Las razones por las que se origina la esclerosis múltiple han sido un misterio durante décadas, pero, por suerte, en los últimos años están surgiendo nuevas investigaciones que empiezan a arrojar luz. Esta enfermedad, que en España padecen 55.000 personas, es neurodegenerativa y autoinmune, y todavía no se conoce una cura para ella, a pesar de ser una vieja conocida. Según los últimos estudios, sus causas pueden encontrarse en aspectos insospechados hasta ahora, como una infección o, incluso, un trauma infantil.
El pasado mes de enero, sin ir más lejos, se confirmó una sospecha sobre este virus: que el origen de alguno de estos casos puede encontrarse en una infección vírica. En concreto, los investigadores de la Harvard T. H. Chan School of Medicine apuntaron al virus Epstein-Barr, que es el causante de la mononucleosis —popularmente conocida como la enfermedad del beso—. Lo malo de este descubrimiento es que este virus está presente en el 90% de la población y que, una vez te contagias, se porta durante toda la vida.
Ahora bien, los científicos han celebrado esta nueva información porque se trata de una nueva vía para prevenir la enfermedad: si se desarrolla un vacuna contra la mononucleosis o un antiviral con potencial sobre el Epstein-Barr, la prevalencia de la esclerosis múltiple podría descender. Esta semana se ha publicado otra investigación en Journal of Neurology Neurosurgery & Psychiatry que apunta a que los traumas infantiles pueden aumentar el riesgo de desarrollar esta una esclerosis múltiple en el futuro.
Población del estudio
El estudio fue llevado a cabo por científicos noruegos del Haukeland University Hospital, la Universidad de Bergen y el Norwegian Institute of Public Health y su objetivo fue comprobar cuál era la relación entre ciertos factores estresantes en la infancia y la aparición en el futuro de la esclerosis múltiple. Para ello, investigaron a 78.000 mujeres de Noruega a las que realizaron un seguimiento entre los años 1999 y 2008. Finalmente, 300 de estas mujeres terminaron padeciendo una esclerosis múltiple.
Según el estudio, las mujeres tenían que rellenar un cuestionario en el que confesaban si habían padecido o no abusos antes de los 18 años: 14.477 respondieron afirmativamente y 63.520 aseguraron no haber padecido nunca este tipo de maltratos. En el grupo de mujeres con esclerosis múltiple, el 24% de ellas habían notificado abusos en su infancia —es decir, un total de 71 mujeres—; en el grupo de mujeres que no padecían la enfermedad, el 19% también habían notificado abusos en dicha época.
Es decir, en el grupo de pacientes de esclerosis múltiple había una proporción mayor de personas que habían padecido abusos en la infancia. Estos resultados sugieren que puede haber un mayor riesgo de padecer esclerosis múltiple tras haber experimentado abusos sexuales, físicos y emocionales durante la infancia, y el riesgo aumenta más cuando se expone a estas personas a más de un tipo de abuso. Este estudio es el primero que relaciona la esclerosis múltiple con el trauma infantil, pero cuenta con algunas limitaciones.
Mecanismos biológicos
Aunque el estudio tiene en cuenta varios factores de riesgo, reconocen la posibilidad de que existan variables de confusión que alteren el resultado. Algunas como la dieta durante la infancia, la nutrición y el tabaquismo de los padres podrían aumentar el riesgo, aunque es poco probable que expliquen los resultados. Tampoco quedó definido qué tipos de traumas padecieron los niños, ni se añadió información sobre el alcance del abuso, la edad a la que ocurrió o si recibieron apoyo después de sufrir estos episodios. Por eso, los autores del estudio esperan que esta causa se investigue más en el futuro.
Los traumas infantiles suelen asociarse a síntomas puramente psicológicos, pero los autores del estudio defienden que pueden derivar en condiciones físicas por mecanismos biológicos. En este sentido, el estrés extremo de un trauma puede provocar inflamación y otros procesos dentro del cuerpo: "el abuso infantil puede causar una desregulación del eje hipotalámico-pituitario-suprarrenal, provocar estrés oxidativo e inducir un estado proinflamatorio durante décadas en la edad adulta", escriben los autores del estudio.
"Se ha demostrado que el estrés psicológico altera la barrera hematoencefálica y provoca cambios epigenéticos que pueden aumentar el riesgo de trastornos neurodegenerativos, incluida la esclerosis múltiple". Los traumas de la infancia pueden tener un fuerte impacto en la salud mental de las personas adultas, tal y como se explica en este artículo de EL ESPAÑOL. De todas formas, con la ayuda profesional adecuada es posible superarlos y recuperar el bienestar físico y emocional.