El sistema de monitorización de la mortalidad diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III ha sido un complemento indispensable desde la llegada de la pandemia a España para completar la información y dar cuenta de la verdadera magnitud de cada ola de la Covid. Hace un mes, este órgano de vigilancia ya detectaba que mayo cerraba con 2.930 muertes más de las esperadas. En junio, la sobremortalidad alcanza los 3.164 decesos, convirtiéndose en el segundo del año con mayor exceso de mortalidad después de enero.
Aquel mes supuso el punto álgido de la sexta ola, también conocida como 'ola ómicron' en referencia a la variante de mayor contagiosidad que rápidamente se convirtió en la dominante. En los primeros 31 días de 2022, se registraron 4.369 muertes de más. Hay que retrotraerse a agosto y septiembre de 2020, los prolegómenos de la segunda ola de la Covid en otoño de ese año, para encontrar un fenómeno similar. Meses después, en la terrible tercera ola que coincidió con el Año Nuevo de 2021, la sobremortalidad escalaría hasta los 10.500 fallecimientos de más.
Si el exceso de mortalidad por todas las causas es de 3.164 personas para junio, el MoMo introduce una variable significativa: 714 de estas muertes serían atribuibles al exceso de temperatura, es decir, la ola de calor de mediados de mes que batió récords históricos de los últimos 20 años. En mayo, el organismo explicaba a EL ESPAÑOL que la temperatura no había influido "de momento". Los fallecidos de más podrían "englobar mortalidad por Covid-19 y mortalidad indirecta debido a la pandemia, pero también cualquier otra causa no ligada a Covid".
Si restamos los decesos atribuidos a los golpes de calor, aquellos que podrían estar ligados directa o indirectamente a la pandemia quedarían en 2.450, una diferencia que sigue siendo significativa frente a la contabilidad 'oficial' del Ministerio de Sanidad, que ha sumado unos 1.400 fallecidos por Covid entre mayo y junio. Sin embargo, estas comparativas carecen de sentido en opinión de Daniel López-Acuña, exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS, y profesor asociado de la Escuela Andaluza de Salud Publica.
"La mortalidad atribuible a altas temperaturas de ningún modo explica el alto exceso de muertes", sostiene. "En 2020 hubo en España 64.000 muertes en exceso registradas por MoMo, atribuibles directa o indirectamente a la Covid. En 2021, hubo 24.000 defunciones excesivas. Es muy importante entender que este fenómeno no ha concluido". La sobremortalidad en los seis primeros meses de 2020 roza las 11.000 muertes de más, denuncia, con "una mortalidad muy pronunciada en mayo y junio".
Llega la 'ola de las subvariantes'
Un debate nunca superado en la pandemia es la de la contabilidad de sus víctimas: si procede registrar únicamente a los que fallecen "directamente por la Covid", o también a aquellos que la sufren con una comorbilidad que quede "desequilibrada", en palabras de López-Acuña, por la infección. "Diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares, cáncer, EPOC...". Incluso la mortalidad por temperaturas ha podido tener un componente Covid, sostiene el especialista.
"La ola de calor ha podido descompensar las enfermedades cardiovasculares y pulmonares en mayores, y si a eso le sumamos un Covid aunque sea ligero, el riesgo aumenta. Es un factor contribuyente". Por otro lado, apunta, el aumento de ocupación denunciado por la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES) a raíz del calor también contribuye a un "cierto grado de desatención de enfermos de otras causas" que redundará en la mortalidad.
Otro dato importante es que esta sobremortalidad está desligada del auge de las subvariantes BA.4 y BA.5 de ómicron, consideradas más contagiosas. Empezaron a imponerse sobre BA.2 hace dos semanas, y es pronto para comprobar su impacto sobre la mortalidad. "Se juntan varios factores", valora López-Acuña. "La vacunación de los grupos más vulnerables fue hace más de seis meses, no se ha seguido la recomendación europea de administrar la cuarta dosis a los mayores, y tenemos todavía 15 millones de personas en España que aún no se han puesto la tercera".
"Aunque hayamos querido gripalizar la pandemia, la variante BA.2 causó un número importante de hospitalizaciones y muertes, y los repuntes coinciden con la pérdida de inmunidad. Seguramente observaremos un incremento de la mortalidad en julio y agosto con las variantes BA.4 y BA.5. No es una alarma, pero sí una alerta sanitaria de cara al otoño. Deberíamos retomar medidas como el uso de la mascarilla en espacios cerrados mal ventilados", concluye.