En la carrera para neutralizar el SARS-CoV-2, la velocidad es esencial. Se ha visto en el caso de las vacunas, llevando a cabo un esfuerzo enorme para acortar tiempos de investigación sin comprometer la rigurosidad. También se ha buscado probar la eficacia de medicamentos ya conocidos, ya sea por su acción antiviral, antiinflamatoria o relacionada con cualquier aspecto del virus y la familia de donde procede, la de los coronavirus.
Sin embargo, esta última estrategia no ha ido tan bien como se esperaban, y se han ido descartado, uno tras otro, medicamentos que en principio parecían prometedores, como la famosa hidroxicoloroquina. Sin embargo, una segunda generación de medicamentos redirigidos contra la Covid-19 se acerca, basándose en una estrategia distinta.
Y esta consiste no tanto en las propiedades del virus sino de las proteínas humanas de las que se vale para penetrar en las células e infectarlas. Es lo que se propuso el equipo del biólogo molecular Nevan Krogan, de la Universidad de California San Francisco, introduciendo material genético del virus en células de riñón cultivadas en laboratorio.
De estas células obtuvieron diversas proteínas. Posteriormente, identificaron qué proteínas humanas se unían a las mismas, y con ellas elaboraron un mapa de más de 300 interacciones. El siguiente paso fue buscar qué medicamentos podían influir en esa interacción, bloqueándola y, presumiblemente, evitando la entrada del virus en la célula.
Un medicamento de 70 candidatos
Con la colaboración de diversos laboratorios en varias partes del mundo, identificaron cerca de 70 potenciales candidatos, que han ido probando, hasta encontrar que uno de ellos, plitidepsina, actualmente indicado para mieloma múltiple, actuaba sobre la proteína eEf1A, que inicia la biosíntesis de las proteínas.
El medicamento, comercializado por el laboratorio español Pharmamar bajo el nombre de Aplidin, ya ha probado su eficacia en ratones y se ha iniciado un ensayo en fase III para comprobar su actividad frente al virus. Al ser un fármaco ya aprobado, pueden ahorrarse las dos primeras fases de los ensayos clínicos, encaminadas a comprobar la seguridad del mismo, puesto que esta ya está comprobada, y puede enfocarse en evaluar su eficacia.
Esta estrategia confiere, además, una ventaja adicional frente a las nuevas variantes del coronavirus. Como explica el biólogo molecular Rocco Savino en un artículo en Nature, "nuestras proteínas no pueden mutar tan rápido con lo hacen las proteínas virales", por lo que el enfoque de la investigación de Krogan sirve para desarrollar medicamentos "que pueden mantener su efecto incluso contra nuevas mutaciones del virus".
Pharmamar obtuvo hace menos de un mes la autorización de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios para llevar a cabo el ensayo Neptuno en 122 pacientes de 18 a 80 años que hayan sido hospitalizados de urgencia por el coronavirus.
Este ensayo evaluará su acción en comparación con la dexametasona y con la combinación de dexametasona y remdesivir, los tratamientos que se utilizan actualmente en personas ingresadas por Covid-19.