El diagnóstico de una demencia suena como un mazazo tanto en el propio afectado como entre sus familiares. La relación con el futuro cambia con la percepción de un declive progresivo y la sensación de acabar convirtiéndose en una carga para los que le rodean. Ese impacto es mayor en personas relativamente jóvenes y en los primeros meses tras el diagnóstico, cuando el riesgo de suicidio aumenta 6,69 veces, según un nuevo estudio realizado en Inglaterra.
Los autores, liderados por Danah Alothman, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Nottingham, revisaron los registros electrónicos de la atención primaria y la especializada, así como de la Oficina Nacional de Estadística, entre 2001 y 2019.
De los casi 600.000 pacientes analizados detectaron 14.515 suicidios. De ellos, 95 habían sido diagnosticados con una demencia. También se compararon sus características con las de otros 4.845 pacientes con demencia y concluyeron que, si bien el riesgo de suicidio no es más alto entre estas personas que en la población general, sí que había tres características que lo disparaban: la edad, el tiempo desde el diagnóstico y las comorbilidades psiquiátricas.
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Cuando se le detectaba una demencia a personas menores de 65 años, el riesgo de suicidio aumentaba 2,82 veces respecto a la población general. Los autores excluyeron los diagnósticos por debajo de los 45 años ya que probablemente se trataba de trastornos neurometabólicos y eran infrecuentes.
El riesgo también se incrementaba notablemente dentro de los primeros tres meses desde el diagnóstico: 2,47 veces. Posteriormente bajaba pero se mantenía alto durante el primer año (un 34% mayor que la población general).
Combinados estos dos factores, el riesgo se dispara: las personas menores de 65 años recién diagnosticadas tenían un probabilidad 6,69 veces mayor. A lo largo del primer año, el riesgo seguía alto: 4,5 veces más que la población general. El último factor, la presencia de trastornos psiquiátricos, también influye, aunque menos que los anteriores: aumenta un 52% más.
Tipo de demencias y riesgo de suicidio
El 61,1% de los pacientes con demencia muertos por suicidio eran hombres. La mitad de ellos tenía menos de 79,5 años y fueron diagnosticados antes de los 76 años. En comparación con las cerca de 5.000 personas con demencia que han servido de control, eran hombres el 36,6% y la mediana de edad del diagnóstico (que deja al 50% tanto por encima como por debajo) era de 80,5 años.
"Los servicios de diagnóstico y manejo de la demencia, en centros de primaria y especializados, deben afrontar la evaluación del riesgo de suicidio para identificar los grupos de alto riesgo", concluyen los investigadores, que han publicado el estudio en la revista JAMA Neurology.
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Los autores han intentado determinar la influencia de otros factores en el riesgo de suicidio, pero los resultados no están claros, entre otras cosas, por el bajo número de suicidios. Así, mientras el sexo no parece influir, el uso de medicamentos indica cierta reducción del riesgo pero no significativa y ha sido imposible estimar si influye el tipo de atención social proporcionada a estos pacientes.
Tampoco han sido capaces de determinar si el tipo de demencia diagnosticada influye en este peligro. Un estudio de 2018 publicado en el American Journal of Geriatric Psychiatry ofrece algo más de luz a este respecto, identificando la demencia frontotemporal como aquella con más riesgo de trastornos de ánimo, ansiedad y abuso de sustancias, así como de ideación suicida. En cambio, la probabilidad en enfermedad de Alzheimer era la menor de todas.
Danah Alothman y sus compañeros ofrecen posibles explicaciones para el aumento de riesgo en menores de 65 años, como la relativa rareza del diagnósitco y la previsión de peores resultados en relación su esperanza de vida, esto es, que podrán vivir el tiempo suficiente para experimentar las peores formas de la demencia. Además, la carga percibida también influye, pues puede tratarse de una persona laboralmente activa y con responsabilidades familiares.
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Hasta ahora, los estudios sobre la relación entre la demencia -que afecta a 1,2 millones de personas en España- y el riesgo de suicidio habían dado pistas sobre la influencia de la edad y el tiempo desde el diagnóstico, pero todavía no se había establecido el riesgo conjunto de estos dos factores.
Desde el pasado mayo existe en España una línea de atención a la conducta suicida, tanto para personas que tengan pensamientos, ideaciones o conductas de riesgo como para sus familiares y allegados. Se trata del teléfono 024, que hasta agosto había atendido más de 34.000 llamadas e interceptado 585 suicidios, según los datos del Ministerio de Sanidad.
También existen otros recursos de atención y ayuda: el Teléfono de la Esperanza (717 003 717) y el Teléfono Contra el Suicidio (911 385 385). Asociaciones como Papageno y la Confederación Salud Mental España ofrecen en sus páginas web recursos y guías de ayuda para personas en riesgo y familiares.