitales incluso cuando la Covid-19 sea una enfermedad más. "No se prevé que desaparezca", recalca Caylà.
El profesor de Epidemiología en la Universidad de Alcalá Manuel Franco comenta que "socialmente es un desastre usar mascarilla". "Clases, educación, personas con problemas auditivos, gasto de dinero, impacto ambiental de las mascarillas como basura...", enumera como potenciales problemas asociados a su uso.
Sin embargo, Franco cree que hablar de una vida sin mascarillas es hacerlo de un "futuro muy lejano". "Dada la situación actual no descarto que estemos con ella hasta el 22...", comenta a EL ESPAÑOL.