Tradicionalmente, las plantas y hongos alucinógenos han cumplido una función trascendente en muchos pueblos no occidentales. Desde la predicción hasta la sanación espiritual, su uso era restringido y formaba parte de un ritual bien establecido. A mediados del pasado siglo, varios investigadores analizaron sus propiedades y posibles beneficios para el mundo moderno, si bien la expansión de su uso recreativo propició la ilegalización, frenando su estudio. Desde hace unos años se ha retomado la investigación y los primeros resultados arrojan una luz de esperanza para personas que no la tenían.
El laboratorio farmacéutico Compass Pathways acaba de anunciar datos positivos de un ensayo de fase II (que mide la eficacia y la seguridad) con psilocibina para el tratamiento de personas con depresión mayor que no han logrado mejorar su estado con otros medicamentos. Este compuesto está presente en las setas alucinógenas y es el que confiere sus propiedades psicotrópicas.
Se dio una sola dosis de psilocibina a 233 pacientes, separados en tres grupos que recibieron, respectivamente, 1, 10 y 25 miligramos del fármaco. La idea era que el grupo de 1 mg funcionara como control frente al que comparar los otros dos: estos pacientes tendrían un 'viaje' como el resto pero su dosis era insuficiente para activar sus propiedades farmacológicas.
A los participantes de los otros dos grupos "se les induce un 'viaje' que sea seguro y, durante las seis horas que dura su administración, el usuario se encuentra en una habitación condicionada, con alfombras, lámparas, una playlist musical específica y dos terapeutas que le acompañan, no es un despacho médico al uso", explica Víctor Pérez, director del Instituto de Neuropsiquiatría y Adicciones del Hospital del Mar, que participó en el estudio.
El psiquiatra indica que el fármaco es oral y que en esas seis horas están incluidas la preparación inicial, la experiencia alucinatoria propiamente dicha y el 'aterrizaje' posterior, ayudado por los dos terapeutas, que han recibido una formación especial. De hecho, el Hospital del Mar envió a sus especialistas a Londres (donde tiene su sede Compass) durante una semana para que se familiarizaran con el procedimiento.
La mejora en los síntomas de la depresión fue palpable al día siguiente de la experiencia, algo que no ocurre con los antidepresivos actuales, que necesitan entre 6 y 8 semanas para mejorar cuatro puntos en la escala Montgomery-Asberg, un cuestionario que mide la evolución de la depresión basado en 10 preguntas, con puntuaciones del 1 al 6, sobre el estado del paciente: tristeza, idea de culpa, ansiedad, insomnio, etc.
Lo importante es que la mejora se mantuvo en el tiempo. A las seis semanas, los grupos de dosis más alta y más baja mostraban una diferencia de 6,6 puntos en esta escala. A los tres meses había un 24,1% de los pacientes en el grupo de 25 mg que mantenía esa mejoría, frente al 10,1% del grupo de 1 mg. En el grupo de 10 mg no había una diferencia significativa con este último.
"La diferencia es muy importante, y lo contundente es que la mejoría se ve en muy pocas horas y se mantiene tres meses después con una única dosis", afirma Pérez, que seguirá participando en la fase III del ensayo, Este está previsto que comience en marzo del año que viene e incluirá un mayor número de pacientes con una evaluación a más largo plazo, además de la posibilidad de administrar nuevas dosis con el tiempo.
El estigma de los alucinógenos
El 83% de los pacientes reportó efectos adversos leves como dolor de cabeza, náusea, fatiga o insomnio. Hubo varios efectos graves, como ideaciones o comportamiento suicida y autolesiones, pero estos no dependieron de la cantidad de dosis suministrada.
Pese a la gravedad de estos últimos, hay que tener en cuenta que el tipo de paciente al que va dirigido. La depresión mayor es devastadora para la persona que la sufre, más todavía después de que varios tratamientos no le hayan reportado alivio, por lo que no es infrecuente este tipo de comportamientos.
"En las depresiones leves se utiliza psicoterapia, que vas combinando con fármacos en función de la gravedad, pero con una depresión resistente acabas combinando antidepresivos, que no es algo muy deseable porque vas acumulando efectos secundarios", explica Miguel Vázquez, farmacéutico del Hospital Universitario de Jerez de la Frontera. "Los antidepresivos habitualmente utilizados tienen una alerta en adolescentes por el riesgo de suicidio".
La psilocibina, o 4-fosforiloxi-N,N-dimetiltriptamina (abreviado 4-PO-DMT), es un agonista parcial de los receptores de serotonina 5HT2A y 5-HT1A en el cerebro, un neurotransmisor relacionado con el control de las emociones, el estado de ánimo o el apetito sexual, "cuya alteración está relacionada con la depresión".
No es la primera vez que se utiliza este principio activo, presente en unas 200 especies de hongos, como medicamento. El laboratorio Sandoz (que hoy en día forma parte del grupo Novartis y se dedica a fabricar medicamentos genéricos y biosimilares) desarrolló la Indocibina en los años 60 a partir de este compuesto. Su creador fue Albert Hoffmann, químico que había sintetizado el LSD en los años 30.
Hoffmann había recibido muestras de hongos del género Psilocybe de manos de Roger Heim, experto micólogo y entonces director del Museo de Historia Natural de Francia, que había realizado una expedición a México junto al banquero Robert Gordon Wasson para identificar y describir las setas con propiedades psicotrópicas que utilizaban los pueblos indígenas en sus rituales religiosos. Wasson ya había estado antes con su esposa y había escrito un artículo en la revista Life describiendo las experiencias alucinatorias durante dichos rituales.
El psicólogo de Harvard Timothy Leary (una leyenda de la contracultura norteamericana de los años 60) analizó los efectos de la psilocibina enmarcados en una psicoterapia. Sin embargo, el compuesto fue incluido en la Ley de Control y Prevención Exhaustiva del Abuso de Drogas de 1970 dentro de la categoría 1, que trata de sustancias que no están permitidas prescribir y que tienen un alto potencial de abuso, lo que frenó los estudios con la psilocibina y con cualquier droga alucinógena.
Esketamina y psilocibina
Con el cambio de siglo se retomó la investigación con estas sustancias. El avance en las técnicas de análisis ha podido levantar el estigma que tienen asociado. "La capacidad que tenemos ahora de investigar el cerebro, la neuroimagen, medir los niveles de sustancia en la sangre, etc. no es la misma que había hace 20 o 30 años, cuando estas drogas tenían más popularidad", comenta el farmacéutico Miguel Vázquez.
De hecho, la psilocibina no es el primero de estos alucinógenos utilizado como medicamento. La esketamina, una forma de la popular droga ketamina, fue aprobada en España el año pasado para utilizar, como la psilocibina, en las formas de depresión mayor resistentes a tratamiento. Se administra con un pulverizador nasal y en un entorno sanitario controlado, de forma que prevenga potenciales abusos.
A diferencia de la psilocibina, se administra dos veces por semana durante el primer mes, para hacerlo una vez cada siete días en el segundo mes, ajustando la dosis y la periodicidad dependiendo de la evolución del paciente.
Este fármaco todavía no tiene un precio asignado en el sistema nacional de salud, por lo que, de momento, solo se puede prescribir bajo condiciones especiales (como uso compasivo o medicamento extranjero) o en la sanidad privada.
Antonia Agustí, presidenta de la Sociedad Española de Farmacología Clínica, considera que no tardará mucho tiempo en aprobarse el precio ya que Ministerio de Sanidad y laboratorio farmacéutico están en la fase del tira y afloja para conseguir un precio ajustado. "Están actualmente en negociación, la depresión mayor resistente es un problema serio y se están buscando alternativas como sea".
La médica, que trabaja en el Vall d'Hebron, ve los primeros resultados como prometedores. Como el psiquiatra Víctor Perez, destaca que se consiguen con la administración de una única dosis y se mantienen en el tiempo. "Es muy rara esta posología en un antidepresivo". Con todo, llama a la cautela (los datos del fase II todavía no han sido publicados en ninguna revista científica) y a que se complete el ensayo en fase III para comprobar su perfil de efectos secundarios y ver si hacen falta más dosis.
Un guía especial para el 'viaje'
Víctor Pérez valora el proceso de aprobación de la esketamina. "Hay bastantes trabajos incontestables", indica, "pero hay que administrarla unas 10 o 12 veces hasta que el cambio en la depresión se mantiene". También recuerda que hay ensayos con MDMA en trastorno de estrés postraumático y con ayahuasca en enfermos oncológicos terminales, "que lo están pasando fatal y parece que esa experiencia sensorial les ayuda". Con el cannabis ha habido estudios pero no ha demostrado capacidad antidepresiva.
El psiquiatra indica que no tuvieron problemas para reclutar personas para el ensayo clínico con la psilocibina a pesar del estigma asociado a estas sustancias. "Se lo ofrecimos a enfermos que habían probado mucha medicación y no mejoraban, por lo que tenían buena predisposición".
También le quita hierro a un posible abuso. "La esketamina la han tomado más de 5.000 pacientes durante más de un año y sigue teniendo un buen perfil de seguridad". A diferencia de los opiáceos, estos fármacos no tienen una alta capacidad adictiva y se administran a nivel hospitalario, no pudiendo ser adquiridos en farmacias de calle.
Con todo, no son inocuos. Los terapeutas que prescriben y administran el fármaco deben tener una formación específica. "Se tiene que utilizar en un medio muy reglado y, si la estrategia terapéutica no está muy bien estudiada, puede tener riesgos importantes. Estas sustancias deben ser administradas en circunstancias muy especiales".
Antes de responsabilizarse del paciente, ayudan a otros psiquiatras experimentados, donde aprenden a inducir el 'viaje' buscado en el paciente, ayudados de un ambiente relajante, música e imágenes de vídeo. "El terapeuta hace que el nivel de atención no baje, que no disocien ni tengan fenómenos de agitación. Si el paciente tiene ansiedad, le cogen de la mano; evitan que se duerma, etc."
Su función es muy parecida a la de un guía espiritual, confirma Pérez. "No hay nada inventado, es lo que hacían los chamanes hace cientos de años. Como la ayahusca, es muy importante que haya un guía".
Por eso, advierte a las personas que estén pasando por episodios depresivos graves, que pueden estar desesperadas, que no adquieran la sustancia, "con todas las impurezas que pueda tener", en el mercado negro. "Si no la prueban bajo unas condiciones adecuadas, puede tener consecuencias horrorosas para su salud mental".
Ningún medicamento es inocuo, recuerda el farmacéutico Miguel Vázquez. "Todo depende de la dosis, hasta el ibuprofeno puede tener efectos secundarios graves". Es en la justa medida y con la guía adecuada que lo que la sociedad ve como perjudicial pueda convertirse en la gran esperanza para aquellas personas que se sienten desahuciadas de la vida.