Mientras que un 80% del cáncer de pulmón está asociado inequívocamente al tabaco, hay una serie de factores que influyen en el desarrollo de uno de los tumores más temidos. La exposición a productos como el gas radón y el amianto es conocida desde hace tiempo y, en la última década, la OMS añadió la contaminación ambiental como carcinógeno de grupo 1, es decir, que con toda seguridad influye en la aparición del tumor. Sin embargo, está por determinar qué niveles de exposición y duración contribuyen a su desarrollo. Un estudio de investigadores canadienses ha dado un paso más para saberlo y advierten que es un factor de riesgo que debería tenerse en cuenta incluso en las personas no fumadoras.
El trabajo ha sido presentado en el Congreso Mundial de Cáncer de Pulmón que ha tenido lugar en Viena esta semana. Renelle Myers, profesora de Medicina en la Universidad de British Columbia y especialista en pulmón en el Hospital General de Vancouver, entrevistó a 236 mujeres diagnosticadas con cáncer de pulmón y no fumadoras.
Conociendo sus lugares de residencia, pudo determinar los niveles de exposición a partículas en suspensión de menos de 2,5 micras de tamaño, conocidas como PM2.5. Mientras que las PM10 llegan a las vías respiratorias superiores, como nariz y garganta, las PM2.5 son capaces de alcanzar los alveolos pulmonares y, por tanto, contribuir al desarrollo y aparición de los tumores.
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Vancouver tiene registros completos de niveles de contaminación desde 1996, lo que posibilitó a Myers comparar la exposición a contaminantes en los últimos tres años con la de los últimos 20 años. La conclusión, no por evidente, deja de ser relevante: el largo plazo correlacionaba mejor con los casos de cáncer.
No obstante, había otra conclusión alarmante: todas las mujeres del estudio tenían un nivel de exposición mayor a 5 microgramos por metro cúbico, el umbral que estableció el año pasado la OMS para determinar cuándo la contaminación comienza a ser un peligro para la salud. Con todo, solo un 2% de las pacientes nacidas en el extranjero tenía niveles superiores a 10 microgramos.
El detalle de que la mayoría de las mujeres encuestadas no había nacido en Canadá no es baladí: casi todas tenían orígenes asiáticos, lo que podía influir en su exposición a la contaminación antes de llegar a su país de acogida. China e India tienen los mayores niveles de contaminación del mundo y, si a eso le sumamos que la exposición a la polución durante la infancia puede ser más peligrosa, el bagaje con que llegaron a Canadá pudo ser, por sí solo, determinante.
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La influencia de la contaminación atmosférica en el cáncer está fuera de toda duda. Se estima que puede estar relacionada con el 36% de las muertes por cáncer de pulmón en el mundo, con alrededor de 265.000 muertes anuales atribuibles.
Las PM2.5 son las principales responsables. Pueden estar compuestas de una amalgama de moléculas como sulfatos, nitratos, carbono, compuestos orgánicos y metales, y son producidas tanto por fuentes naturales, como los incendios o las emisiones volcánicas, como humanas, tales como el transporte, la quema de biomasa o las actividades industriales y ganaderas.
El ejemplo del radón
Donde no hay tanta evidencia disponible es cuánto influyen en el riesgo de las enfermedades. En su informe anual 'Las cifras del cáncer en España', la Sociedad Española de Oncología Médica apunta que la incidencia en cáncer de pulmón atribuible a causas como la contaminación todavía tardará en evidenciarse.
A nivel europeo, se estima que por cada incremento de 5 microgramos por metro cúbico de las partículas PM2.5 y de 10 microgramos de las PM10, el riesgo de cáncer de pulmón aumenta un 18% y un 22%, respectivamente.
"Que la contaminación esté en el grupo 1 de la OMS es que no cabe duda de que provoca cáncer en humanos", explica Laura Mezquita, oncóloga del Hospital Clínic de Barcelona y coordinadora del grupo sobre cáncer, trabajo y medioambiente de SEOM. "Ya se ha demostrado que aumenta la frecuencia de adenocarcinomas, que es uno de los tumores que más está creciendo, y es una de las principales causas de cáncer de pulmón en no fumadores".
La cuestión es que hacen falta décadas para que se observe el efecto de las partículas en suspensión en un pulmón concreto y, por tanto, poder medir el impacto de la contaminación desde finales del siglo XX hasta ahora. Y tardará más en que esos resultados deriven en decisiones políticas. "El radón está considerado carcinógeno por la OMS desde 1988 y ahora es cuando va a salir un plan nacional contra él", recuerda.
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La influencia de la contaminación en el cáncer de pulmón acabará observándose en las diferentes tasas de incidencia en las distintas regiones. "No es lo mismo que vivas en un pueblo de Galicia que en el centro de Madrid o al lado de la M30", afirma. El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico dispone de un mapa que mide los niveles de polución en tiempo real, donde se pueden ver estas diferencias.
El conocimiento del impacto de la contaminación en la salud sirve directamente para concienciar a la población y a los políticos responsables de permitir altas tasas de tráfico en centros urbanos o fábricas cerca de casas, pero a nivel clínico la cuestión se complica.
"Si ni siquiera podemos hacer cribados de cáncer en los grandes fumadores, imagínate para las personas expuestas a la contaminación", apunta la oncóloga. Aunque hay estudios en marcha en distintos países europeos, el screening (realizar una prueba en población susceptible para detectar tumores en fases precoces, como las mamografías en cáncer de mama o los análisis de heces en cáncer colorrectal) no está en marcha en la mayoría de países: en Europa solo hay programas de cribado a gran escala en Polonia, Croacia, Italia y Rumanía.
El riesgo no desaparece
En España, la última actualización de la Estrategia en Cáncer del Sistema Nacional de Salud, que data de 2021, no incluyó el cribado de cáncer de pulmón. "Los autores del estudio canadiense apuntan que se debe tener en cuenta el factor contaminación para perfilar los pacientes de riesgo, pero no lo veo fácil", confiesa Luis Miguel Seijo, neumólogo de la Clínica Universidad de Navarra y coordinador del área de oncología torácica de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, Separ.
"Nosotros hemos participado en estudios de cohortes internacionales donde se ha llegado a demostrar que los no fumadores que tienen enfisemas pulmonares en el escáner tienen seis veces más riesgo de cáncer de pulmón", pero los decisores todavía no han apostado por la detección precoz a nivel poblacional.
Seijo traza un paralelismo entre el tabaquismo y la contaminación apuntando que el impacto de ambos depende de la dosis, pero recuerda que, una vez abandonado el hábito tabáquico, el riesgo no desaparece. "Hay sociedades científicas que opinan que se debería cribar a personas que hayan dejado de fumar incluso hace 15 años".
Por eso, el neumólogo no cree que, en un futuro, la contaminación sea el principal factor de riesgo para desarrollar un tumor. "El riesgo estimable es de dos a uno: las personas que tienen altos niveles de partículas finas tienen el doble de riesgo que aquellos que no; en el tabaquismo, se estima que es diez veces mayor".