En el año y medio que llevamos de pandemia solo unos pocos tratamientos han llegado a superar la fase de expectativas y posicionarse como un arma básica de los médicos. La dexametasona y otros corticoides se han consolidado como terapia básica para toda aquella persona ingresada en un hospital por Covid, casi 4.000 en estos momentos, conviene recordarlo.
En cambio, otras terapias prometedoras han quedado en el olvido. Los antivirales lopinavir y ritonavir, la famosa hidroxicloroquina o la reivindicada ivermectina no han pasado el corte de la calidad científica para poder usarse de forma habitual. Otros, como el remdesivir, siguen en la sombra, ofreciendo un beneficio muy limitado.
De entre todos ellos hay un tratamiento que levantó muchas esperanzas en su momento y que, conforme han pasado los meses, ha desaparecido sin que ningún organismo lo haya despedazado, tal y como hizo la OMS con la hidroxicloroquina.
Se trata del plasma hiperinmune. A lo largo de estos meses, cuando una persona superaba la Covid se le animaba a donar plasma, ya que estaría rebosante de anticuerpos y podría servir a aquellas personas que ingresaban en el hospital y para las que no existían muchas opciones terapéuticas.
Esta técnica se ha utilizado de diversas formas anteriormente. "No tanto el suero hiperinmune sino en forma de preparados comerciales de inmunoglobulinas intravenosas como tratamiento profiláctico frente al citomegalovirus", comenta Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología. "También en pacientes con inmunodeficiencias, pero de manera distinta a como se ha utilizado en la Covid".
En busca de donantes
Desde el inicio de la pandemia se documentaron casos espectaculares de recuperación mediante el uso de plasma hiperinmune. Comenzaron en China en la primavera de 2020 y en seguida hubo hospitales españoles realizando ensayos clínicos sobre su utilización. La materia prima era sencilla de obtener, solo hacía falta personas enfermas de Covid.
Tras el fin del primer estado de alarma los contagios habían disminuido notablemente, por lo que los centros se veían incapaces para obtener más plasma. Fue con la segunda ola, bien entrado el otoño, cuando la incidencia creció de nuevo y los centros pudieron continuar recolectando plasma enriquecido con anticuerpos.
Ya en agosto, la Agencia Estadounidense del Medicamento, conocida por sus siglas en inglés como FDA, emitió una autorización de emergencia para usar este producto. La Unión Europea, por su parte, impulsó un programa de estudio sobre los beneficios del plasma y un programa continental de recolección y transfusión.
Con el paso de los meses y las distintas olas, sin embargo, la cosa parece haberse quedado ahí. Poco más se supo de los ensayos realizados por los hospitales. La última revisión de Cochrane (un organización dedicada a evaluar la calidad de la investigación biomédica sobre distintas cuestiones) sobre este tema daba carpetazo a esta esperanza: no hay un efecto beneficioso del plasma en el tratamiento de la Covid-19 moderada o grave y se desconoce cómo afecta al leve o asintomático.
La conclusión se basa en el análisis de 13 estudios con un total de 48.509 participantes. La revisión indica que el plasma de convalecientes no supone ninguna diferencia con el estándar en el número de muertes por cualquier causa hasta 28 días después del tratamiento, y poca o ninguna diferencia en cuanto a la mejoría de la enfermedad medida en la necesidad de asistencia respiratoria. Cochrane estima, además, que la calidad científica que avala ambas conclusiones es alta.
"Las guías no han recomendado su uso para tratar a pacientes graves", apunta López Hoyos. "Los ensayos clínicos no han mostrado evidencias claras de que haya una mejoría significativa". Aventura una explicación: "El plasma se aplicó en momentos de emergencia, con cuadros patológicos en marcha, y se piensa que puede haberse utilizado demasiado tarde para evitar cuadros de inflamación e hiperinflamación como la tormenta de citoquinas".
El inmunólogo aclara que el razonamiento detrás de su uso tiene mucha lógica y que, aunque los ensayos planteados no hayan dado un resultado positivo, "se está mirando en fases más precoces, incluso sin llegar a ingresar, pero todavía no disponemos de datos". Según Cochrane, siguen en marcha más de 130 estudios sobre este tratamiento.
Jóvenes, leves e inmunodeprimidos
Con todo, lo centros de transfusión autonómicos siguen recogiendo donaciones de plasma. "Seguimos extrayendo plasma hiperinmune pero en menos cantidad puesto que la demanda hospitalaria ha bajado mucho", explican desde el Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid.
"De un máximo de sesenta pacientes a la semana que llegaron a tratarse con esta terapia en momentos álgidos de la pandemia a los seis que se trataron la semana pasada. Desde que la donación de plasma hiperinmune se puso en marcha en abril de 2020 en la Comunidad de Madrid, se han realizado más de 2.300 donaciones de este tipo, de las que han obtenido 4.500 unidades de plasma hiperinmune. En este momento en el stock hay más de 1.800 unidades".
El Centro de Transfusión de la Comunidad de Madrid lleva proporcionando el plasma dentro de un estudio observacional con los centros de la región ya que "se sabía que no era perjudicial para los pacientes y que podría tener efectos beneficiosos".
De la experiencia madrileña en el uso de esta terapia se observa, "de manera preliminar", que pueden beneficiarse los pacientes más jóvenes, menos graves y los que por inmunodepresión tenían una respuesta inmune deficiente. Además, "aquellos que recibían plasma con un contenido alto de anticuerpos evolucionaban mejor", indican desde el centro.
José Manuel Ramos ha vivido la pandemia en primera persona. Este internista del Hospital General Universitario de Alicante recuerda que, al principio, "cuando no había tanta evidencia, dábamos lo que teníamos", incluido plasma de convalecientes. Hoy por hoy, sin embargo, está en desuso y en su centro no se utiliza.
"Se ha empleado en muchos momentos, cuando el paciente estaba peor, tenía insuficiencia respiratoria y podía ir a Cuidados Intensivos. Sin embargo, estudios potentes demostraron que no había una diferencia clara en la mortalidad de pacientes con plasma en comparación con aquellos a los que no se les daba".
Las sociedades europea y estadounidense de Enfermedades Infecciosas no lo recomiendan, ni la OMS. "Los CDC de Estados Unidos (centros para el control de enfermedades) no dicen nada". Sin embargo, los NIH (Institutos Nacionales de Salud) no lo aconsejan, apunta el que es coordinador del grupo de trabajo de Enfermedades Infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna.
No obstante, sigue habiendo "investigadores y sociedades científicas que creen que se puede utilizar en inmunodeprimidos y trasplantados. Si nuestro estado defensivo no es bueno, el plasma puede ayudar a mejorarlo, no tanto para reducir la mortalidad sino para una recuperación más rápida".
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