Considerar el sistema inmunológico “como la policía de nuestro cuerpo” es el mejor ejemplo para entender cómo funciona la inmuno-oncología (IO), el último gran hito en el tratamiento del cáncer. Así lo describe el doctor José Ángel Arranz, jefe de la Sección de Tumores Urológicos y Ginecológicos del Servicio de Oncología Médica del Hospital Universitario Gregorio Marañón. “En cada órgano y tejido existen unas normas de convivencia entre las células para que todas cumplan su misión de forma organizada, pero cuando una célula sufre una mutación que la lleva a un crecimiento desordenado (origen de un tumor), se genera una estrategia de lucha contra la agresión”.
Sin embargo, a veces las células tumorales son capaces de pasar desapercibidas, camuflándose entre células normales a través de la expresión de unas proteínas muy concretas. Es aquí donde la IO “es capaz de revertir la estrategia de ocultamiento de los tumores” permitiendo que sea el propio sistema inmune de nuestro cuerpo el que destruya las células ‘malas’.
Las primeras investigaciones de este tipo de estrategias biológicas contra el cáncer se remontan a mitad del siglo XX, aunque no ha sido hasta este siglo cuando realmente se han logrado grandes avances, momento en el que se han empezado a identificar los mecanismos de activación e inhibición del sistema inmune. En 2013 la inmunoterapia fue nombrada hallazgo del año por la revista científica Science y los investigadores del primer fármaco de inmunoterapia eficaz recibieron el premio Nobel de Medicina en 2018.
¿Qué novedades presentan estas terapias?
La principal diferencia de estos tratamientos frente a los tradicionales de quimioterapia o radioterapia, y que al mismo tiempo es su mayor ventaja, es que las terapias de inmuno-oncología solo actúan sobre las células tumorales, sin dañar las sanas. Por ello, también tienen menores efectos secundarios, pues su toxicidad es mucho menor. Pueden ocasionar un cuadro similar a una gripe, con síntomas como el dolor de cabeza o dolor muscular.
Dado que se trata de terapias con un avance lento -el sistema inmune no actúa inmediatamente y su respuesta varía enormemente de un paciente a otro-, a menudo la IO se aplica junto a otros tratamientos de manera combinada. Explica el doctor Arranz, por ejemplo, que “existen terapias que han demostrado incrementar la supervivencia de los pacientes cuando se administra después de un tratamiento de quimioterapia que haya conseguido estabilizar o reducir la enfermedad”.
Además, añade la doctora Aránzazu González del Alba, coordinadora de la Unidad de Tumores Genitourinarios del Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda y presidenta de SOGUG, “el sistema inmune tiene memoria para reconocer las células tumorales como extrañas a lo largo del tiempo, lo que podría explicar las respuestas duraderas en el tiempo y las supervivencias prolongadas”.
Aumento de la supervivencia
En la actualidad disponemos ya de tratamientos efectivos basados en IO para tratar algunos tipos de melanomas, cáncer de pulmón, de riñón o vejiga. Concretamente, en este último se habían producido escasos avances en los últimos 30 años en lo que a supervivencia de los pacientes se refiere, pese a ser el 5º más diagnosticado en España, con más de 20.000 casos al año y el sexto en fallecimientos. “Desgraciadamente los tumores genitourinarios no tienen la misma visibilidad entre la población, aunque presentan una alta incidencia y una gran mortalidad”, asegura la doctora González del Alba.
Las expectativas para un cáncer de vejiga metastásico, incluso con tratamiento, no eran demasiado alentadoras: con quimioterapia “las medianas de supervivencia mejoran hasta situarse entre 9 y 15 meses”, afirma. Sin embargo, la buena noticia es que la inmuno-oncología logró modificar el curso de esta patología hace unos cinco años. Algunas terapias ya “han demostrado un beneficio en supervivencia con medianas de 21 meses”, confirma la oncóloga.
“Desde que disponemos de nuevos agentes inmunoterápicos en nuestro arsenal terapéutico empezamos a observar pacientes metastásicos con tasas de supervivencia nunca vistas. Los resultados son alentadores e invitan a pensar en una cronificación del cáncer gracias a la inmunoterapia”, afirma González del Alba.
La oncología ha avanzado a pasos agigantados en los últimos años y esto se debe, mayoritariamente, a los esfuerzos y recursos destinados a esta especialidad. Es cierto que el cáncer continúa siendo la enfermedad más temida por los españoles, según la Encuesta Merck, pero afortunadamente el abanico de opciones terapéuticas aumenta de manera constante. “Sabemos que el cáncer no espera y que colaborar -compartiendo y no compitiendo- para acelerar el desarrollo de nuevas terapias más eficaces realmente puede transformar el curso de esta enfermedad. Actualmente, en Merck contamos con 10 moléculas en investigación para diferentes tumores y en diversas fases”, apunta Montse Jansà, directora de Oncología de Merck en España.
¿Cuáles son los retos actuales para la inmuno-oncología?
Desde el punto de vista médico, en este momento, cuenta el doctor Arranz, “los esfuerzos se centran en identificar los llamados ‘mecanismos de escape tumoral’ del sistema inmune y desarrollar estrategias de tratamiento específicas para cada uno de ellos”. Hasta ahora se han desarrollado dos grandes familias de fármacos que logran liberar una respuesta inmune, pero las estrategias de IO solo llegan por ahora al 25% de los tumores y no son siempre efectivas en todos los pacientes.
Por ello, el otro gran campo de trabajo, apunta el oncólogo, “es identificar qué tumores se benefician de los tratamientos inmunoterápicos disponibles en la actualidad, y cómo combinarlos con otros fármacos y estrategias disponibles para potenciar sus efectos antitumorales”.
Además de la propia investigación y avance de los tratamientos, el otro gran desafío es asegurar que los pacientes tengan acceso a las innovaciones tras las fases de investigación clínica. “Somos un país referente en ensayos clínicos -en total 1.019 durante el 2020- lo que revierte en beneficio de las personas que conviven con un cáncer y de nuestra sociedad en su conjunto. Estos ensayos permiten que algunos pacientes puedan beneficiarse de fármacos innovadores, pero sin duda es fundamental asegurar un acceso equitativo y rápido aunando esfuerzos entre todos los agentes del sector”, puntualiza Montse Jansà.
A pesar de ello, España es uno de los países europeos que más tarda en aprobar medicamentos innovadores (entre 180-270 días), según datos de Farmaindustria. Advierte la doctora González del Alba que “a menudo las aprobaciones llegan años después de haber demostrado beneficio y es algo que hay que mejorar”. El esfuerzo coordinado de los especialistas, investigadores e instituciones será, por tanto, fundamental para hacer llegar las nuevas terapias a los pacientes.