¿Es posible que el cólera haya vuelto a España por primera vez en más de 40 años? Ésa era la noticia que este miércoles aparecía en todos los periódicos y que adelantaba el diario El País. Una menor de edad que bebió agua procedente de un pozo en una finca de Toledo se convertía en el primer caso autóctono en nuestro país desde 1979. Horas después, el Ministerio de Sanidad desmentía la información y afirmaba que, en realidad, se trataba de un caso de gastroenteritis.
Las catástrofes naturales, los conflictos y las malas condiciones de salubridad sumadas al hacinamiento de la población son precisamente los factores que provocan los grandes focos de cólera en el mundo. Está causada por la bacteria Vibrio Cholerae que se elimina en la depuración del agua, pero que puede reaparecer en pobres condiciones de higiene. La contaminación con aguas fecales, o al procesar alimentos sin las medidas de seguridad adecuadas, son los mecanismos por los que puede extenderse el cólera. Se considera epidémica en Asia, África y América Central, aunque está presente de forma endémica en el Mediterráneo.
[¿Cuándo fue la última epidemia de cólera en España?]
Los avances en la profilaxis del agua y la seguridad alimentaria han hecho del cólera en España una rareza. A los avances como la identificación del patógeno por el pionero de la microbiología, el doctor Robert Koch, y los avances en la epidemiología como la investigación del doctor John Snow que localizó el primer foco de un brote en una fuente del Soho en Londres, se sumaron en el siglo XX las vacunas contra la enfermedad. Actualmente España proporciona una vacuna de bacterias inactivadas únicamente a las personas que van a viajar a países de riesgo.
La última gran campaña de vacunación contra el cólera en España ocurrió en 1971 tras un brote en la ribera del río Jalón, obligando a inocular a 600.000 personas en la provincia de Zaragoza. El último caso se registró en 1979, con origen en Melilla y extendiéndose principalmente a Málaga y Sevilla con centenares de afectados. Las grandes campañas de vacunación infantil de la Organización Mundial de la Salud (OMS) se centran en estos momentos en los países en desarrollo. Los brotes suelen producirse en los meses más calurosos, y los niños son más vulnerables, ya que las personas expuestas tienden a desarrollar inmunidad con el tiempo.
El período de incubación para el cólera es de 1 a 3 días, y los síntomas comienzan como una diarrea repentina, indolora y acuosa, acompañada de vómitos pero no de náuseas. Esta diarrea puede presentarse en forma de un líquido blanco carente de materia fecal y con gránulos, que se denominan "heces en agua de arroz". La pérdida fulminante de líquido es el principal riesgo de mortalidad vinculado al cólera.
Al mismo tiempo, el paciente sufrirá sed intensa, oliguria -ausencia de producción de orina-, calambres musculares, debilidad y la pérdida de tersura de la piel, que se vuelve arrugada y macilenta. Aparece la cianosis, una coloración azulada. Otros de los síntomas son la hipovolemia -disminución del volumen sanguíneo-, hemoconcentración -aumento del espesor de la sangre-, y un aumento del ácido con pérdida de potasio.
Para evitar el colapso circulatorio, los pacientes deben ser tratados mediante rehidratación, con líquidos isotónicos que repongan los minerales perdidos. Asimismo, existen antibióticos para reducir la cantidad de bacterias y cortar la diarrea. Dos semanas después, la V. cholerae debería haber desaparecido por completo del tracto gastrointestinal del paciente, algo que certifican los análisis de heces.