Vamos conociendo cada vez mejor los efectos y consecuencias que provoca a largo plazo el virus que ha tenido en vilo al mundo desde hace ya más de un año. Sabemos que algunas de las afecciones que se prolongan tras superar la enfermedad pueden ser la fatiga y el cansancio, dolores e incluso problemas de concentración. Y más recientemente, un grupo de investigadores ha determinado los problemas que la fase aguda de la infección por el virus SARS CoV-2 produce en el sistema cardiovascular.
El estudio, que publica ahora sus resultados, se llevó a cabo en el Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, donde los servicios de Cardiología y Diagnóstico por imagen evaluaron a 367 pacientes que entre marzo y mayo de 2020 fueron hospitalizados por Covid-19. Los pacientes fueron sometidos a una resonancia magnética cardíaca para buscar síntomas de inflamación o edema en el miocardio, aunque ninguno presentó signos graves de miocarditis.
“La mayoría de los pacientes analizados no tenían su función ventricular afectada y en general tampoco mostraban fibrosis (cicatrices) en su músculo cardíaco, por eso es previsible que tengan un buen pronóstico en su evolución desde un punto de vista cardiológico", explica doctor Javier Urmeneta, cardiólogo experto en imagen cardíaca del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid.
El estudio Resonancia magnética cardiaca en pacientes recuperados por COVID-19 fue publicado en el número de octubre de International Journal of Cardiology: Heart & Vasculature y se trata del primer trabajo de estas características realizado en España: un estudio de resonancia magnética cardíaca que evidencia signos de inflamación miocárdica residual en el contexto de una patología sistémica inflamatoria que afecta al sistema respiratorio, en este caso Covid-19.
Un pronóstico favorable
“Según nuestro estudio, objetivamos la presencia de edema (inflamación) miocárdico residual, en probable relación con el proceso inflamatorio generalizado de la etapa aguda, mientras que la función contráctil del corazón se encontraba preservada”, detalla Urmeneta. Las pruebas a estos pacientes se realizaron unos dos meses después de la infección y, según cuenta el especialista, “la evolución natural tras un proceso inflamatorio es que ese edema finalmente remita con el pasar del tiempo”.
“Si ya no existe en el organismo lo que desencadena la inflamación (en este caso el virus SARS CoV-2) finalmente el proceso lentamente remite. Es posible que el edema detectado de forma residual sea la ‘cola’ de lo que fue un proceso inflamatorio superlativo al inicio de la enfermedad, y siempre que no exista cicatriz y la función contráctil se encuentre conservada generalmente conlleve un buen pronóstico”, afirma el especialista.
En comparación con patologías similares que afectan al corazón, cuando se da una situación como esta, en la que únicamente existe inflamación (edema miocárdico) pero sin cicatriz (fibrosis miocárdica), “el desarrollo de eventos cardiológicos a largo plazo, es generalmente, infrecuente”, determina el especialista.
Dado que las primeras pruebas se realizaron en 2020, ahora, un año después, se han realizado nuevas pruebas de imagen a este grupo de pacientes, en los que se ha podido observar que todos los valores que indicaban inflamación en el miocardio se han normalizado. Aunque no se puede asegurar que sean datos definitivos “hasta que continuemos estudiando dicho proceso”, subraya Urmeneta.
Un software avanzado para estudiar el corazón
En el plano más técnico, el estudio se ha llevado a cabo utilizando avanzadas técnicas de imagen, una resonancia magnética cardíaca que utiliza un software especial para detectar las alteraciones del músculo cardíaco. "El edema que hemos apreciado no es visible en las imágenes convencionales. Utilizamos programas específicos que analizan las imágenes de resonancia magnética que nos permite valorar el edema a nivel microscópico", explica el Dr. Vicente Martínez de Vega, jefe del servicio de Diagnóstico por la Imagen.
Estas técnicas especiales, mapping y feature tracking, se utilizan a menudo para la detección precoz de las lesiones en el corazón. La técnica de mapping o mapeo miocárdico, explica Martínez de Vega, “consiste en analizar el tiempo de recuperación de los protones cuando son sometidos a un campo magnético. Cada tejido tiene un tiempo de recuperación diferente, siendo más prolongado en un tejido miocárdico inflamado respecto a uno en condiciones normales”. Se trata de información que no se puede apreciar a simple vista, y que permite a los cardiólogos encontrar alteraciones que con otras técnicas de imagen pasarían desapercibidas.
Por otro lado, la técnica de feature tracking “permite una valoración subclínica de la contractilidad del corazón. A través de un seguimiento del miocardio a lo largo del ciclo cardíaco, el software es capaz de detectar cuanta excursión tiene la pared del corazón a lo largo de su contractilidad. Lo cual nos otorga un valor determinado, que, según los estudios basados en análisis de deformación miocárdica, permitirán detectar de forma precoz una función contráctil deteriorada y con ello anticiparnos a posibles daños miocárdicos irreversibles”, aclara Urmeneta.
Por ahora, el grupo que ha llevado a cabo este estudio mantiene abiertas otras investigaciones de índole similar que utilizan la resonancia magnética cardíaca y estas avanzadas técnicas de ‘mapeo’. En este sentido, el doctor José Ángel Cabrera, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid, concluye que “es momento de seguir investigando y detectar qué está pasando en el corazón de los pacientes que han sobrevivido a la invasión del virus. Estamos estudiando la afectación del sistema cardiovascular de los pacientes que han superado la enfermedad o presentan sintomatología compatible con COVID-19 persistente”.