La carrera por encontrar el eslabón perdido del coronavirus que ha provocado la mayor pandemia de los últimos cien años se estrecha. Sin embargo, todavía hay un hueco en la línea evolutiva de este virus que permita dilucidar su auténtico origen. Mientras tanto, especulaciones de todo tipo llenan ese tramo oculto.
Los investigadores del Instituto de Virología de Wuhan, centro que se encuentra en el punto de mira de las pesquisas sobre el origen de la pandemia, han publicado un artículo científico sobre unos virus encontrados en una provincia del sur de China años antes de que todo estallara. Genéticamente, son los más cercanos al SARS-CoV-2 hasta el momento.
El primero de ellos ya se conocía: se llama RaTG13 y proviene de un murciélago. Los trabajadores del Instituto lo descubrieron en 2013, cuando acudieron a la provincia de Yunnan al conocer el caso de seis trabajadores que acudieron a una mina a recoger guano (excremento de murciélago, apreciado como abono) y que resultaron infectados con síntomas similares a los de los coronavirus, en abril de 2012. Tres de ellos murieron.
Ahora se describen las características de otros virus recolectados en una visita posterior, en mayo de 2015. Obtuvieron ocho muestras muy similares entre sí y que, analizadas ahora, comparten una similitud muy alta con el SARS-CoV-2.
Tanto es así que RaTG15, la cepa que se tomó como representativa del grupo, era idéntica en un 95,3% al SARS-CoV-2 en los siete dominios genéticos utilizados para clasificar las especies de la familia Coronaviridae. En general, su similitud genética es del 77,6% y, respecto del punto de unión con el receptor (la parte de los picos del virus que se una a las células para infectarlas), comparte el 72,6% de la secuencia de aminoácidos.
Tanto RaTG15 como SARS-CoV-2 utilizan la proteína ACE2 como receptor de entrada en las células, si bien –y aquí viene la característica diferencial– en el primer caso apenas muestra afinidad con las provenientes de seres humanos, aunque sí con las de murciélagos.
Afinidad con las proteínas humanas
Los investigadores, comandados por Shi Zheng-Li, directora del Centro para Enfermedades Infecciosas Emergentes del Instituto de Virología de Wuhan, remarcan que hay una mayor afinidad con el receptor ACE2 humano en otros coronavirus hallados en este tiempo, como los provenientes del pangolín. Eso hizo sospechar, en un principio, que este animal era el eslabón perdido del paso del SARS-CoV-2 a humanos, algo que fue posteriormente descartado.
El artículo donde los científicos de Wuhan comparan las similitudes y diferencias de este virus con el causante de la pandemia no ha sido revisado por expertos independientes de momento. Sí lo fue otro donde analizaban la similitud con RaTG13, el virus que fue recogido con anterioridad en el mismo lugar. Este es el que tiene más identidades genéticas con el SARS-CoV-2 hasta el momento.
Los autores concluyen que, "a pesar de que se especula con un posible escape de RaTG13 de un laboratorio como causante del SARS-CoV-2, la evidencia experimental no puede apoyarlo", y se inclinan por la versión del pangolín.
Precisamente, esa especulación sobre los orígenes del virus ha aumentado en los últimos días tras saberse que varios trabajadores del Instituto contrajeron, en septiembre de 2019, una enfermedad con síntomas similares a los de la Covid-19.