La historia del medicamento más polémico de las últimas décadas parece haber acabado cuando apenas estaba dando sus primeros pasos. Tras dos décadas sin novedades terapéuticas, aducanumab prometía inaugurar una nueva era en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, pero las expectativas se han congelado tras la decisión de la compañía proveedora, Biogen, de renunciar a su infraestructura de comercialización y solo mantenerlo en aquellos pacientes que ya están en tratamiento.
El pasado 3 de mayo, la farmacéutica presentaba sus resultados del primer trimestre de 2022. Los 2,8 millones recaudados por Aduhelm, el nombre comercial de aducanumab, quedaban muy por debajo de lo que los expertos habían vaticinado, incluso tras reducir las primeras previsiones: la consultora EvaluatePharma pasó de pronosticar 790 millones de euros en ingresos para todo el año a 'solo' 211.
El movimiento de la compañía se ha precipitado tras la decisión de Medicare, el seguro público de salud de Estados Unidos, de no financiarlo este pasado abril. Aducanumab veía así su campo de acción restringido al mínimo: la Agencia Europea del Medicamento ya había tumbado la solicitud de aprobación en el continente, por lo que solo le quedaba el país norteamericano como gran mercado. Allí, las aseguradoras se habían negado a incluirlo en sus carteras –incluso cuando, a finales de 2021, redujo su precio a la mitad– y el anuncio de Medicare ha supuesto el aldabonazo final.
El terremoto en Biogen ha sido tal que ha provocado la salida de su equipo directivo, con el CEO Michel Vounatsos al frente. Solo se mantendrán recursos para gestionar los programas de acceso gratuito para pacientes que estén actualmente en tratamiento y para mantener algunos proyectos de investigación, incluyendo el ensayo en fase IV (post-autorización) del que dependía para obtener la aprobación definitiva.
Polémico desde el principio
La controversia empezó en noviembre de 2020. Un grupo de expertos de la agencia regulatoria de medicamentos de Estados Unidos, la FDA, desaconsejaba aprobar aducanumab para el tratamiento del alzhéimer al comprobar que el efecto conseguido por el fármaco no implicaba un beneficio para los pacientes.
El medicamento era la punta de lanza de una nueva generación de fármacos que se dirigían a las manifestaciones más obvias de la enfermedad: la acumulación en las neuronas de placas de proteínas conocidas como beta-amiloide, que se creía que son las causantes del deterioro cognitivo asociado al alzhéimer.
Aducanumab se mostraba eficaz destruyendo dichas placas, pero ello no suponía un retraso en el deterioro cognitivo de los pacientes, ni siquiera cuando estaban en fases tempranas. Muchos expertos creen que la acumulación de beta-amiloide no es la causa del alzhéimer sino una consecuencia visible, por lo que acabar con la proteína no varía el curso de la enfermedad.
La compañía, de hecho, había frenado los ensayos clínicos al no comprobar un beneficio. Al poco tiempo, sin embargo, solicitó la aprobación del fármaco basándose en una reinterpretación de los datos que, por cierto, no hizo pública. El 7 de junio de 2021, la FDA autorizaba el fármaco de forma condicional: Biogen tendría que aportar datos adicionales que demostraran su beneficio en un subgrupo de pacientes en las primeras fases de la enfermedad. Esto no gustó a tres de los asesores de la agencia, que presentaron su dimisión el 10 de junio.
La aprobación disparó la cotización en Bolsa de Biogen, pero sus efectos no duraron mucho. A medida que las aseguradoras negaban su utilización, las previsiones de la compañía se desplomaban. En todo 2021, Aduhelm recaudó 3 millones de dólares. Si tenemos en cuenta que el precio del fármaco era de 56.000 dólares por tratamiento, esto implica que poco más de medio centenar de personas fueron tratadas ese año.
El revés de la agencia europea a finales de año motivó la reducción a la mitad del precio inicial. A 28.000 dólares el tratamiento, los 2,8 millones ingresados en los tres primeros meses de 2021 dan cuenta de 100 pacientes más atendidos. Cifras pobres para una enfermedad que afecta, solo en Estados Unidos, a más de seis millones de personas (en España se calcula que son unas 700.000).
Fármacos verdaderamente eficaces
La decisión de Medicare ha supuesto la puntilla. "Creo que Biogen se ha dado cuenta del procedimiento irregular que se ha seguido en todo este proceso", comenta David Pérez, jefe del servicio de Neurología del Hospital 12 de Octubre de Madrid.
"Todo este camino ha generado una fuerte crisis de confianza y reputación sobre el laboratorio. Biogen no se ha visto como un laboratorio innovador y le ha generado claramente más daño que beneficio", valora.
El caso de Aduhelm va más allá y plantea una reflexión a la hora de aprobar nuevos tratamientos incluso en esas enfermedades que llevan años sin novedades. "Creo que tanto laboratorios como reguladores se han dado cuenta de que las decisiones estratégicas en aprobación de nuevos fármacos deben aportar una sólida evidencia científica. Además, no debemos encontrar solo beneficio, sino establecer el valor que genera a los pacientes la innovación terapéutica".
Pequeños avances en la valoración cognitiva del paciente pueden no aportar un beneficio visible en las actividades del día a día o en la carga de los cuidadores. No todo vale: "Se deben buscar fármacos que supongan una modificación significativa en el curso natural de la enfermedad", sostiene Pérez. "Que supongan una mayor cantidad de tiempo sin discapacidad, que reduzcan la carga sobre los cuidadores y que mantengan la independencia en las actividades de vida el máximo tiempo posible".
No todo está perdido. Aducanumab fue el primero de los nuevos potenciales tratamientos para el alzhéimer en ver la luz aprobatoria pero le siguen un puñado de fármacos cuyas perspectivas parecen más esperanzadoras.
La propia Biogen tiene otro medicamento, lecanemab, en investigación. Desarrollado conjuntamente con la compañía japonesa Eisai, presentará sus primeros resultados en fase III (la previa a la aprobación) este otoño y presentará la solicitud de autorización completa a inicios de 2023.
En esta carrera también participan otras farmacéuticas, como Eli Lilly, que tenía previsto presentar su solicitud para la aprobación de donanemab a principios de año, cuando la FDA designó el medicamento como 'terapia innovadora', una vía que permite una revisión y autorización acelerada. La decisión de Medicare de restringir la cobertura de los anticuerpos monoclonales para el alzhéimer, clase en que entran todos los fármacos anteriormente mencionados, ha retrasado la la decisión.
Para algo más adelante se espera gantenerumab, de Roche, que acaba de comenzar su ensayo en fase III, en el que participarán 1.250 personas con signos tempranos de deterioro cognitivo asociado a la patología. El estudio durará cuatro años: la farmacéutica suiza no tiene la prisa de las anteriores y no ha buscado vías para acelerar la aprobación de su producto.