Murcia

El coste de tratamiento de un paciente con ictus para el Sistema Nacional de Salud asciende a 27.711 euros, durante el primer año, y de media, casi 130.000 españoles sufren anualmente la rotura o el taponamiento -por un coágulo- de un vaso sanguíneo que lleva sangre al cerebro, causando la citada patología. La previsión es que si no se atajan las carencias del sistema, el número de casos seguirá creciendo en los próximos años, tal y como ha alertado Alberto Giménez, presidente de la Fundación Casaverde, especializada en rehabilitación neurológica y física y atención a personas dependientes.

"En los últimos veinte años se han incrementado los casos de ictus un 35% y se espera otro 35%", según ha subrayado Giménez, este martes, durante la presentación del documento: 'Atención del ictus en la Región de Murcia. Presente y futuro'. "Esta enfermedad está creciendo exponencialmente y tenemos que evitarlo porque esta patología es la primera causa de discapacidad en España". De hecho, esta publicación analiza el impacto económico y social que genera esta enfermedad para ofrecer una perspectiva detallada de sus efectos colaterales.

"Las pérdidas de productividad asociadas al ictus en España al año, se estimaron en 9.400 millones de euros, 5.400 millones por muerte y 4.000 millones por morbilidad", según expone el documento elaborado por Ana Morales, coordinadora de la Unidad de Ictus en el Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia, y Juan Reyes Fernández, rehabilitador del Hospital Reina Sofía. "La suma de los costes por pérdidas laborales indirectos y otros costes directos no sanitarios, genera estimaciones de alrededor de 6.000 millones de euros anuales".

Tal carga económica es asumida por la sociedad en su conjunto mediante impuestos y aportaciones a seguros. El documento recoge la opinión de veinte profesionales, datos de la Sociedad Española de Neurología y el estudio 'Conoces', así como la visión del propio paciente. El presidente de la Fundación Casaverde considera que una de las conclusiones de la publicación es el avance en el tratamiento de la fase aguda del ictus, un logro que se ha conseguido en el Sistema Nacional de Salud y que contrasta con un descuido en la fase de prevención.

"Hay campos de mejora, el primero de ellos es el de la prevención de la enfermedad, ya que debemos lanzar campañas para concienciar a la población para que se cuide y evite los factores de riesgo del ictus porque son controlables: la bebida, el tabaquismo, el colesterol, el estrés y la tensión arterial", según ha reflexionado Alberto Giménez, acompañado del consejero de Salud de Murcia, Juan José Pedreño.

Alberto Jiménez, de la Fundación Casaverde; Juan Reyes Fernández Fernández, del Hospital Reina Sofía de Murcia; el consejero de Salud, Juan José Pedreño, y Ana Morales Ortiz, del Hospital Virgen de la Arrixaca. Badía

60 horas semanales de cuidados

Otra carencia del sistema son los recursos de rehabilitación. "Hay que evitar que la gente acabe en una silla de ruedas". El documento revela que el 50% de los pacientes que padecen un ictus terminan con una discapacidad y abocados a ser cuidados en la mayor parte de los casos por amas de casa o jubilados, algo que "plantea futuros inciertos para la continuidad de los cuidados". Tal incertidumbre se debe a que para cuidar a un paciente en rehabilitación, de media, se precisan invertir 60 horas semanales y eso genera casos de depresión en tres de cada diez cuidadores.

"Cuando el ictus da lugar a déficits moderados o severos, el alta hospitalaria supone trasladar a la familia la mayor parte de la carga de cuidados", tal y como recoge uno de los párrafos del documento. "La metáfora del iceberg ilustra el hecho de que el cuidado formal, el que se presta por profesionales, constituye una pequeña parte, visible, frente a la invisibilidad de la mayor parte de la carga de cuidado que realiza la familia. La vuelta a casa requiere dar respuesta a las necesidades de cuidado de la persona, que, con frecuencia, van a ser intensas y de larga duración".

Desde la Fundación Casaverde, su presidente, apuesta por recursos monográficos para el ictus. "Un hospital del rehabilitación que sirva de continuidad asistencial para que comience una atención temprana, intensa y motivadora". Los seis primeros meses posteriores a un ictus constituyen la fase en la que el paciente sometido a un proceso de rehabilitación, experimenta los mayores progresos en su recuperación, sin embargo, en la actualidad la rehabilitación presenta carencias en el Sistema Nacional de Salud que muchas veces son paliadas por asociaciones especializadas.

Unidades de neurorrehabilitación

Por este motivo, el documento apuesta por ampliar las unidades de ictus y dotar a los hospitales de unidades de neurorrehabilitación, incluso a domicilio en el caso de que el traslado del paciente sea dificultoso. También aboga por terapia ocupacional, logopedia y la realización de un seguimiento neuropsicológico para mejorar la autonomía personal del paciente y evitar problemas de comunicación y deglución.

En la publicación se muestran los resultados obtenidos desde que hace once años se puso en marcha el programa de atención al ictus en la Región de Murcia. El consejero de Salud, Juan José Pedreño, ha resaltado la labor de las dos unidades especializadas que hay en el Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia y el Hospital Santa Lucía de Cartagena, "donde trabajan de manera multidisciplinar para disminuir las secuelas".

Pedreño ha recordado que "cerca de la mitad de los pacientes que han sufrido un ictus lo superan con mínimas secuelas, gracias a la puesta en marcha de programas de atención y prevención como el 'Código Ictus'".

Ana Morales Ortiz, del Hospital Virgen de la Arrixaca, y Juan Reyes Fernández, del Hospital Reina Sofía.

Faltan medios humanos

Ana Morales Ortiz, coordinadora del Plan de Ictus del Servicio de Neurología del Hospital Virgen de la Arrixaca, ha resaltado que "Murcia ha sido puntera en la puesta en marcha de algunos de los tratamientos en nuestro país". La facultativa ha recordado que a pesar de ello, "faltan unidades de ictus para tratamiento agudo y lo que más queda por tocar es lo que ocurre con la rehabilitación de las secuelas que padecen los pacientes con esta patología". 

Tal apreciación es compartida por Juan Reyes Fernández, médico del Servicio de Rehabilitación del Hospital Reina Sofía: "Estamos todavía en pañales en lo que a rehabilitación en general se refiere y a daño cerebral adquirido: nos hemos quedado en los años ochenta como mucho".

Reyes Fernández ha instado a las administraciones central y regional a destinar más recursos a recuperar a las personas que padecen las secuelas de un ictus: "Somos pocos médicos rehabilitadores, contamos con pocos fisioterapeutas, y luego no hay terapia ocupacional, no hay neuropsicólogos, ni logopedas, por tanto, queda mucho por avanzar porque es imposible mejorar lo que no existe en las áreas sanitarias de la Región de Murcia".

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