Hace alrededor de dos meses, los números de contagios de Covid-19 en nuestro país comenzaron a engordar de nuevo. Pasamos de tener unos 3.500 casos diarios a un pico de más de 25.000 a finales de julio.
La magnitud de la quinta ola nos golpeó de sorpresa y las alarmas se dispararon: la incidencia a 14 días superaba los 700 puntos, y en algunas franjas de edad se superaban los 3.000. Esto quiere decir que 3 de cada 100 jóvenes españoles (la población más afectada) se habían contagiado de la Covid en las últimas dos semanas.
Sin embargo, el número de hospitalizaciones, aunque importante, no siguió el mismo crecimiento espectacular. El pico de ingresos diarios llegó a 5.000, algo más que en la cuarta ola pero muy lejos de las cifras de la anteriores embestidas del SARS-CoV-2.
Alemania está comenzando a vivir una situación similar. El país germano está en pleno auge de su cuarta ola, comunicando casi 6.000 nuevos casos diarios, que han crecido un 158% en las últimas dos semanas. Comenzó poco después que la quinta española pero su crecimiento no fue tan explosivo. Sin embargo, mientras en España las cifras se van reduciendo, allá da la impresión de que la curva todavía está lejos de doblarse.
Con esta situación por delante, la canciller Angela Merkel ha anunciado que abandonan la incidencia de contagios como criterio para decidir nuevas restricciones. A partir de ahora se centrarán en la presión hospitalaria.
"Es un paso lógico", estima Juan Antonio Sanz Salanova, portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene. "Es mucho más sencillo medir ingresos que tasa de contagios", que puede verse influida por el número de asintomáticos o positivos autodiagnosticados con tests que se compran en farmacias pero que no comunican la infección.
Además, "están entrando algunos elementos que pueden distorsionar el significado de algunos indicadores". Las altas tasas de cobertura vacunal y una variante, la Delta, mucho más contagiosa "pero que probablemente sea algo menos letal", han alterado la correlación entre las cifras de contagios y las de hospitalizaciones, ingresos en UCI y, en última instancia, muertes.
Con todo, los espacialistas consultados por el EL ESPAÑOL advierten de que mirar las hospitalizaciones tampoco es la solución. "Es un indicador tardío", afirma Salvador Peiró, investigador en Salud Pública de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana, Fisabio.
"Si observas la incidencia acumulada verás qué hospitalizaciones tendrás en los próximos días", explica. "Tienes indicadores que van por secuencia temporal: a incidencia le sigue ingresos, que le sigue UCI y muertes, que es lo que está pasando ahora". En efecto, a pesar de que las cifras de contagios y la incidencia se han reducido en lo que va de agosto en España, las hospitalizaciones solo han comenzado a bajar en los últimos días.
Peiró, al igual que Sanz, admite que esta relación entre contagios y presión hospitalaria ha variado. "Esto no quiere decir que la incidencia no tenga valor, sino que los puntos de corte han cambiado". En Alemania el indicador clave era la incidencia a 7 días y establecía esos puntos en 35, 50 y 100 casos por cada 100.000 habitantes. En España, el 'semáforo' acordado entre Gobierno y comunidades autónomas establecía cortes en 10 casos, 25, 75 y 125.
El investigador de Fisabio hace notar que "antes, con 300 puntos de incidencia, teníamos a todo el mundo encerrado. Ahora hemos dejado a Delta campar a sus anchas y estamos viviendo como si no hubiera pandemia".
Aquí introduce otro punto clave: la interpretación de los datos. Lejos de juzgar el sistema español como demasiado complejo (se basa en ocho indicadores principales y 21 complementarios), señala que lo esencial está en saber en qué punto nos hallamos para valorar adecuadamente los siguientes pasos que dar. "A nosotros nos da lo mismo el semáforo porque lo interpretamos". El indicador que más guía ahora en España es el de hospitalizaciones, "pero es tardío, si empieza a subir nos cuesta mucho bajarlo, así que toca seguir mirando todos".
Saber interpretar los números
Al igual que se ha venido haciendo a lo largo de la pandemia, esta interpretación volverá a variar cuando, en otoño, se alcance la práctica totalidad de la población española vacunada y se introduzcan nuevos factores como la vuelta a las clases y el trabajo presencial. "Lo que hemos aprendido hasta ahora nos vale poco porque la situación ha cambiado y estamos enfrentando una alta transmisión con bajas medidas".
Sanz Salanova comparte visión. "Tendremos que evaluar cómo se comporta la pandemia a medida que la vacunación se complete". El punto de inflexión será cuando los grupos que han entrado a la vacunación más tarde (los menores de 39 y, sobre todo, los de entre 12 y 19 años) tengan coberturas casi completas. "Habrá que analizar en qué situación nos quedamos y qué indicadores tenemos que tomar".
El preventivista recuerda que, cuando la pandemia irrumpió, "era el colapso del sistema sanitario lo que nos preocupaba". La incidencia acumulada era la forma de medir cómo se llenarían los hospitales poco después.
Cuando la gravedad ha ido disminuyendo, "lo que nos preocupa más ahora es la ocupación de los hospitales". En la situación actual, España tiene "un potente sistema de rastreadores y búsqueda de casos de infección activa", por lo que la toma de decisiones se ha realizado alrededor de los ingresos, "que a la hora de la verdad pesan más y es lo que preocupa a la población". Eso sí, sin perder de vista otras cifras que, como en un juego de detectives, nos seguirá dando pistas para adivinar el comportamiento de un virus que se ha mostrado mucho más escurridizo de lo que nos hubiera gustado.
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