El 9 de junio de 2020 le diagnosticaron un cáncer gástrico a la periodista y fotógrafa Olatz Vázquez. Desde ese momento estuvo narrando en primera persona lo que era vivir con un tumor muy agresivo, que ya había metastatizado, teniendo apenas 26 años. El 3 de septiembre, un año y tres meses después del diagnóstico y tras 18 ciclos de quimioterapia, murió en su casa de Sopela, en Vizcaya.
El testimonio de Olatz a través de las redes sociales y de su proyecto fotográfico es algo valiosísimo. Sin paños calientes ni intentos de camuflar la realidad, la periodista fue narrando el proceso inexorable de la enfermedad, cómo decidió raparse antes de que se le cayera todo el pelo; cómo su cuerpo, ya de por sí delgado, iba empequeñeciéndose aún más.
En sus autorretratos no ocultaba ni la realidad de su cuerpo ni las lágrimas tras cada duro revés, las alegrías tras las buenas noticias y la amargura tras las malas. También mostraba agradecimiento a las personas que le rodeaban en el Hospital de Cruces (Bilbao) y las que le recibieron en Vall d'Hebron, cuando optó a un tratamiento experimental al ver que la terapia estándar no estaba dando resultado.
Vázquez llevaba más de un año notando molestias abdominales. Los médicos que vio apuntaban que podía ser celiaquía, gastritis o una úlcera. Le detectaron anemia y, en febrero de 2020, le dieron cita para hacerle una gastroscopia en abril, pero la pandemia lo retrasó todo y no fue hasta ese fatídico 9 de junio cuando se la acabarían realizando.
El diagnóstico: cáncer gástrico en estadio IV. Esto es, había ocurrido metástasis y el tumor se había diseminado por el abdomen. No es un tumor infrecuente: de hecho, es el quinto más común en todo el mundo, aunque en los países occidentales su incidencia está decreciendo ligeramente por la reducción de infecciones por la bacteria Helicobacter pylori. En España representa la sexta causa de muerte por cáncer.
No hay programas de cribado para detectar este tumor. Suele diagnosticarse en estadios avanzados y ser agresivo. Alrededor de uno de cada cuatro diagnosticados sobrevive a los primeros cinco años tras el diagnóstico cuando se detecta en estadios precoces y se le puede aplicar cirugía, según datos de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
Sin embargo, dos tercios de los diagnósticos suelen ser en estadios localmente avanzados o metastásicos, como el de Olatz Vázquez. En estos casos, el pronóstico es desfavorable y el 50% de los pacientes no sobrevive más de 12 meses.
La quimioterapia (oxaliplatino o cisplatino en combinación con otros fármacos como las fluoropirimidinas) es el tratamiento estándar. La inmunoterapia con pembrolizumab también está ofreciendo resultados comparables en algunos subgrupos de estos tumores y es menos tóxica que la quimioterapia. Actualmente, hay otras inmunoterapias ensayándose como primera línea de tratamiento.
Covid-19 y cáncer
El caso de Olatz Vázquez es revelador de cómo el cáncer es algo descartado por defecto en las personas jóvenes, a pesar de que este 2021 se estima que unas 15.000 personas menores de 45 años sean diagnosticadas de un tumor, un 5,6% del total de diagnósticos de cáncer en España.
Susana vivió algo parecido. "Estuve un año con un bulto en el cuello que me fue creciendo", explica a EL ESPAÑOL. "Todo el mundo decía que era un ganglio, así que fui al médico de cabecera. Como había dejado de comer carne un tiempo antes, me dijo que era mi cuerpo que estaba desintoxicándose".
Pero el bulto seguía molestándole y unos meses después le pidieron una ecografía. Resultado: cáncer de tiroides en estadio II. Tenía 35 años. Le operaron y, al detectarle metástasis seis meses después, le trataron con radioyodo. Han pasado tres años desde entonces y se ha sometido a más operacioes y otros ciclos de radioterapia.
Afortunadamente, su cáncer tiene una alta supervivencia. "Tenía una amiga doctora y me comentó que era el mejor de los cánceres que me podían haber tocado", lo que la tranquilizó bastante. Pero se reconoce en esa incredulidad de los médicos que tuvo que sufrir Olatz. "Me parece un poco fuerte. Si una personase está quejando de que le duele algo, no lo achaques a otra cosa así a ojo de buen cubero: para eso son médicos". A Vázquez llegaron a decirle que sus dolores eran menstruales.
"Muchas veces desistes. Yo sigo con problemas en el cuello, con molestias… Todo el mundo me dice que no debería estar pasando por esto. Se supone que mi dosis de medicamento es la correcta, que no debería de notar nada pero yo no soy la misma persona, ni física ni emocionalmente, que antes de operarme".
Aunque ella fue diagnosticada antes de la pandemia, ha tenido que someterse a operaciones con los hospitales en alarma por Covid. Sin embargo, "en cuanto detectaron que mi bulto ha estado creciendo, ha sido rapidísimo todo, enseguida programaron la intervención".
Begoña Barragán, presidenta del Grupo Español de Pacientes con Cáncer (Gepac), corrobora esta visión. "Ha habido muchas personas que se les ha diagnosticado tarde porque la situación de la atención primaria está regular. Sí que es cierto que, cuando entras en el circuito de Oncología no hay tapón, pero el problema fundamental es que, por la pandemia, no se están haciendo las consultas como se deben hacer, se hace mucha consulta telefónica en primaria sin hacer una exploración física, pedir pruebas…"
Es habitual, también, que se escapen más fácilmente los diagnósticos de cáncer en personas jóvenes, "con Covid y sin Covid. Es más difícil que se sospeche de un cáncer en una persona joven que acude a su médico de familia por alguna molestia".
La SEOM calculaba que unas 55.000 personas con cáncer han empezado tarde su tratamiento por culpa de la pandemia. Las consecuencias las seguiremos viendo después de que finalice. "Se están escapando muchos casos y como consecuencia de ello vamos a tener peores pronósticos", afirma Barragán.
Vázquez colaboró en varias ocasiones con Gepac. Barragán admira el discurso crudo y no idealizado de la periodista. "Las falsas expectativas que pueden crearse los pacientes a veces hacen más daño que la propia realidad. Antes se ocultaba, ahora el paciente tiene información de primera mano".
También ofrecía el testimonio de una parte de la población que no se suele tener en cuenta por su edad, pero que ahí está: el cáncer en edades infantiles es visible por la tragedia que supone; en edades avanzadas, por su frecuencia. Pero puede sorprender a cualquier persona en cualquier edad.