Los casos de éxito frente al coronavirus han sido historias efímeras con las que los políticos se ponían medallas un día y la oposición se las arrancaba de la solapa al siguiente. En la mayoría de las veces, la toma de decisiones se ha asemejado a las escenas finales de Indiana Jones y la última Cruzada, con el protagonista avanzando a golpe de fe. Sin embargo, desde que comenzó la pandemia ha habido un rotundo caso de éxito frente a la misma que, como los buenos árbitros, apenas sí se ha hecho perceptible.
Se trata de las escuelas. "El año pasado, cuando se retrasó el inicio del colegio, Madrid estaba lleno de niños con fiebre en las urgencias", recuerda Fran Álvarez, coordinador del comité asesor de vacunas de la Asociación Española de Pediatría. La vuelta a las clases presenciales tras el parón y confinamiento desde marzo hacía temer una explosión de contagios gracias a la combinación de aulas cerradas e hiperplobadas y un tiempo más favorable para las infecciones.
En cambio, no sucedió ninguna hecatombe. "Los casos disminuyeron cuando empezó el colegio. Con la distancia social, el uso de mascarillas, etc. han disminuido también las gripes y las infecciones por virus respiratorio sincitial", afirma. "Los casos que han aparecido en los colegios son niños a los que sus padres les han contagiado".
Su compañero Fernando Moraga-Llop, vicepresidente de la Asociación Española de Vacunología, corrobora este triunfo. "En España, el tema de las escuelas ha sido un éxito, los alumnos han podido ir a la escuela, con las lógicas excepciones de un porcentaje muy pequeño de las mismas que se ha tenido que cuarentenar".
Teresa Cenarro, vicepresidenta de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria, profundiza aún más. "En Italia, Reino Unido y Alemania, los colegios han estado cerrados gran parte del tiempo. En España no, y ha sido, más que una sorpresa, una alegría corroborar lo que ya preveíamos tras los primeros experimentos de apertura de escuelas en países del norte de Europa. Por eso la Aepap nos posicionamos por la vuelta a las clases presenciales en cuanto fuera posible".
Menos ingresos en hospital
Sin duda, ha habido contagios entre los menores de edad: algo más de 350.000 desde el pasado septiembre, según datos del Instituto de Salud Carlos III. Sin embargo, el porcentaje de ingresos hospitalarios se ha reducido a la mitad en la población en edad escolar, pasando del 1,1% al 0,6% en los niños de entre 2 y 4 años, y del 0,8% al 0,4% entre los de 5 y 15 años.
"Si los niños dan positivo en el colegio es que se han contagiado en el ámbito familiar", sostiene Cenarro. "Incluso en las clases que se han cerrado tras un caso y no llevaban mascarilla (las de menores de 6 años), raramente se ha detectado un contagio secundario". Y afirma rotunda: "El ámbito escolar es el más seguro: si no quieres contagiarte, ven al colegio o al instituto".
La clave del éxito está en que las normas se han seguido estrictamente. Mascarillas, burbujas, lavado de manos, ventilación de las aulas… "Hay que destacar el gran trabajo de los profesores, cómo han adaptado la organización de entradas y salidas, las normas que hay que cumplir, etc."
Ahora que queda poco más de un mes para que finalicen las clases, la otra cara de este éxito va apareciendo de las brumas. ¿Qué pasará cuando finalice el colegio y el instituto? Comienza un periodo de tres meses en que los menores tendrán más tiempo libre y estarán menos controlados, lo que genera cierta incertidumbre entre padres, maestros y pediatras.
Los niños, barrera contra la Covid
Se ha hablado mucho de la extraordinaria capacidad de los niños como barrera del virus. Aunque hay muchas teorías al respecto, no hay ninguna verificada sobre por qué la mayoría de los menores pasa la enfermedad de forma leve o asintomática y su capacidad de contagio es mínima.
"Se piensa que la carga viral en los niños disminuye más rápidamente, o que el virus tiene que competir con otros por los mismos receptores, o que al pasar más resfriados, las defensas de los niños están más preparadas, pero no hay nada demostrado", explica la pediatra.
Lo que sí parece claro es que estas capacidades asombrosas de los niños y niñas se desvanecen al acercarse la pubertad. "Hay bastantes trabajos que diferencian entre chicos por debajo y por encima de los 10 años", recuerda. "Los adolescentes podrían transmitir la enfermedad igual que un adulto".
Los niños más pequeños han sido los perfectos cumplidores en la pandemia, asumiendo la mascarilla y el lavado de manos como parte de su día a día sin rechistar. Sin embargo, el comportamiento de los adolescentes es un misterio.
El enigma de los adolescentes
"La adolescencia es la etapa de ir en contra. Puede que se relajen, pero tampoco se puede asegurar", indica Cenaro, con un punto de confianza: "Hay que pensar que en el verano la mayoría de actividades son al aire libre, donde los contagios disminuyen".
El coordinador del comité asesor de vacunas de la Asociación Española de Pediatría, Fran Álvarez, también condiciona esa 'ola oculta' veraniega al comportamiento de los chavales. "Va a depender de que se mantengan las medidas de distanciamiento social y mascarilla. Si esto se relaja demasiado, pueden aumentar los casos, porque ellos son muy susceptibles".
Quizá el factor más importante es externo. La vacunación en las personas mayores ha propiciado una cuarta ola más suave que las anteriores, con unos datos de ingresos y mortalidad mucho mejores. En un mes, la gran mayoría de personas vulnerables estarán vacunadas y el virus circulará sobre todo en adultos jóvenes, por lo que las consecuencias de esta 'ola oculta' de la Covid-19 pueden verse minimizadas.
Sin embargo, Teresa Cenarro advierte de que las medidas no se pueden relajar. "El virus sigue circulando aunque ya haya un porcentaje de la población vacunada. Además, ninguna vacuna es efectiva al 100%". El verano es una época para ver a familiares, entre ellos, los abuelos, "que siguen siendo personas vulnerables, por lo que hay que mantener el lavado de manos, la higiene, el uso de mascarillas… Falta tiempo para conseguir la inmunidad de grupo y poder llegar a la antigua normalidad".
Por el momento, las ansias de disfrutar de tiempo libre se notan, según la pediatra, que señala que en su comunidad, Aragón, las solicitudes para acudir a campamentos se han multiplicado. "Y ha habido mucho brote en pueblos por las peñas y las fiestas encubiertas". Bajar la guardia, de momento, no es una opción.