"El sobrepeso y la obesidad han alcanzado proporciones epidémicas en Europa". Así de tajante se mostraba la Organización Mundial de la Salud en su último informe, publicado el pasado mes de mayo. Según los datos que maneja la OMS, casi el 60% de los adultos y el 33% de los niños de nuestro continente tienen exceso de peso u obesidad. En España, las cifras son también alarmantes: el 53% de los españoles tiene sobrepeso, y alrededor del 23% también padece obesidad. Las previsiones para el futuro pronostican un escenario aún peor.
En este contexto, combatir la bautizada como "la epidemia del siglo XXI" se ha convertido en una prioridad, tanto para los gobiernos de todo el mundo como para la comunidad científica internacional. Precisamente, el pasado martes, EL ESPAÑOL organizó el encuentro Soluciones para combatir la obesidad, en el que participaron Christopher Oyola, director médico de la Clínica Bruselas, Alberto García, médico de Cirugía General y Aparato Digestivo, la nutricionista Laura García y Ana Gutierrez, psicóloga especializada en Obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria, donde se analizó el problema desde diferentes puntos de vista y se alumbraron posibles soluciones y tratamientos.
Tal y como explicó Oyola, la obesidad es una enfermedad "multifactorial" que se relaciona con un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, diabetes, o cáncer y que "hay que atajar ya". De ahí que no existan medias tintas a la hora de hablar de alimentos que perjudican seriamente la salud o a la hora de abordar tratamientos que puedan evitar graves problemas de salud derivados de esta enfermedad.
[Casi dos de cada tres adultos tiene sobrepeso u obesidad en Europa: la alerta de la OMS]
"La obesidad altera la calidad de vida y disminuye la supervivencia de los pacientes", advirtió el doctor García. "A medida que va avanzando la edad, se alteran distintos sistemas del organismo. Primero, a nivel cardíaco con la enfermedad coronaria, con la hipertensión, pero por supuesto también aparecen problemas como la diabetes, nefropatías o, a nivel neurológico, distintos problemas tromboembólicos. Además, también está asociado al cáncer, por lo tanto, cuanto más prolonguemos la situación, peores serán las consecuencias".
Una enfermedad multifactorial
Pero, ¿cómo es posible que España, cuna de la dieta mediterránea, sufra una epidemia de estas dimensiones? ¿Cómo es posible que se alcancen esas tasas de sobrepeso en un momento en el que estamos más concienciados que nunca sobre la importancia de una buena alimentación? Las dinámicas de una sociedad que vive a un ritmo acelerado y la altísima disponibilidad de alimentos insanos a cualquier hora del día están en el origen del problema.
"La mala gestión de nuestro día a día es lo que hace al final que nos alimentos mal. Vamos corriendo a todos lados y cogemos lo primero que tenemos a mano, o no comemos durante todo el día y cuando llega la noche nos llevamos a la boca todo lo que tenemos por casa", aseguró la nutricionista Laura García. La falta de fuerza de voluntad emerge en muchos pacientes como la gran excusa a la hora de intentar perder peso, como si de una energía cósmica que emana de nosotros y que nos tiene que resolver la vida se tratase.
"La fuerza de voluntad es un concepto que hemos creado para definir una serie de variables que no sabemos bien cuáles son", advirtió por su parte la psicóloga Ana Gutiérrez. "Podemos pensar que una persona que consigue establecer ciertos hábitos tiene mucha fuerza de voluntad, pero en realidad lo que ocurre es que puede vivir en un ambiente facilitador, que no es lo mismo que alguien que se ve obligado a hacer una pauta alimentaria en 'soledad', por ejemplo", apuntilló la especialista.
Tal y como explicó Christopher Oyola, director médico de la Clínica Bruselas, a día de hoy, tampoco tiene mucho sentido pautar dietas muy restrictivas, ya que este tipo de regímenes acaban generando una mayor ansiedad en los pacientes. "No podemos vivir sin comernos un trozo de tarta alguna vez o darnos algún capricho. Hacer una dieta totalmente saludable los siete días de la semana es complicado y tampoco es recomendable".
De hecho, los especialistas cada vez se muestran más partidarios de evitar las dietas y trabajan con pautas alimentarias más laxas. "Para mí, el efecto rebote no existe, sino que lo que existe es una dieta mal pautada. Mantener una dieta muy restrictiva en el tiempo es imposible. De hecho, nosotros en consulta no utilizamos dietas, sino pautas que intentamos adaptar a los horarios y al día a día de los pacientes", subrayó la nutricionista García.
Nuevos tratamientos
¿Qué soluciones ofrecen la ciencia y la medicina a las personas para atajar graves problemas de sobrepeso y obesidad? Todos los especialistas se afanan en aclarar que los milagros no existen, y que el abordaje debe ser multidisciplinar. "Las personas que tienen un grado de obesidad alto son las que más peso van a perder a corto plazo", explicó el director médico de la Clínica Bruselas, que destacó también la importancia de los tratamientos personalizados y la ineficacia de las recetas universales.
"Uno de los grandes problemas que tenemos en el tratamiento de la obesidad es que no hay fármacos eficaces para atajarla", lamentó el doctor García. "Se han probado medicamentos que hacen que disminuya el apetito, que haya una disminución de la absorción de grasa, pero nada de eso ha funcionado", matizó.
En palabras de los expertos, el "verdadero boom" actual en el abordaje de esta patología es el balón intragástrico que han desarrollado compañías como Allurion, que ha pasado de ser quirúrgico a instalarse de forma ambulatoria, en cuestión de 10 minutos y sin ningún tipo de anestesia. "La clave es la inmediatez. Permite perder una importante cantidad de peso, entre un 15% y un 20%, en muy poco tiempo", aseguró Oyola.
Su colocación es extremadamente sencilla. El paciente, totalmente despierto, ingiere el dispositivo, que es del tamaño de una cápsula. Esta cápsula va conectada a un cable que queda por fuera de la boca y sirve para que se llene en el interior del estómago. "Una vez colocado, hacemos dos radiografías para comprobar que está todo correctamente y el paciente se va a casa sin ningún problema", explicó García. El balón permanecerá en el estómago durante un periodo de cuatro meses y tras ello, se eliminará automáticamente y de forma natural a través de las heces. "Otros tipos de balones requieren la hospitalización del paciente, la sedación y al menos unas horas para recuperarse de la anestesia", apuntilló.
Así, una vez instalado, su función principal es la saciedad precoz, que evita que el paciente ingiera grandes cantidades de comida y consigue la tan ansiada pérdida de peso. El dispositivo, que está especialmente indicado para personas que tienen un índice de masa corporal a partir de 27, también se utiliza con pacientes que quieren perder muchísimo peso y que necesitan una cirugía. "Los cirujanos nos remiten a estos pacientes para conseguir que bajen de peso. Hablamos de personas que tienen hasta índices de masa corporal de 40 y que no pueden ser operados en ese momento".
Eso sí, los especialistas también destacaron que es recomendable el apoyo de un nutricionista y un psicólogo para que el paciente consiga adquirir definitivamente unos buenos hábitos alimenticios. "Si lo que que queremos es que adquiera buenos hábitos, que el paciente coja confianza y alcance los objetivos de pérdida de peso que tiene, resulta esencial tanto el apoyo de distintas áreas. La sensación de saciedad irá disminuyendo poco a poco y la gente se acostumbrará a ingerir menores cantidades de comida". En opinión de los especialistas, los resultados avalan su eficacia tanto a corto como a largo plazo.