El verano de 2020 vivió probablemente los meses más tranquilos del último año y medio de pandemia. Con una incidencia bajo mínimos, creíamos que habíamos derrotado al virus o que, por lo menos, lo peor ya había pasado y no volveríamos a conocer un estado de alarma en mucho tiempo.
Sin embargo, había algo que perturbaba esa tranquilidad casi perfecta. En agosto empezaron a documentarse las primeras reinfecciones por Covid-19. Personas que habían contraído el SARS-CoV-2 en los últimos meses comenzaron a notar de nuevo los síntomas y, aunque en la mayoría de los casos pasaban la enfermedad de forma leve, hubo alguna muerte relacionada con reinfecciones (en personas con enfermedades crónicas graves).
La cuestión de la reinfección es una de las que más dudas ha generado en el manejo de la pandemia. La existencia de personas que han pasado el virus dos veces daba a entender que la inmunidad natural, es decir, la que se consigue una vez se pasa la infección, es limitada. Sin embargo, pese a que se sospecha de más de 2.000 casos de reinfección en todo el mundo, a finales del año pasado solo se había conseguido documentar una treintena.
Los principales estudios sobre el tema señalan que la probabilidad de contagiarse de nuevo una vez recuperados de la enfermedad es muy baja. La frecuencia de reinfección en los seis principales estudios llevados a cabo oscila entre el 0,02% y el 0,67%. Aunque son estudios bastante heterogéneos, que incluyen desde 12.000 a 4 millones de participantes y con seguimientos de entre 100 y 245 días, el cálculo del riesgo de reinfectarse es similar: ligeramente por encima del 0,1%. Es decir, que volverá a contagiarse una persona de cada mil que haya pasado la Covid-19.
Extrapolando al entorno español, si hay entre un 10% y un 15% de personas que han superado el coronavirus de forma sintomática o asintomática (esto es, entre 5 y 7 millones de individuos), volverían a contraer el virus, como mucho, unas 7.000 personas. Hay que tener en cuenta, eso sí, otros factores que afectan a esta cifra tanto positiva como negativamente, como la vacunación y el tiempo: las investigaciones han abarcado un espacio temporal de hasta ocho meses; lo que pase con la inmunidad a partir de esa fecha todavía está poco estudiado.
El riesgo de las nuevas variantes
Lo que se va conociendo mejor es en qué medida afectan las nuevas variantes a la reinfección y dos cosas parecen claras: que la cepa británica no aumenta el riesgo y que las sudafricana y brasileña sí lo hacen. "En los lugares donde aumentó la circulación de la variante B.1.1.7 (británica) no parece que aumentaran las reinfecciones", explica la última publicación del Ministerio de Sanidad referida a los parámetros epidemiológicos de la pandemia.
"Sin embargo, las variantes B.1.351 y P.1 podrían haber producido un mayor número de reinfecciones en Sudáfrica y Manaos [en la Amazonía brasileña] respectivamente al haber causado aumentos importantes en la incidencia en poblaciones con una alta inmunidad debida a la infección previa". El documento técnico señala la mutación E484K, presente en estas dos variantes pero también en otras como las detectadas en Colombia o los estados de Nueva York y California, en Estados Unidos, como posiblemente relacionada con el escape inmune.
Otro de los factores clave en la reinfección es la edad. Los estudios que han abordado esta posibilidad se dividen en dos: los que se han hecho entre los profesionales sanitarios y aquellos que han analizado la población en su conjunto. En estos últimos se ha comprobado que la incidencia de las reinfecciones es mayor en personas de más de 65 años, dejando entrever que la duración de la inmunidad es menor en este grupo de población. Este hecho es el prinicipal sustento de la hipótesis de que, en el futuro, habrá ciertas personas que tengan que vacunarse de la Covid-19 con una periodicidad anual.
Sin embargo, el documento del Ministerio de Sanidad ofrece un apunte que matiza esta posibilidad: la incidencia de reinfecciones fue similar en aquellos estudios que duraron entre tres y seis meses que en los que hicieron seguimiento a las personas durante siete meses o más, por lo que es posible que el número de reinfecciones no aumente demasiado a medida que pase el tiempo. Tampoco hay diferencias, hace notar el departamento que dirige Carolina Darias, en cuanto al género de las personas que se reinfectan.