El estrés es el mal del siglo XXI. Según la última Encuesta Europea de Salud en España, éste es uno de los principales problemas que afecta a la población. Concretamente, el 5,84% de los españoles mayores de 15 años ha sido diagnosticado con este trastorno mental, lo que deja a más de dos millones de personas en nuestro país con un problema que puede derivar en presión arterial alta, obesidad, diabetes, enfermedades cardíacas y ¿cáncer?
Un estudio reciente publicado en la revista Life Science Alliance relaciona el crecimiento metastásico de células de cáncer de ovario con un ARN no codificante (el PVT1) inducido por el estrés. "Diversos estudios realizados en modelos animales han sugerido que el estrés puede facilitar la progresión del cáncer", explica a EL ESPAÑOL Mónica Granja, secretaria científica de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y oncóloga en el Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Sin embargo, esa es una conclusión que hay que tomar con pinzas. Como matiza la experta, "los resultados obtenidos en estudios epidemiológicos son contradictorios y pueden existir otros factores asociados al estrés crónico que actúen como sesgos y que pueda predisponer a un mayor riesgo de cáncer". Es decir, cuando una persona está sometida a una situación de ansiedad, es mucho más probable que adquiera hábitos de vida poco saludables, como consumir alcohol, tabaquismo o una dieta inadecuada.
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Carlos Camps, jefe del servicio de Oncología Médica en el Hospital General Universitario de Valencia y director de programas científicos de la Fundación para la Excelencia y la Calidad Oncológica (ECO) también se muestra escéptico frente a la idea de que el estrés produzca cáncer. "No hay datos al respecto que avalen esa idea", detalla.
Desarrollo de metástasis
Una de las últimas investigaciones más completas es una revisión publicada en Nature que repasa toda la literatura científica sobre el tema. Su conclusión es clara: "Aunque la evidencia de que el estrés promueve el inicio del cáncer es inconsistente, puede facilitar la progresión mediante la modulación de la mayoría de las características del cáncer".
Esto es, que si bien el estrés no desarrolla cáncer, favorece su propagación. "En estudios in vitro se ha visto que las catecolaminas, una familia de hormonas típicas del estrés entre las que se encuentran la adrenalina y la noradrenalina, pueden promover la proliferación de células tumorales y su migración a otros tejidos y, por lo tanto, favorecer el desarrollo de metástasis", apunta Granja.
En el libro Mitos y Realidades en Oncología, editado por la SEOM, se dedica un capítulo especial al cáncer y al estrés. Al igual que detalla la oncóloga, se explica que las hormonas que produce el cuerpo cuando está estresado pueden unirse con las células cancerosas, lo que hace que se vuelvan más invasivas y ayuda a que se muevan de una parte del cuerpo a otra. "Esto hace más fácil que el tumor crezca y el cáncer se disemine", reza el texto.
Virus oncogénicos
En el estudio publicado por Nature se hace referencia expresa a las catecolaminas de las que hablaba Granja. Según señala la revisión, estas hormonas tienen además la capacidad de reactivar los principales virus humanos oncogénicos (virus que poseen la propiedad de poder transformar la célula que infectan en una célula tumoral).
Entre los que señala la investigación destacan tres. Por un lado, el virus de Epstein-Barr, que está presente hasta en un 40% de los linfomas de Hodgkin y en un 10% de los cánceres gástricos. También ha sido asociado con el cáncer de nariz y garganta, sarcoma de Kaposi y otros linfomas. Por otro lado, está el virus de la hepatitis B, un factor de riesgo para el cáncer de hígado, y el virus del papiloma humano, relacionado con el 80% de los cánceres de cuello de útero, además de cáncer de boca y recto.
"Con las catecolaminas y otros factores vemos que sí existe una comunicación entre el cáncer y el sistema nervioso", detalla Camps, pero aun así no cree que se pueda hablar del estrés como un factor determinante a la hora de sentenciar si puede influir en la aparición o propagación del cáncer. "Se puede encontrar con cierta frecuencia como elemento, pero no es algo como el fumar o el beber, de los que sí hay evidencia y son factores de riesgo importantes", valora.
Sistema inmune
Pere Gascón, ex director del departamento de Oncología Médica del Hospital Clinic de Barcelona, ha dedicado gran parte de su carrera a analizar el papel del microambiente en el proceso tumoral y metastásico y la inmunología. En un artículo escrito por él, sentencia: "Como inmunólogo tumoral he comprobado que el cáncer surge de un proceso inflamatorio crónico. La depresión y el estrés crónico, sin darnos cuenta, nos ponen en el riesgo de crear un ambiente proinflamatorio que nos puede conducir al cáncer".
La hipótesis sobre que el estrés afecta al sistema inmunológico y esto al cáncer también se aborda por el libro de la SEOM. Según relata, los estudios demuestran que el estrés interfiere en la forma en la que actúan ciertas células en el sistema inmunitario. En particular, "afecta a las células que encuentran y matan células cancerosas emergentes".
Así lo aclara Granja: "El estrés crónico puede provocar un debilitamiento del sistema inmunitario por el aumento mantenido de los niveles de corticoides, además de que se puede producir una situación proinflamatoria que puede favorecer el desarrollo de tumores".
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A lo largo de estas explicaciones ha aparecido una palabra que es clave para la cuestión, "crónico". Como confirma Camps, si hay un estrés que puede causar una influencia en el cáncer es aquel que se mantiene en el tiempo.
Estrés crónico
El estrés es una respuesta natural del organismo a momentos puntuales en los que entiende que debe ponerse en guardia y prepararse para una lucha. El problema es si esto se mantiene en el tiempo y se convierte en algo patológico. Ahí es cuando se habla de estrés crónico, el mismo que provoca todos los problemas de salud que hemos enumerado al principio de este reportaje.
Esta dolencia puede derivar de una situación sostenida en el tiempo que no se ha sabido afrontar o, en cambio, de un evento traumático repentino, como la pérdida de un ser querido o ser diagnosticado de cáncer. "Para lidiar con el cáncer, también se debe lidiar con el estrés. Y la forma en la que se maneja el estrés puede tener un impacto enorme en la manera en la que se afrontará un proceso oncológico", advierten en la SEOM.
Como consejos, la sociedad médica aconseja acudir a un profesional de la salud mental, entrenamientos en relajación, ejercicio físico y, sobre todo, dotarse de una red de apoyo fuerte. Tratar el estrés no asegura que mejore la supervivencia del cáncer, pero sí garantiza que el camino será mucho más fácil.