El problema de las estadísticas de la pandemia es que parece que ha hecho invencibles a ciertos grupos de población que, obviamente, no lo son. En este año y medio las atenciones han estado tan centradas en las personas mayores de 60 años, las más vulnerables, que el resto creía que podía pasar la enfermedad como una gripe.
A ese sentimiento de invencibilidad ha contribuido, sin duda, uno de los éxitos sin paliativos de la pandemia: la contención de la Covid-19 en las aulas, ya fuera de los colegios, los institutos o universitarias. Este triunfo ha dado pie a un mito de que la enfermedad pasa de forma 'suave' en menores de edad y en adultos jóvenes.
Solo ahora, con una avalancha de contagios en los grupos más jóvenes, los que todavía no estaban vacunados (e incluso se llegó a dudar de la utilidad de vacunarles), empezamos a ser conscientes de las consecuencias. Efectivamente, el porcentaje de estos contagiados que sufrirá la enfermedad en sus formas más serias será menor que en otros grupos demográficos, pero los centros sanitarios ya están comprobando que, aún así, se llenan de casos no precisamente fáciles.
En una entrevista a EFE, la coordinadora de la Unidad de Covid Persistente Pediátrico del Hospital Germans Trias i Pujol, María Méndez, ha advertido de que hay un 10% de niños que pueden tener síntomas que duren más allá de los dos meses. Incluso se pueden dar casos de síntomas persistentes en el tiempo en niños que pasaron la primera fase de la enfermedad de forma asintomática. "Nos tememos que vamos a tener un aluvión de pacientes con Covid persistente", ha indicado.
Septiembre va a ser clave. La Covid persistente está definida como síntomas que persisten más allá de las ocho semanas tras la infección. Por tanto, el crecimiento exponencial de los contagios entre los menores de edad (la incidencia actualmente se sitúa en 292 hasta los 11 años, y en 1.385 entre los 12 y los 19) en las últimas dos semanas tendrá un efecto retardado en el sistema de salud este otoño.
Complicaciones de la Covid-19 en jóvenes
Precisamente sobre estos efectos también advierte un estudio en The Lancet que mira algo más allá y señala que las complicaciones por la Covid-19 es probable que causen una presión sustancial sobre el sistema de salud "en los próximos años".
La investigación se ha centrado en 80.000 pacientes mayores de 19 años que han acudido alguna de las 302 instalaciones del sistema de salud británico recogidas en el estudio entre enero y agosto del año pasado. De ellos, unos 1.500 tenían menos de 30 años.
Los investigadores afirman que la mitad de los pacientes que fueron hospitalizados sufrió al menos una complicación en algún órgano. Entre los jóvenes, fue algo más de uno de cada cuatro (el 27,5%).
En este grupo, el 35,7% tuvo complicaciones sistémicas, es decir, que afectaban a más de un órgano. Así, las renales (30,65%), respiratorias (35,2%) y gastrointestinales (33,8%) fueron las más frecuentes, en menor medida lo fueron las cardiovasculares y las neurológicas.
Los autores del estudio advierten de que, a pesar de que los pacientes menores de 50 años tienen, por lo general, menor riesgo de muerte, "hemos hallado altas tasas de complicaciones en todos los grupos de edad", incluso en jóvenes que no tenían comorbilidades (enfermedades que pueden empeorar el pronóstico).
En España, según los informes que realiza cada semana el Instituto de Salud Carlos III, ha habido más de 700 hospitalizaciones y una veintena de ingresos en UCI entre las personas menores de 30 años en los últimos 14 días. A estas cifras hay que añadir dos muertes. El mito de la invencibilidad de tambalea.