Los adultos que son obesos pero parecen sanos (sin anomalías metabólicas comunes como hipertensión arterial, grasas sanguíneas anormales o diabetes) no corren mayor riesgo de sufrir un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular o una muerte cardiovascular que los individuos sanos de peso normal, pero tienen alrededor de un 33% más de probabilidades de desarrollar insuficiencia cardíaca y fibrilación auricular, según un estudio nacional de Francia que siguió a casi 3 millones de pacientes hospitalizados mayores de 18 años durante al menos 5 años.
Los resultados, que se presentan en la Reunión Anual de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) indican también que el riesgo de insuficiencia cardiaca era especialmente alto en los individuos metabólicamente poco saludables, independientemente de su peso.
"Esta nueva y mejor evidencia disponible nos dice que, a nivel poblacional, la idea de que un gran número de personas pueden ser obesas pero metabólicamente sanas es sencillamente falsa", advierte el autor principal, el doctor Laurent Fauchier, del Centre Hospitalier Universitaire Trousseau de Tours (Francia).
Por ello, subraya que "fomentar la pérdida de peso en las personas con obesidad, independientemente de si son metabólicamente sanas o no, ayudará a prevenir la fibrilación auricular y la insuficiencia cardiaca. Nuestros hallazgos también ponen de manifiesto la importancia de prevenir la mala salud metabólica –añade– y sugieren que incluso las personas con peso normal pueden beneficiarse de un tratamiento médico y conductual temprano para mejorar su dieta y aumentar la actividad física con el fin de protegerse contra el ictus".
La obesidad (IMC superior a 30) afecta a casi todos los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, en particular los relacionados con el síndrome metabólico, como la hipertensión arterial, el mal control de la glucemia o la diabetes, y las grasas anormales en la sangre, que duplican el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares como infartos de miocardio e ictus. Sin embargo, algunas personas con obesidad parecen estar libres de estas anomalías metabólicas: se estima que hasta un tercio de las personas obesas podrían ser metabólicamente sanas.
Durante muchos años se ha debatido si esta 'obesidad metabólicamente sana' se asocia a un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y las investigaciones realizadas hasta ahora han arrojado resultados contradictorios.
Sigue sin estar claro cómo afectan el peso y el estado metabólico al desarrollo de diferentes eventos cardiovasculares tanto en individuos sanos como obesos, debido a las limitaciones de los estudios anteriores, entre las que se incluyen: la falta de análisis de diferentes eventos de enfermedad cardiovascular y la falta de ajuste por factores de confusión como la edad, el sexo y los antecedentes de tabaquismo.
'Obesos metabólicamente sanos'
Para investigar más a fondo, los investigadores analizaron las historias clínicas de todos los pacientes ingresados en hospitales franceses entre enero y diciembre de 2013 con al menos 5 años de datos de seguimiento completos.
Alrededor de 2,9 millones de adultos (de los cuales 272, 838 [9,5%] padecían obesidad) que no habían sufrido un evento cardiovascular importante (es decir, un infarto de miocardio, un accidente cerebrovascular isquémico o una insuficiencia cardíaca) y que no tenían un peso inferior al normal al inicio del estudio se dividieron en grupos según la categoría de IMC y la salud metabólica (si tenían tres anomalías metabólicas: presión arterial alta, niveles inusualmente altos de colesterol y otras grasas en la sangre, o diabetes).
Los participantes que no presentaban ninguna de estas anomalías fueron clasificados como 'obesos metabólicamente sanos'. Los investigadores ajustaron varios factores que podrían haber influido en los resultados, como la edad, el sexo y el hábito de fumar.
Durante un seguimiento medio de 5 años, se registraron 510.439 nuevos episodios cardiovasculares importantes, incluidos 77.924 infartos de miocardio, 391.637 casos de insuficiencia cardíaca, 84.042 accidentes cerebrovasculares y 100.633 muertes por enfermedades cardiovasculares. Además, 257.287 pacientes desarrollaron fibrilación auricular.
El análisis descubrió que las personas con obesidad metabólicamente sana tenían un 22% más de riesgo de sufrir un nuevo evento cardiovascular importante que las personas con peso normal sin anomalías metabólicas.
También tenían un 34% más de riesgo de padecer insuficiencia cardíaca y un 33% más de probabilidades de desarrollar fibrilación auricular, que puede mermar considerablemente la calidad de vida y provocar un ictus. Sin embargo, no tenían un mayor riesgo de sufrir un ataque al corazón, un accidente cerebrovascular o una muerte cardiovascular que las personas metabólicamente sanas con un peso normal.
El análisis también mostró que los hombres se enfrentan a mayores riesgos que las mujeres: en comparación con los hombres de peso normal sin anomalías metabólicas, los hombres con obesidad metabólicamente sana tenían un 61% más de riesgo de sufrir eventos cardiovasculares; mientras que las mujeres con obesidad metabólicamente sana tenían un 50% menos de probabilidades de sufrir un infarto que las de peso normal.
Los autores reconocen que sus resultados muestran asociaciones observacionales más que causa y efecto. Señalan algunas limitaciones, entre ellas que el estudio incluyó a personas tomadas de un país con una población caucásica predominantemente blanca, por lo que los resultados no pueden generalizarse a todos los grupos étnicos de otros países.