La historia de las vacunas contra la Covid-19 es una de las más exitosas de la medicina. Quizá no nos lo creamos en mitad de una pandemia, pero desarrollar tantas vacunas, tan eficaces, y en tan poco tiempo es un hito que no tiene parangón. Por eso no nos debe extrañar si algunas de ellas se quedan en el camino, porque es lo más normal.
El pato lo ha pagado Curevac. Basada en ARN mensajero como las de Pfizer-BioNTech y Moderna, la farmacéutica ha anunciado que su suero, llamado CvnCoV, solo ha logrado una eficacia del 47% en un segundo análisis preliminar de un ensayo clínico en el que se incluían hasta 13 variantes distintas que neutralizar.
Ha sido un varapalo. La Agencia Europea del Medicamento exige un umbral mínimo de eficacia del 50%, por lo que la autorización de uso en el continente, que se preveía para este trimestre, queda en el aire. Justo un día después de que en España se declarara el primer estado de alarma, el 15 de marzo de 2020, la Unión Europea anunciaba una ayuda financiera de 80 millones de euros para el desarrollo de esta vacuna por parte de Curevac, cuya cotización en Bolsa se ha desplomado más de un 45% tras el anuncio. En agosto del año pasado, la UE firmó un acuerdo con el laboratorio para comprar 225 millones de dosis que ahora mismo está en el aire.
"No hay que observarlo como un fracaso ni como que la vacuna de Curevac es mala: se trata de un ejercicio de transparencia", sostiene José Tuells, epidemiólogo y profesor de la Universidad de Alicante. "Harán una reformulación de la vacuna, más ensayos, y procurarán una mejor eficacia". Eso sí, la fecha de aprobación, obviamente, se retrasará.
El de Curevac es el primer gran fracaso de las vacunas contra la Covid, si bien hay otras que han estado cerca, como la china Sinovac, basada en un virus inactivado. Ensayos realizados en Brasil y Turquía ofrecían unos datos de eficacia dispares: si el del país latinoamericano arrojaba un 51%, lo justo para cumplir el requisito de la EMA, que lleva meses evaluando su solicitud de comercialización, el del euroasiático le colocaba nada menos que un 91%.
El uso en la vida real de la vacuna, no obstante, se ha asemejado más al del ensayo brasileño. De hecho, los dos países latinoamericanos más avanzados en la vacunación, Uruguay y Chile, están viviendo un pico de contagios a pesar de tener a la mitad de la población con dos dosis de Sinovac. Lo que parecía una historia de éxito ha acabado convirtiéndose en una pesadilla.
A fecha de 15 de junio, de los 21 millones de dosis inoculadas en el país andino, 16,5 millones provienen del laboratorio chino. Sin embargo, la incidencia acumulada parece disparada desde mediados de mayo, viviendo las cifras más altas de la pandemia, con 349 casos por cada millón de habitantes en la última semana.
Peor es el caso uruguayo. En un país de 3,4 millones de habitantes se han administrado la misma cantidad de vacunas, de las que 2,53 millones son de Sinovac. Pues bien, la incidencia de la Covid-19 a siete días lleva disparada desde finales de mayo por encima de los mil casos por cada millón de habitantes. Esto quiere decir que una persona de cada mil se ha contagiado en la última semana.
Las vacunas no lo son todo
La vacuna china es uno de los puntales de la inmunización frente al SARS-CoV-2 en Latinoamérica, cuya mayoría de países está viviendo los peores momentos de toda la pandemia. Pese a todo, Tuells advierte que no se puede culpar a la vacuna de la situación. "Los picos pandémicos en los distintos países no están funcionando homogéneamente. En Europa hace unos meses estábamos en lo peor y no había propagación en Sudamérica: ahora se ha trasladado esta situación a otros países".
El experto en vacunas recuerda que vencer a la pandemia no se basa solo en ellas. "Su contención combina medidas de distanciamiento social, cierre de algunos tipos de locales y vacunación. Con las vacunas no se consigue doblegar la epidemia, son una parte muy importante pero tienen que ir acompañadas de otro tipo de medidas".
A pesar de estas matizaciones, lo cierto es que cada día surgen datos que ponen a Sinovac en entredicho. En Indonesia, más de 350 profesionales sanitarios han contraído la Covid a pesar de haber sido vacunados, y hay un buen número de ellos hospitalizados. Este grupo ha sido de los primeros en inmunizarse en el país asiático, en el que la variante Delta del coronavirus está haciendo estragos.
No obstante, Sinovac, que en diciembre del año pasado recibió una inyección de 425 millones de euros por parte de la hongkonesa Sino Biopharmaceutical para producir cientos de millones de dosis, se encuentra entre las vacunas aprobadas por la Organización Mundial de la Salud, junto a las cuatro autorizadas en la Unión Europea (Pfizer, Moderna, AstraZeneca y Janssen) y otra vacuna china, la elaborada por Sinopharm.
Esta última tiene unos datos de eficacia mayores, evita los casos graves en un 79%. De hecho, es la que recibieron tanto las infantas Cristina y Elena en su visita a su padre, el rey Juan Carlos I, en los Emiratos Árabes Unidos, uno de los países que están utilizándola junto a Hungría, Pakistán y la propia China.
A pesar de estos buenos datos, esta vacuna, que utiliza partículas virales muertas, también tiene ciertos hándicaps. El primero es que, durante su investigación, se incluyó a pocas personas mayores de 60 años, por lo que su eficacia en la vida real era un misterio. Además, su capacidad neutralizante disminuía 1,6 veces frente a la variante sudafricana (conocida ahora como Beta). En esa comparación, de todas formas, había vacunas que salían peor paradas: la de AstraZeneca apenas conseguía una eficacia del 20%.
José Tuells considera que, para que una vacuna contra la Covid-19 sea valiosa, su eficacia debe situarse por encima del 80%, si bien "luego la efectividad, es decir, los datos en la vida real, suele ser algo más baja". La mencionada de AstraZeneca y la de Janssen no conseguían esas cifras en ensayos clínicos, si bien la superan cuando se trata de evitar hospitalizaciones. Otras, como la rusa Sputnik V, ha sorprendido con su alta eficacia, aunque Europa siga evaluándola varios meses después de que se haya solicitado su aprobación.
No obstante, cualquier vacuna que se desarrolle será valiosa pese a que no alcance estas cifras de beneficios. Quizá no en Europa, "que parece que tiene asegurada la posibilidad de vacunar a todos sus ciudadanos, pero hay otras regiones del mundo en las que eso no está pasando y, de hecho, todavía están lejos de que pase", recuerda el epidemiólogo.