¿Se aproxima la cuarta ola? Europa nos empieza a poner en alerta
Si las señales de descenso son evidentes en nuestro país, es prudente mirar a los del entorno para prever cómo ocurrirán los rebrotes.
27 febrero, 2021 03:17Noticias relacionadas
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Si algo nos ha enseñado la pandemia es que no podemos permitirnos llegar tarde. Es todo un continuo juego de anticipaciones en el que el ladrón va siempre un par de pasos por delante de la policía. Y la policía somos nosotros, los analistas, buscando pistas por todos lados.
Si el lunes 25 de enero, cuando los datos alcanzaron sus peores cifras desde abril de 2020, decíamos que el crecimiento se había agotado y que empezaba un lento descenso que dura ya un mes y nos mantiene en los 8.341 casos al día, es normal que ahora estemos buscando los detalles que nos alerten de un posible cambio de tendencia. ¿Alarmismo? No, previsión.
Nadie quiere que esto nos pille a destiempo una vez más y en ese sentido parece que hemos aprendido la lección y que prácticamente todas las autoridades se están olvidando de “salvar la Semana Santa” para centrarse en “salvar vidas”, como dijo ayer el viceconsejero de Salud Pública de la Comunidad de Madrid, Antonio Zapatero.
A la hora de intuir un cambio de tendencia es importante fijarse en las cifras internas… y en las que vienen de fuera. Si nos centramos en España, aunque nos sigue preocupando la tendencia al estancamiento en Cataluña y hay aún siete CCAA con una incidencia a 14 días superior a 200 casos por 100.000 habitantes -¿se acuerdan cuando el objetivo era 25?-, la verdad es que el resto de indicadores siguen un camino que nos invita a ser optimistas.
Sigue bajando la positividad hasta el 7,71% (aunque lo ideal estaría entre el 3 y el 5%), los ingresos diarios bajan a 1.022 (la cifra más baja para un viernes desde el 28 de agosto) y la ocupación UCI desciende al 28,77%, con solo cuatro regiones -Cataluña, Ceuta, Castilla y León, y Madrid- por encima del umbral del 35% que indica colapso asistencial.
Si la amenaza no está en casa, habrá que buscarla fuera antes de descansar tranquilos. Ayer mismo se supo que Madrid había detectado sus primeros casos de las variantes sudafricana y brasileña. No sabemos cuántas pueden estar circulando ahora mismo por nuestro país pero sabemos que la británica sigue siendo la preponderante.
La mejor manera de controlar lo que entra es tener un número tan limitado de casos que nos permita trazar y secuenciar el mayor número de ellos pero, para ganar tiempo, es bueno ver qué está sucediendo en otros países de nuestro entorno y aprender lecciones ajenas. La situación en Europa, que ha sido relativamente buena incluso durante nuestra tercera ola, empieza a complicarse y es bueno que analicemos qué países tienen mejor y peor pinta.
De entrada, hay que recordar que, aunque nuestra experiencia nos dice que los repuntes se acaban notando en todas partes, la intensidad de los mismos ha variado muchísimo: mientras en agosto, el continente disfrutaba apaciblemente del verano, en España empezábamos a tener rebrotes importantes que disparaban nuestra incidencia.
Sin embargo, cuando llegó octubre, tanto contagios como hospitalizados se dispararon por todo el centro de Europa, alcanzando cifras mayores incluso que las de marzo, mientras nuestro país tenía una segunda ola más tranquila, centrada en comunidades como Andalucía, Cantabria o Asturias que habían sufrido menos durante la primera.
A su vez, el brote de diciembre-enero al que llamamos “tercera ola” fue muy virulento en Portugal, en Irlanda o en Inglaterra… pero apenas afectó a Italia, Francia o Alemania. Con esto no quiero decir que no hubiera repuntes en estos países sino que al venir de una segunda ola muy dura, las medidas aún en vigor impidieron una tercera ola tan dramática como la que hemos vivido en España, donde ya van 22.123 fallecidos desde el final del puente de la Constitución.
Algo parecido puede suceder ahora: si nos mantenemos firmes en las restricciones que siguen vigentes desde principios de año, podemos pasar la cuarta ola europea como un simple repunte, sin más. Es una posibilidad que depende en parte del azar del tipo de variante que se nos escape y de la constancia de la velocidad de vacunación que alcancemos, pero en principio es una opción que juega en nuestra ventaja.
¿Cuáles son esos países que más están sufriendo ahora? Como se puede ver en el gráfico superior, parece que el rebrote vuelve a ser una cuestión de Europa central y del norte. Se trata, de momento, del patrón que vivimos en la segunda ola y que fue ligeramente más amable con los países del sur, terriblemente golpeados por la primera.
Suecia siempre va a estar por ahí porque Suecia va a otro ritmo, pero en fin. La presencia de San Marino entre las que más suben en los últimos días nos hace temer una posible expansión por Italia, aunque el país transalpino lleva meses siendo muy escrupuloso y restrictivo con el virus, hasta el punto de obviar la celebración de la Navidad en el país católico por excelencia.
Aunque, de momento, estos repuntes nos pillan relativamente lejos y pueden tener que ver con bajadas generales de temperatura como las que se dieron en la segunda semana de octubre en Europa Central, lo cierto es que es improbable que, de mantenerse, y mientras las fronteras sigan abiertas con todos esos países como de hecho siguen, no nos afecten de alguna manera.
¿En cuanto tiempo? No es fácil saberlo, pero sí parece haber una relación entre la temperatura y la transmisibilidad de este coronavirus como la hay en prácticamente todos los que conocemos. No se trata de un virus estacional, pero eso no quiere decir que no tenga preferencias. En caso de llegar una ola de frío intenso, probablemente se notaría de inmediato un repunte en casos, por lo menos en aquellas comunidades que han abierto lugares de reunión social.
Como se puede ver, los repuntes -o más bien el cambio de tendencia- han llegado ya a Francia -no así a Portugal, que sigue en un pronunciado descenso- y eso nos tiene que poner en guardia. Aunque el ritmo de vacunación en España, pese a la habitual tendencia a la autocompasión, no es ni mucho menos bajo, lo cierto es que aún no se ha llegado ni al 3% de población completamente vacunada, es decir, con sus dos dosis y sus diez días de margen. Cada día que le ganemos a la cuarta ola es clave en ese sentido.
Por ello, es importante mantener las medidas impuestas, olvidarse de excepciones de Semana Santa -en esto, insisto, parece haber consenso- e intentar mitigar un golpe que, más duro o más flojo, es muy probable que llegue a partir de la segunda semana de marzo y que se prolongue hasta principios de abril. Si la cuarta ola será la última o no, lo descubriremos pronto. Lo importante ahora es no bajar la guardia bajo ningún concepto.