La tercera dosis de la vacuna contra la Covid-19 está llegando con cuentagotas a España. En algo menos de un mes la decisión de inocular el preparado para evitar el SARS-CoV-2 se ha ampliado varias veces, pasando de algo más de 200.000 candidatos a recibirla a superar los once millones.
Primero fueron las personas que han sido trasplantadas de un órgano sólido o de médula. Luego llegaron los sometidos a quimioterapia e inmunosuprimidos por otras circunstancias. También se incluyó a las personas que viven en residencias. Finalmente, este martes la Comisión de Salud Pública estimó adecuado un criterio de edad.
El 7 de septiembre, la comisión –en la que están representados los técnicos de Salud Pública del Gobierno central y de las comunidades autónomas– recomendó la inoculación de una dosis adicional a algunos pacientes inmunosuprimidos. Estas personas recibirían una tercera dosis de la vacuna Covid-19 de ARN mensajero (ya sea la de Pfizer-BioNTech o la de Moderna).
La decisión se basaba en el grupo 7 de la estrategia de vacunación, referido a personas con muy alto riesgo de enfermar gravemente si contraían la Covid. Las sociedades de médicos elaboraron unas recomendaciones que fueron asumidas en buena parte por la comisión. Se trataba de ocho grupos, de los que esta seleccionó únicamente dos.
Concretamente, se trataba de aquellas que han recibido un órgano trasplantado o han sido objeto de un trasplante de médula, conocido técnicamente como de progenitores hematopoyéticos. En total sumaban unos 80.000 individuos, 60.000 de ellos del primer grupo y 20.000 del segundo.
A ellos se les sumaban otros pacientes que no estaban incluídos, al menos explícitamente, en el grupo 7 de la estrategia de vacunación. Se trata de aquellos tratados con fármacos anti-CD20, una proteína que aparece en los linfocitos B y que se sobreexpresa la mayoría de linfomas no Hogdkin.
Rituximab es el más utilizado de estos fármacos y se utiliza no solo para linfomas sino también en la artritis reumatoide, la esclerosis múltiple y otras enfermedades autoinmunes, caracterizadas porque son las propias defensas del cuerpo humano las que lo atacan. Son unas 150.000 las personas tratadas con anticuerpos monoclonales anti-CD20.
La inoculación de la tercera dosis se da pasados al menos 28 días tras haber recibido la anterior inyección, siempre y cuando hayan pasado al menos seis meses desde la finalización del tratamiento en el caso de las personas que reciben anti-CD20.
De unos pocos a todos
La semana siguiente, el 16 de septiembre, la Comisión de Salud Pública decidió ampliar esta vacuna adicional al resto de grupos de inmunosuprimidos. Aquí se incluían los tratados con quimioterapias por cáncer de órgano sólido u hematológico. En total eran unos 230.000 más, pero algunos de ellos ya estaban incluidos en la anterior decisión al recibir fármacos anti-CD20.
A ellos sumarían los alrededor de 30.000 pacientes renales en diálisis y los más de 10.000 con VIH más otras inmunodeficiencias primarias, así como las 10.000 personas con síndrome de Down y más de 40 años que viven en España, que tienen un sistema inmunitario más débil que la población general.
Hasta ahora no podíamos hablar propiamente de una dosis de refuerzo, sino de una pauta completa ampliada, y es que no estamos refiriéndonos a una caída de la inmunidad con el paso del tiempo que revele la necesidad de una tercera dosis, sino a que dos dosis no habían sido suficientes para lograr una protección adecuada, al tener el sistema inmune bajo mínimos.
Ese mismo día, sin embargo, se decidió ampliar esta tercera dosis a las personas residentes en centros de mayores. Por lo general, se trata de personas de más de 65 años con una salud más frágil que las de su franja de edad no residentes, por lo que, si bien ningún organismo científico (las agencias europea y estadounidense del medicamento, por ejemplo) había avalado esta tercera dosis en no inmunosuprimidos, hay a priori un riesgo mayor de que la Covid evolucione mal en caso de infección. Al igual que los inmunosuprimidos, la vacuna de elección es de ARN mensajero.
Criterio de edad
Un estudio realizado en 2020 por Antonio Abellán, del CSIC, y Rogelio Pujol, del Instituto Nacional de Estadística, calculaba en 314.674 el número de personas en residencias de mayores. En cuanto se tomó la decisión, las comunidades comenzaron a gestionar la, esta vez sí, dosis de refuerzo. La vacunación en residencias se realizó en su mayoría en el primer trimestre de 2021, por lo que ya había pasado más de seis meses desde que recibieron la segunda dosis.
El espaldarazo definitivo para la tercera dosis vino esta semana. El lunes 4 de octubre, la Agencia Europea del Medicamento avalaba este refuerzo en todas las personas mayores de 18 años (con la vacuna de Pfizer que, curiosamente, su indicación inicial era a partir de los 16 años).
Tan solo un día después, la Comisión de Salud Pública ha decidido ampliar el pinchazo a todas aquellos individuos mayores de 70 años a partir del 25 de octubre y una vez pasados seis meses desde la segunda dosis. De nuevo, la vacuna de elección es la de ARN mensajero.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística, hay unos 8,5 millones de personas de 70 años o más en España. En esta franja de edad se encuentran la mayoría de individuos incluidos en los otros grupos, pero no todos. Por ejemplo, entre la población de residencias hay un 4% de individuos de entre 65 y 70 años, unas 12.5000 personas.
De hecho, la idea de Gobierno y comunidades autónomas es la de aplicar la división en franjas de edad que tanto éxito ha tenido en la estrategia vacunal. Así, tras la inoculación de los mayores de 70 vendría la de los que están entre 65 y 69. Es decir, 2 millones y medio más de ciudadanos recibirían un refuerzo vacunal.
Aquí hay un hecho diferencial. Gran parte de las personas de entre 60 y 70 años no recibieron una vacuna basada en ARN mensajero. Esta franja de edad era la candidata a recibir la vacuna de AstraZeneca y también era objetivo de la de Janssen (que además llegó a una pequeña parte de individuos mayores de 70 años), basadas en adenovirus.
La pauta heteróloga con la primera de ellas ha sido muy estudiada. Es decir, primera dosis de Vaxzevria (que así se llama) y segunda de ARN mensajero. El contexto actual es distinto, pues se trata ahora de una pauta completa y una dosis de refuerzo, pero nada hace pensar que el efecto vaya a ser diferente.
Segunda dosis de Janssen
En el caso de Janssen, la opción planteada ha sido la de una segunda dosis de la misma vacuna. La farmacéutica afirma que los niveles de anticuerpos aumentan hasta nueve veces con esta nueva inoculación. La cuestión es que estos datos no han sido corroborados por expertos independientes para ser publicados en una revista científica, que implica la garantía fehaciente de su veracidad.
"Janssen tenía dos ensayos clínicos con su vacuna, uno con una sola dosis y otro con la pauta doble", explica a EL ESPAÑOL Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología. "Los resultados de este segundo todavía no han sido publicados".
No obstante, este especialista no ve inconveniente en la aplicación de la segunda dosis, habida cuenta de que el mecanismo de acción de la vacuna es similar al de AstraZeneca. Con todo, "sería más interesante vacunar con ARN mensajero, sobre la base de lo que ya conocemos con Vaxzevria".
Aunque "teóricamente hay un riesgo" de inmunidad cruzada, es decir, que el sistema inmune actúe rechazando el adenovirus humano que transporta la información para fabricar la proteína S, la práctica no está sugiriendo peligro alguno. "Algunas vacunas chinas, como la de Cansino, usan adenovirus humanos y la respuesta ha sido correcta con la segunda dosis", indica López Hoyos.
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