En la estrategia para mitigar y acabar con la pandemia, los tratamientos para los enfermos han sido el hermano pobre. Tras los fracasos de la hidroxicloroquina o la ivermectina y la discreta actuación del remdesivir, ha ido quedando un puñado de opciones (dexametasona, interleuquina 6) que ha salvado muchas vidas a pie de cama hospitalaria. Pero faltaba algo más, algo que impidiera que esa persona contagiada y vulnerable terminara, precisamente, en el hospital.
El laboratorio norteamericano MSD acaba de anunciar el 'eslabón perdido' en el tratamiento de la Covid, una pastilla que reduce a la mitad la probabilidad de hospitalización y muerte una vez contraída la enfermedad. Y esto, como se ha visto en la quinta ola, sigue siendo tan necesario como el primer día.
Se trata de molnupiravir, un antiviral que en principio estaba enfocado a la gripe y que la farmacéutica presentará para su aprobación de urgencia tras haber frenado el ensayo por la recomendación de un grupo de expertos, que consideraban que no era ético continuar con una parte de los participantes habiendo recibido un placebo en lugar del fármaco real.
"Esto se produce muchas veces en los ensayos", advierte Julián Olalla, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, para calmar los ánimos de aquellos que levantan una ceja ante el adelantamiento de los procedimientos para hacer llegar medicamentos y vacunas contra la Covid a las personas. "Siempre hay un grupo independiente que debe dar su ok a la continuación del ensayo o frenarlo, bien por un fracaso del fármaco, bien porque los beneficios son claros. Si se ha hecho así [pararlo] es porque las reglas del juego se han respetado".
Molnupiravir, que también se conoce como MK-4482/EIDD-2801 en los ensayos clínicos, comenzó su andadura como un fármaco contra la gripe, pero la pandemia se cruzó en su camino y se decidió probar con el nuevo virus, algo que tampoco es inhabitual. "Los antivirales suelen experimentarse de un modo general", comenta Lorenzo Armenteros, portavoz sobre Covid-19 de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia. "Para un virus tan frecuente como la gripe es normal que se prueben todos".
Desde un primer momento, la pastilla ofreció unos datos prometedores. En diciembre del año pasado, un estudio publicado en Nature Microbiology informaba de que cortaba la transmisión del virus en hurones contagiados en tan solo 24 horas.
Poco tiempo después, en enero, MSD anunció que abandonaba la investigación de vacunas contra la Covid-19 al no haber conseguido resultados notables con los compuestos que estaban probando, y que se centraría en el desarrollo clínico de dos antivirales. El más avanzado, conocido como MK-7110, fue abandonado en abril.
Personas en riesgo de Covid grave
Los resultados definitivos de molnupiravir se esperaban para mayo de 2021, pero se hicieron esperar unos meses más. El 5 de agosto se inscribió el último de los 775 pacientes que han servido para demostrar la eficacia del fármaco (el ensayo se ha detenido cuando había casi 1.550 voluntarios de los 1.850 que se pretendía reclutar). Se les ofreció tomar un comprimido cada 12 horas durante 5 días, aunque se dividió a los pacientes en varios grupos para ofrecerles diferentes dosis (200 mg, 400 mg y 800 mg). No ha trascendido qué dosis ha sido la idónea.
Las características de los participantes eran, por supuesto, haber contraído la Covid en los últimos cinco días, tener síntomas y, al menos, alguna condición que estuviera asociada a riesgo de sufrir una forma grave de la enfermedad: obesidad, hipertensión, diabetes, avanzada edad, etc. Un total de 173 centros de todo el mundo (incluída España) han participado en el estudio, que preveía finalizar su primera fase el próximo 8 de noviembre.
Pero los datos de MOVe-OUT, el ensayo clínico frenado, han sido claros. MSD anunciaba el pasado viernes que, entre las 357 personas que tomaron un placebo ingresaron 53, un 14,1%, y acabaron muriendo 8. De aquellas 385 que recibieron el fármaco auténtico ingresaron 28, un 7,3%, y ninguna murió.
José Manuel Ramos, coordinador del grupo de enfermedades infecciosas de la Sociedad Española de Medicina Interna, considera estos resultados muy buenos, aunque le llama la atención que el porcentaje de hospitalizaciones en aquellas personas que tomaron el fármaco se equipara al de personas ingresadas en España por Covid entre julio y septiembre. "En las primeras olas era un 10%. En las siguientes, alrededor del 7%. Pero me parece perfecta la existencia de este fármaco si logramos evitar la mitad de ingresos".
Las variantes no le afectan
En un 80% de los pacientes se había secuenciado el virus y aparecieron las variantes Delta, Gamma y Mu. Eso no fue obstáculo para el fármaco antiviral, pues las mutaciones características de las mismas se acumulan en la proteína S, la que se une a las células para infectarlas, y molnupiravir busca otro medio de atacar al SARS-CoV-2.
"El virus tiene una ARN polimerasa, una enzima que produce copias de su ADN, y el antiviral induce errores en la copia para que fracase su replicación", explica Julián Olalla. "El mecanismo de acción es el de un antiviral clásico". Al no poder reproducirse, la infección no avaza. "Aunque no mata al virus en el sentido clásico del término, en cierto modo lo elimina".
El experto en enfermedades infecciosas indica que el número de efectos secundarios se ha mostrado similar a los notificados con el placebo, "lo que suele pasar con los antivirales, tanto los de vía oral como la intravenosa". Los resultados de la investigación todavía no han sido publicados en una revista científica (que da legitimidad a los datos), por lo que no se han desentrañado todavía todas las reacciones adversas.
MSD, que ha desarrollado el fármaco conjuntamente con Ridgeback Therapeutics, ha anunciado la presentación inmediata de la solicitud para que Estados Unidos lo apruebe por la vía urgente, a lo que presumiblemente seguirá Europa.
En marcha hay otro estudio, esta vez dirigido a la profilaxis de los contactos estrechos. Es decir, para evitar que los adultos que residan junto a un infectado puedan desarrollar la enfermedad. Se prevé que el ensayo finalice en abril del año próximo.
Lo mejor incluso es que molnupiravir es solo la punta de lanza de un puñado de antivirales que están por llegar y prometen cubrir ese hueco en la estrategia contra la pandemia que todavía estaba huérfano. Casirivimab e imdevimab, sotrovimab y la gran esperanza española, plitidepsina, entre otros, ofrecen un arsenal que pondrá una barrera allá donde las vacunas no llegan a tiempo.
¿El fin de la pandemia?
Y es que esta es una cuestión crucial. Las vacunas se han mostrado enormemente eficaces en prevenir formas graves de Covid, pero no alcanzan el 100%. Eso, unido a que el ritmo de vacunación se ha ralentizado enormemente en los dos últimos meses, da una idea de la importancia de estos tratamientos para controlar la pandemia.
"Va a ser un complemento para el fin de la pandemia, pero no la panacea", advierte Olalla. Este antiviral se prescribirá para personas en las que se tema que la Covid pueda progresar hacia formas graves, pero hay individuos sin factores de riesgo aparentes que han muerto por Covid y todavía está por determinar qué provoca esa evolución negativa. Y esto es algo a lo que, hoy por hoy, un médico no puede adelantarse, apunta el infectólogo.
José Manuel Ramos se muestra de acuerdo. "Es una esperanza más, pero no hay que dejar atrás la vacunación". Los especialistas en salud pública dan la bienvenida a estas opciones de tratamiento, pero alerta de que no se puede fiar el fin de la pandemia a los tratamientos, pues "que una persona enferme siempre va a ser un fracaso", señalan desde la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene.
Más optimistas se muestran los médicos de familia. "Es el complemento perfecto a la vacunación, a las medidas de contención y a la protección [de la vacuna]", indica Lorenzo Armenteros, de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia. "Sería el broche final para empezar a hablar de vencer a la enfermedad, porque hasta ahora hemos estado conteniéndola".
Armenteros apunta que la gran ventaja que supone que el fármaco sea oral y que se dirija a formas leves y moderadas es que puede recetarlo "el médico que tenga el primer contacto con el paciente, ya sea en primaria, en urgencias o en otros servicios". Pero destaca que este medicamento "sobre todo va dirigido a primaria", que hasta ahora no tiene opciones específicas para luchar contra la Covid.
En esto no están de acuerdo sus compañeros de hospital. "Es un fármaco que no va a ser barato, aí que probablemente se prescriba desde aquí", apunta José Manuel Ramos. El gobierno de Estados Unidos llegó a un acuerdo para la adquisición de 1,7 millones de tratamientos por 1.200 millones de dólares, lo que equivale a unos 700 dólares por tratamiento completo.
Julián Olalla recuerda el caso de los antivirales para la hepatitis C, que salieron a un precio desorbitado (80.000 euros por tratamiento) y fueron objeto de un plan nacional para su acceso. "Son fármacos estratégicos, las autoridades sanitarias decidirán y tendremos que establecer criterios de acceso".
MSD, espera producir un total de 10 millones de tratamientos –a 10 dosis por tratamiento, recordemos– a lo largo de lo que queda de año, y que alcanzará acuerdos de licencias para garantizar la disponibilidad del fármaco en más de 100 países con ingresos medianos y bajos. De momento, las autoridades regulatorias tienen que evaluar los datos de la farmacéutica y decidir si se administra a los pacientes, pero las vacunas ya no están solas para acabar con la pandemia.