La variante ómicron y la campaña de vacunación están cambiando el marco conceptual de la gestión de la Covid. Aunque algunas de las medidas que se están tomando, como la recuperación de la mascarilla en exteriores, parecen palos de ciego, hay otras que los expertos en salud pública ven razonables y que ayudan a reducir el impacto generado por la explosión de contagios de los últimos diez días. Eso sí, sin olvidar que implican sus riesgos.
Este martes, los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos –su red federal de agencias de salud pública– ha recomendado reducir de 10 a 5 días el aislamiento en personas que hayan dado positivo en un test Covid pero que sean asintomáticas. Los cinco siguientes se solventarían con el uso de mascarilla en presencia de otras personas.
Los CDC, como se les conoce por sus siglas en inglés, indican que este cambio se debe a que el virus se transmite mayoritariamente en los cinco primeros días tras el contagio: un par de días antes de la aparición de los síntomas y hasta tres días después.
El aval de la agencia ha sido recibido como agua de mayo por los líderes políticos españoles, que buscan aliviar, de forma justificada, la carga que provoca el SARS-CoV-2 en la población. La nueva variante se está expandiendo a velocidades nunca antes vistas pero, gracias a las vacunas y a su menor levedad, está siendo más lenta para poner al límite el sistema sanitario.
Ministerio de Sanidad y comunidades autónomas se han apresurado a incluir la posibilidad de acortar los periodos de aislamientos para aquellos individuos que han dado positivo en el próximo Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, que se celebra este miércoles.
El martes ya dos comunidades se mostraron a favor de la medida, Madrid y Andalucía. Antonio Zapatero, viceconsejero de Asistencia Sanitaria y Salud Pública de la primera, señaló que lo ve "razonable", mientras que Jesús Aguirre, consejero andaluz de Salud y Familias, ha indicado que la gestión de la pandemia con ómicron debe abordarse "de manera diferente".
A Salvador Peiró, médico especialista en Salud Pública de la Fundación para Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio), le parece algo "sensato para reducir esa disrupción social". Con todo, se trata de algo "un tanto atrevido" ya que hay individuos que siguen dando positivo en test de antígeno "hasta 7 u 8 días desde el primer positivo", de ahí la recomendación de uso estricto de mascarilla en los cinco días siguientes.
Algo similar opina Vicente Martín Sánchez, profesor de Salud Pública en la Universidad de León y miembro de la junta directiva de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria. "Es una decisión arriesgada y razonable". No obstante, "la seguridad, y no absoluta, la daban los famosos 14 días" que se fijaron al inicio de la pandemia para las personas contagiadas.
Los estudios realizados a lo largo de 2020 establecieron un periodo de incubación medio de 5 días, con cerca de la totalidad de los casos finalizados en los primeros 14 días. Reino Unido redujo las cuarentenas a 10 días tras la aparición de la variante alfa, y así se ha mantenido durante casi todo el año.
Cuarentenas en contactos estrechos
La situación actual, con la mayor parte de la población vacunada, ha replanteado el periodo de aislamiento. "La duración del virus en las personas vacunadas es menor, pero los infectados mantienen las cargas virales altas, expulsan la misma cantidad de virus que una persona que no esté contagiada", señala Martín Sánchez, que considera que esta decisión se ha tomado, más que por la propia ómicron, porque "están fiándolo todo a la vacuna, a que los casos van a ser menos graves y que se puede arriesgar para no paralizar la economía".
Los CDC complementan esta medida con la reducción de las cuarentenas a los contactos estrechos que no estén vacunados o que hayan recibido las dos dosis hace más de seis meses (dos meses si recibieron la vacuna de Janssen), que pasará a ser también de cinco días (más otros cinco de uso estricto de mascarilla). En el caso de personas que hayan recibido la dosis de refuerzo no necesitarán aislarse, al igual que ocurre en España, una medida no exenta de polémica.
Todos necesitarán realizarse un test al quinto día tras la exposición al virus. Por supuesto, en el momento en que manifiesten síntomas, deberán aislarse hasta que una prueba diagnóstica confirme que no se pueden atribuir a la Covid.
"Las medidas de los CDC tienen todo el sentido y ya estamos trabajando en adaptarlas en mi servicio", apunta Julián Domínguez, jefe de Medicina Preventiva del Hospital Universitario de Ceuta y portavoz de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria, que se muestra más convencido que sus compañeros por esta medida.
"Es ridículo tener [aisladas] a personas sin ningún síntoma, o que tengan cefalea durante solo un día. [La Covid] Se ha convertido, en gran parte, en un resfriado o un catarro, y cuando es así hay que actuar como lo haríamos con otros catarros e infecciones respiratorias de características similares".
Para Domínguez la clave es la prevención individual: mascarilla, ventilación, higiene de manos y distancia social. "Si se hace bien, el riesgo es muy bajo". Por eso, la reducción de los aislamientos y las cuarentenas tienen que ir acompañadas del mensaje de que hay que ser muy estricto con el uso de la mascarilla en los cinco días posteriores.
Adaptar la gestión de la pandemia
Buena parte de los países europeos están adaptando sus medidas a una realidad en la que, bien sea por la vacunación o por la levedad de ómicron, las infecciones pasan más rápido.
Reino Unido redujo recientemente a siete días el aislamiento en sintomáticos, algo que el preventivista ve con buenos ojos: "Al octavo día dejas de ser infeccioso", por lo general. Italia está pensando en dejarla en entre tres y cinco días. El criterio definitivo es el de que hayan pasado tres días desde la superación de los síntomas. "Con ómicron todavía no nos podemos tirar a la piscina, pero con el resto de variantes sí lo sabemos".
Peiró, Martín Sánchez y Domínguez son conscientes de la presión que está ejerciendo el SARS-CoV-2 en la atención primaria con una gran mayoría de casos leves que colapsan las consultas, pero ven difícil avanzar hacia otro paradigma en el manejo de la enfermedad.
"Hay un 20% de positividad [en los test Covid] que no es despreciable", explica Salvador Peiró, que ve el rastreo "bastante inútil en este momento", ya que resulta casi imposible hacer seguimiento de los contactos de todos los casos actuales.
Por eso ve necesario seguir testando a la gente, reforzar las vacunaciones de refuerzo en profesiones esenciales para evitar el impacto de la enfermedad en sus plantillas y "enlentecer la transmisión mediante medidas restrictivas reales" que permitirán reducir el número de casos diarios para evitar el colapso sanitario, aún a costa de "hacer que la ola dure más".
Domínguez profundiza en la situación del testado masivo e indica que una posibilidad para liberar la atención primaria sea la implantación de códigos QR en los tests que permita transmitir el posible positivo desde las farmacias. Más allá de los tests de autodiagnóstico, éstas podían hacer pruebas pero necesitaban la receta médica, lo que convirtió esta medida en poco práctica y cayera en desuso.
A Martín Sánchez le parecen bien la decisión de Madrid y Cataluña de dar por bueno un test de autodiagnóstico si sale positivo, pues estas pruebas han demostrado una muy alta especificidad: los positivos son absolutamente fiables, no tanto los resultados negativos.
También valora la aportación de la farmacia para aliviar las cargas de la primaria. "Pensamos que es bueno que las personas que autodiagnostiquen y se autocuiden, y hay que intentar hacerlo a través de los profesionales farmacéuticos".