En la tarde del martes 3 de marzo de 2020 se comunicó la primera muerte por Covid-19 en España. Se trataba de un hombre que se encontraba ingresado en el Hospital Arnau Vilanova de Valencia con una neumonía. Fue un análisis posterior el que dictaminó que se trataba de una infección por SARS-CoV-2. En aquel momento solo había 150 contagios oficiales en todo el país.
Hoy, justo dos años después, se ha superado una triste barrera simbólica tras notificarse 18.803 nuevos contagios y 154 defunciones. España ha añadido un dígito más a su marcador de mortalidad por Covid y ya son 100.037 las personas fallecidas en nuestro país por la enfermedad.
En los cinco años anteriores a la irrupción del llamado, en un primer momento, 'nuevo coronavirus', se habían producido en nuestro país un total de 33.936 muertes por enfermedades infecciosas y parasitarias, según el Instituto Nacional de Estadística. Una media de unas 6.800 muertes anuales. Esta clasificación incluía desde las hepatitis víricas y la enfermedad meningocócica hasta septicemia, tuberculosis o el VIH.
La gripe, incluida en un capítulo diferente en el INE (enfermedades respiratorias), contabilizaba unas 1.500, aunque cálculos del Instituto de Salud Carlos III elevaba la cifra a entre 3.000 y 6.000, incluyendo fallecimientos asociados a la infección. Pues bien, en los últimos dos años una única enfermedad infecciosa ha causado una media de 50.000 muertes anuales.
La distribución de la mortalidad por Covid no ha sido homogénea, y la mayoría de estas defunciones se produjeron en el primer año de pandemia, hasta la primavera de 2021. Tres oleadas que sumaron, en conjunto, 72.000 muertes, según las cifras oficiales.
Con posterioridad a la primavera de 2021, cuando la mayoría de la población vulnerable (personas mayores en residencias e individuos en riesgo como las personas inmunosuprimidas) estaba vacunada, esta cifra se redujo, pero no se ha frenado.
De hecho, en esta sexta onda epidémica, que ha combinado un repunte de la variante delta (protagonista de la quinta) y la llegada de ómicron, se contabilizan más de 13.000 fallecimientos, cifra muy alejada de las dos olas anteriores, que dejaron entre 6.000 y 8.000 muertes.
En la contabilidad de las muertes por Covid ha habido varias polémicas. La falta de tests y unos criterios iniciales del Ministerio de Sanidad muy estrictos dieron como resultado una infranotificación de casos y muertes. De hecho, fue un nuevo análisis lo que permitió notificar la primera muerte por Covid en nuestro país: en principio, su fallecimiento no se había achacado al virus.
De hecho, las cifras consolidadas de defunciones según la causa de muerte del Instituto Nacional de Estadística reflejaron, en 2020, un exceso de 24.002 fallecimientos respecto a los 50.837 que comunicó en su momento el Ministerio de Sanidad.
Muertes "infraestimadas"
Sin embargo, el investigador en salud pública de Fisabio (la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana) Salvador Peiró relativiza las cifras. "En un primer periodo, sin pruebas, es previsible que las muertes 'por' Covid estuvieran infraestimadas. Actualmente es previsible que la proporción de muertes Covid incidentales (muertos con prueba positiva, pero en los que la causa de muerte no fue la Covid) sea mucho mayor y las cifras de mortalidad 'por' Covid estén sobreestimadas".
Por eso cree que la cifra real de muertes por Covid en España no se conocerá hasta que se comprueben los datos de fallecimientos por causas del INE, "que llevan meses de retraso respecto a la muerte".
La sospecha de que hay un mayor número de muertes que las notificadas siempre ha estado presente. Los informes del Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria, MoMo, estimaron que en 2020 murieron 73.000 personas más de lo esperado en tres periodos de exceso de mortalidad, una cifra que adelantaba (se basa en la información diaria de 3.999 registros civiles informatizados, que corresponden al 93% de la población) la que posteriormente daría el INE.
Pese a la espectacular diferencia que hubo en su momento, el último informe del MoMo refleja un exceso de mortalidad en toda la pandemia de 102.819 personas distribuidas en nueve periodos.
Esto no quiere decir que esas casi 3.000 personas hayan muerto por Covid. "MoMo cuenta la mortalidad por todas las causas y respecto a las esperadas según la serie histórica", explica Peiró. "No tiene por qué coincidir con la mortalidad Covid. De hecho, en los periodos invernales, como ahora, MoMo predice una mayor mortalidad por la gripe, pero… ¡no ha habido gripe! Así que el exceso de mortalidad por Covid en estos periodos está muy subestimado".
De hecho, el último periodo de exceso registrado por el sistema no ha tenido lugar en los últimos dos meses, donde se ha concentrado la mayoría de las muertes de la sexta ola, sino en noviembre y diciembre, cuando detectó 6.817 fallecimientos más de lo esperado.
El MoMo realiza una estimación basada en la mortalidad observada en los últimos diez años para evitar cualquier circunstancia puntual que varíe las cifras de un año para otro. Por eso, en los meses invernales se espera una mayor número de muertes (antes de la Covid, numerosos hospitales colapsaban por la gripe) que durante el otoño.
Según el recuento que realiza la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, han muerto por Covid 5,9 millones de personas en todo el mundo. Pero solo han superado los 100.000 muertos 17 países: siete europeos, siete americanos, y tres asiáticos.
La gran mayoría de ellos son estados con una población mucho más numerosa que la española: Estados Unidos, Rusia, Brasil, México, India o Indonesia se asemejan a subcontinentes, superando los 100 millones de habitantes cada uno.
También se encuentran países de nuestro entorno pero más poblados, como Reino Unido, Alemania, Francia o Italia, así como Irán, que tienen 84 millones de habitantes. Pero también lo hacen otros con una población similar o menor a la nuestra, como Ucrania, Polonia, Argentina, Perú o Colombia.
Diferencias por comunidades
Peiró advierte no solamente de las diferencias en términos de número de habitantes sino de composición de la población, dispersión geográfica e intercomunicación. Por ello se abstiene de asociar las muertes a una gestión mejor o peor de la pandemia.
"Juzgar lo que debiéramos haber hecho en cada momento requiere situarse en el momento a valorar y con la información disponible entonces, no sabiendo lo que sabemos ahora", comenta.
Con todo, es algo en lo que habrá que "hurgar", sobre todo en lo relativo, ya dentro de nuestro propio país, en las diferentes tasas de mortalidad en las comunidades autónomas. "Además de la 'gestión' habrá que mirar envejecimiento de su población (Aragón, las Castillas), densidad, interacción humana, plazas de residencias, cercanía a grandes núcleos de población... Pero de los 3.600 muertos por millón de Aragón a los 1.100 de Galicia hay mucha distancia".
Además, "aunque las cifras se parezcan", también hay mucho trecho entre los 2.440 de Asturias, la comunidad más envejecida, y los 2.570 de Madrid, una de las más jóvenes. "Pero eso es otra historia".
Peiró señala que la población española sale de esta sexta ola con elevada capacidad de respuesta inmunitaria gracias al gran número de contagios, a las vacunas de refuerzo y a la incorporación de la población pediátrica a la vacunación.
"Dicho esto, es obvio que la pandemia no ha acabado", matiza. "No sabemos cuánto durará la inmunidad que hemos adquirido en esta oleada", tanto por infección como por terceras dosis de la vacuna, "aunque sabemos que la inmunidad celular aguanta muy bien frente a desarrollar Covid grave".
Tampoco se conoce el escape vacunal y la gravedad de posibles nuevas variantes "y no sabemos muy bien cómo proteger a las personas más vulnerables (inmunodeprimidos, ancianos frágiles) cuando se retiran las restricciones en el conjunto de la sociedad y sin someterlos a un aislamiento importante de sus entornos". La atención mediática podrá variar de foco, pero nadie piensa que esto es un punto y final.