Cuando se habla de un "corazón roto" se suelen explicar casos de relaciones amorosas maltrechas, o daños emocionales intensos, pero no tanto físicos. Sin embargo, el corazón sí puede romperse, literalmente, por diferentes causas, tanto emocionales como físicas.
Concretamente, hoy hablaremos de un caso que tuve que acompañar recientemente al servicio de urgencias durante una guardia médica. Para ponernos en contexto, quiero recordar que soy médico de familia o Atención Primaria, por lo que nuestras guardias médicas se desarrollan no en un hospital sino en un Centro de Salud en Castellón o bien acudiendo al domicilio del paciente.
El caso del que hablaremos hoy fue precisamente en su casa. Solo nos avisaron de que un hombre, de edad indeterminada, se había mareado y se había caído al suelo, dándose un golpe en la cabeza. Cuando llegamos, averiguamos que solo la mitad de esta información fue cierta.
Al llegar, tanto el paciente como su familia nos informaron de que él sí se había mareado, pero ni se dió un golpe ni se cayó al suelo. Más bien se dejó caer: inició mareo, sudores y un vómito, y se lo encontraron en el suelo, pero no había golpe en ninguna localización.
Además, se quejaba de un dolor en el estómago pero no de pecho. Nos hizo hincapié en que no se había desmayado en ningún momento, aunque todo sugería que sí. De hecho, en ningún momento pudimos identificar qué tensión tenía el paciente, por lo que se sospechó un sincope complicado o desmayo, y lo acompañamos en la misma ambulancia al hospital.
Habitualmente no solemos saber qué sucede tras la llegada al hospital, pero en este caso tuve curiosidad por saber cómo le había ido a nuestro paciente. Resultó que había sufrido un infarto y se le había "roto" el corazón.
La rotura cardíaca es, literalmente, una fractura o lesión en la pared del músculo cardíaco. Se calcula que, aproximadamente, se producen 135-210 casos de infarto por cada 100.000 habitantes al año en España. Y solo el 1% de ellos acabará sufriendo una rotura cardíaca. Se trata, por tanto, de una complicación muy infrecuente. Pero, a su vez, también muy grave: el 89% de los casos de rotura cardíaca tienen un desenlace fatal.
Los factores que pueden aumentar el riesgo de que se produzca esta rotura son la edad (más de 65 años), el sexo (en mujeres hay más riesgo) o haber sufrido un infarto previo o algún tipo de enfermedad coronaria, entre otros. Nuestro caso solo cumplica el factor de la edad, algo que hace más raro si cabe todo el desenlace.
Actualmente desconozco cuál fue el desenlace de este caso en cuestión, pero me consta que se intento preparar para el traslado a un hospital con mayores recursos, con el objetivo de mejorar la situación y evitar el desenlace fatal.
El síndrome del corazón roto existe
Por otro lado, y para que no haya errores de concepto, recordemos que sí existe el síndrome del "corazón roto", muchas veces desencadenado por factores emocionales. La miocardiopatía de Takotsubo es una enfermedad cardíaca que se produce por la debilidad del músculo cardíaco tras un gran estrés emocional.
Algunos casos documentados explican esta enfermedad del corazón tras el fallecimiento de un ser querido, e incluso tras la muerte de un perro, como explicamos en su día.
Aunque, por otro lado, cabe recordar casos producidos por otras razones además del estrés emocional. Realmente la enfermedad de Takotsubo se debe a un estrés intenso, del origen que sea. Incluso una sobredosis de wasabi puede producirla.
Esta enfermedad suele confundirse con un infarto de corazón, pero no lo es. No se produce ninguna rotura cardíaca ni lesión física como tal, sino una alteración de la contractibilidad del músculo cardíaco, que puede mejorarse con fármacos.
Como podemos observar, sí existe el "corazón roto" emocional, pero no debemos confundirlo con los graves casos de rotura cardíaca. Este último si puede llevar a un desenlace fatal, aunque por suerte se trata de una complicación muy infrecuente. Por su parte, el síndrome del corazón roto o Takotsubo también es muy infrecuente, aunque se desconoce su prevalencia exacta.
Roberto Méndez es médico de familia y colaborador de EL ESPAÑOL.
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