Este lunes entraba en vigor la nueva estrategia de vigilancia y control de la Covid-19. Tras dos años de pandemia, la mayoría de la población dice adiós a los tests obligatorios y los aislamientos, en caso de dar positivo, aunque no te enteraras de la infección. Sin embargo, quedarán más de 11 millones de españoles para los que nada habrá cambiado o, en todo caso, para los que la incertidumbre aumentará.
Se trata de los 11,2 millones mayores de 60 años, que seguirán sometidos a tests y aislamientos eso sí, de cinco días) por un tiempo indefinido. A ellos se les añaden todos aquellos pacientes inmunosuprimidos, como los trasplantados, personas con VIH o con cáncer sometidas a quimioterapia, además de las embarazadas. Ellos han sido quienes peor lo han pasado a lo largo de la pandemia y que seguirán viviendo las consecuencias: para ellos no han acabado estos dos años de excepción.
"Es un cambio muy radical normalizarlo todo", opina Lizzet Canchacuja, miembro del grupo de trabajo de vacunas de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. "Los datos favorecen pero, sabiendo los antecedentes que hemos tenido, da un poco de reparo que todo vaya tan rápido".
La nueva estrategia da sus primeros pasos cuando se consolida el aumento de casos en las residencias. Según el último informe del Imserso, referido a la semana del 14 al 20 de marzo, los contagios notificados son 4.193, la cifra más alta de las últimas cuatro semanas. La incidencia dentro de los centros sociosanitarios es de 119 contagios por cada 10.000 residentes en los últimos 7 días.
Las muertes siguen bajando y ya son 46; no obstante, esta cifra sigue siendo más alta que la de cualquier semana de octubre o noviembre, cuando se llegó a comunicar un mínimo de 6 fallecimientos. Los casos de Covid entre los trabajadores también han aumentado ligeramente en la última semana.
Sin foto general de la Covid
"Los ancianos institucionalizados han sido los más afectados durante toda la evolución de la pandemia y van a seguir siéndolo", afirma la doctora. Aunque el buen tiempo y la amplia cobertura de la dosis de refuerzo en esta población juegan a favor del nuevo paso, los cambios siempre generan incertidumbre y los expertos consultados por EL ESPAÑOL afirman que estarán especialmente alerta en las próximas semanas para asegurarse de que la situación no se descontrola.
Canchacuja sostiene que la principal incertidumbre será "no tener una foto actual" de la situación general, por lo que "esperamos no llevarnos sorpresas". A partir de ahora la evolución del virus en la población general se sume en un entorno neblinoso, a la espera de consolidar un sistema de vigilancia que se base en muestras de población y no en el seguimiento pormenorizado de casos.
La incidencia general, según los datos aportados el pasado viernes por el Ministerio de Sanidad, aumentó 25 puntos y se situó en 461 casos, por debajo del umbral más alto de riesgo según la estrategia caducada. Sin embargo, Extremadura dobla ese número (982 puntos) y hay provincias que siguen por encima de los mil casos por cada 100.000 habitantes: Badajoz, Gomera, La Palma y Ourense.
En la nueva estrategia, el indicador de incidencia solo tendrá en cuenta a los mayores de 60 años, pero los tramos para determinar los niveles de riesgo también cambian: hasta 500 puntos, es riesgo bajo; hasta 1.500, medio; hasta 2.500 puntos, alto; y más allá de esa cifra se considerará riesgo muy alto.
La geriatra confiesa que le gustaría que el paso a la nueva estrategia hubiera sido más gradual e incide en que, a partir de ahora, la responsabilidad individual juega un papel crucial, opiniones que comparte Elena Vanessa Martínez, presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología.
"La estrategia es un buen camino, pero hubiera sido necesario que se confirmaran que se cumplen los criterios para que sea el momento de dar el paso", asevera. "Lo que hay que cambiar es que una persona con síntomas respiratorios se tenga que quedar en casa, sea Covid o no", algo que se sigue más estrictamente en otros países.
Aislamientos reducidos a 5 días
Uno de los aspectos que introduce el nuevo marco de actuación es que los aislamientos en personas vulnerables se reducen a 5 días, y tienen que haber pasado 24 horas sin síntomas para que finalice, mientras que los trabajadores en centros sanitarios y sociosanitarios necesitarán, además, de un test negativo.
"Con 5 días, puede ser precipitado", afirma Martínez, aunque confía en la sensibilidad de la prueba para poner fin al encierro. Canchacuja también asume esa incertidumbre, aunque "con ómicon se ha visto que la mayor carga viral se produce a las 48 horas y después disminuye".
La presidenta de los epidemiólogos echa en falta una mayor pedagogía con la nueva estrategia, incidencia en que la vigilancia del virus no cesa y que se asume que la transmisión va a mantenerse, lo que no tiene que implicar un aumento de la gravedad.
Más crítico se muestra Andoni Lorenzo, presidente del Foro Español de Pacientes, para quien el criterio general de edad más los aproximadamente 350.000 individuos inmunodeprimidos no es suficiente.
"Hay 16 millones de pacientes crónicos en España y, si bien no todos son susceptibles de gravedad, las patologías condicionan la vida y la rutina de estas personas y sus familias", afirma. "Si estás en una vivienda con una persona de riesgo es tremenda la incertidumbre cada vez que entras y sales de casa. Todos lo estamos viviendo, pero las medidas de seguridad prácticamente han desaparecido, a excepción de la mascarilla".
Lorenzo echa en falta la participación de los pacientes en la conformación de las distintas estrategias contra la Covid y de vacunación, y reconociendo con una "sanidad muy deteriorada es complejo y difícil hacer un seguimiento", cree que debería pormenorizar más la casuística. O, al menos, incluir más criterios que la edad.
A pesar de todo, reconoce que "hay un estancamiento de casos y está todo más tranquilo". Sin embargo, "el virus sigue estando ahí, las personas con enfermedades crónicas siguen estando ahí, y los riesgos también".