Infiltrado en el disparate de la biorresonancia: la falsa terapia que promete curar con frecuencias
Nos colamos en el evento nacional de Healy, una marca de "medicina holística" que promete tratar desde dolores óseos hasta enfermedades crónicas con un dispositivo diminuto que cuesta hasta 2.000 euros.
4 octubre, 2022 02:54"Os recuerdo que es un evento privado, por lo que no publiquéis las imágenes que estéis tomando". Así es como Roberto Peña pone punto final a la primera parte del evento de terapia de frecuencias que ha organizado en el Hotel NH Madrid Eurobuilding este primer sábado de otoño. Este antiguo carpintero se ha convertido en la cara visible en España de Healy, un dispositivo portátil de "medicina holística" que utiliza frecuencias de microcorriente para tratar desde enfermedades crónicas y dolores óseos hasta trastornos del sueño y problemas de ansiedad.
Todo ello con tan solo un simple clic en el pequeño aparato con el que se envían las frecuencias que más necesites a una aplicación del móvil que promete restaurar el equilibrio en los tres cuerpos (cuerpo físico, mente y alma). Muchos de los asistentes llevan el dispositivo Healy sujeto a la ropa mientras esperan a que comience un evento 'privado' nunca visto en España.
En este encuentro, el físico alemán y creador de Healy, Marcus Schmieke, realizará su primera intervención 'pública' en nuestro país. También le acompañará su mano derecha, el practicante portugués Nuno Nina. Ambos han desarrollado un producto que se encuentra dentro del campo de la biorresonancia. Los estudios publicados hasta la fecha han demostrado que esta pseudociencia no produce ningún efecto curativo, más allá del efecto placebo.
En España, la biorresonancia también ha sido denunciada por la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (Apetp) ante colegios médicos de distintas autonomías. "Se trata de una pseudociencia y que realiza prácticas que no son deontológicamente correctas", comenta el científico Fernando Cervera en una conversación que mantengo días después con él. El evento de Healy no es una excepción, ya que cuenta con la participación de la doctora Lourdes Garitano, Rosa Gutiérrez y la veterinaria Sonia Tarrida. "Todos los médicos que participaron en la convención están violentando el código deontológico médico", sentencia Cervera.
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"Este tipo de eventos ocurren a diario. La pregunta obvia es por qué se permiten. Yo diría que es una mezca de dejadez, incompetencia y —quizás— falta de recursos. Pero lo que acaba ocurriendo es que nadie hace nada por evitarlo", añade.
A diferencia de lo que se pueda creer, un acto como éste no se celebra en una carpa a las afueras de la ciudad. Todo lo contrario. Es en pleno centro de Madrid y a pocos metros del Santiago Bernabéu. Espero el ascensor con un grupo de señoras, salimos y nos topamos con unas letras iluminadas —más propias de la casa de una influencer— en las que se lee "Healy". También hay un photocall en el que horas más tarde me pedirán hacer una foto.
Agua gratis y 500 euros
Me pongo en la cola. Miro hacia atrás y veo a unas 30 personas. Menudo fracaso. Si el salón tiene una capacidad máxima de 300 personas. Aunque unos diez minutos más tarde la fila se ha multiplicado por diez.
Entramos al recinto. Son las diez, pero allí no se ha subido todavía nadie al escenario. Hay una mujer, una señora de unos 60 años, que aprovecha el tiempo para explicarle a quien parece ser su amiga que ha inventado un truco infalible para que no se le caiga el aparatito de la ropa. "Es que la pinza de los primeros modelos era muy mala, ahora parece que vienen mejor", comenta.
Con una hora de retraso, el evento comienza con un "Manos arriba quien venga por primera vez". La directora de ventas en América, Adriana Álvarez, presenta a los ponentes que están sentados en los asientos reservados. Una vez Álvarez le pasa el micrófono a Roberto Peña, todos los que han sido presentados se van del salón.
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Roberto Peña parece nervioso, no para de agarrarse el final de la manga, un gesto que repite durante la próxima hora en la que entrevistará a personas que cuentan cómo Healy te 'cambia' la vida. Parece como si el evento estuviera guionizado, pese a que todo el que sube lo primero que dice es "no esperaba que me llamaras". También a todos les hace las mismas cinco preguntas acerca de este dispositivo, que cuesta desde los 500 hasta los 2.000 euros en su modelo más 'avanzado'.
"¿Cómo fue tu primera sesión?", repite Peña por tercera vez en el escenario. La que responde en esta ocasión es una antigua zapatera y actual miembro independiente de Healy: "Cuando lo tengo en la mano, busco en mi agenda alguien al que hacerle una sesión a distancia. Costó, pero consigo el sí del marido de una amiga. Me cuenta que le duele la espalda, que no puede levantar la rodilla y que cojea. Y antes de enviarle todos los resultados de la sesión me manda un mensaje preguntándome si era posible que lo notara ya. Me dijo que había pasado de estar sentado a correr por la casa y mover los brazos de arriba abajo".
Tras los testimonios, llega la presentación del fotógrafo y terapeuta Xavi Montojo, y, después, el descanso de la mañana. Decido entonces sentarme más al fondo para tener una vista panorámica. Se me acerca una señora y me pregunta si voy a beberme la botella. Le digo que no y se la doy. Luego entenderé el porqué de su petición. la doctora Rosa Gutiérrez durante su intervención explica que "si tienes Healy en tu vida, el agua es muy importante". El sonido de estas palabras se solapa con varias botellas de agua sirviéndose en la sala.
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La siguiente en subir es la veterinaria Sonia Tarrida, cuya ponencia se resume en "Healy también funciona en animales". Asegura que pasea tranquila por la playa porque sabe que en ese mismo momento está 'curando' a sus animales. Para muestra de ello enseña a caballos y distintas crías con el dispositivo sobre sus pieles.
Antes de que nos marchemos de la charla nos reparten un número para el sorteo que tendrá lugar por la tarde. Peña también anuncia la presencia del fundador de Healy, Marcus Schmieke, quien se encuentra fuera de la sala haciéndole una foto a una chica junto a Nuno Nina, la otra cabeza pensante de esta pseudociencia y quien más tarde aseguraría que Healy es el mejor invento desde la electricidad.
Tres veces "te quiero"
Vuelvo al evento. Entro en el salón y sigo sin creerme lo que veo: palos inflables en algunos asientos. Me acerco 'inocentemente' a un asiento y pregunto si está libre. "Sí, y si me ayudas, te lo agradecería".
Quien me ha respondido es el mismísimo Roberto Peña. Y ahí estoy, inflando unos globos por los que minutos más tarde señoras de unos 40 años (la edad media baja por la tarde, que es gratuita la entrada) se pelearían por conseguir. La función de aquellos no es otra que golpearlos cuando se produzca la entrada de Marcus Schmieke, que lo hace desde el fondo del salón y corriendo.
En su discurso pregunta cómo se pronuncia "Te quiero" en español. Lo chapurrea para que el público lo repita tres veces. "La frecuencia de decir 'te quiero' es matemáticamente coherente si la analizas", dice la intérprete, ya que no habla mucho más en castellano.
En las charlas, me fijo en la gente, la mujer que tengo a mi izquierda deja caer los brazos cruzados sobre la mesa y pone su cabeza sobre ellos. No será la única que bostece. Una hora antes se la verá más espabilada, pues contaba que ha captado a nuevos miembros.
- ¿Le has cogido el número?
- Sí, mi amiga lo tiene.
- Me guardo esa estrategia de ir en grupo.
Nuno Nina opta en su intervención por contar cuál ha sido su experiencia con la vacuna antipoliomielitis, que le pusieron de pequeño y la cual sería la última que le pusieran. "No estoy en contra de las vacunas", matiza. "¡Pues yo sí!", grita la mujer que tengo enfrente. "¡Yo también!", le siguen. "¡Y yo!". Nadie más se viene arriba.
La que comenzara esta 'revuelta antivacuna' le enseña después a su compañera de fila una pegatina en el dorso de su iPhone: "Es para las frecuencias", le dice. Pues resulta que esas 'frecuencias' están, según los ponentes, en el metro, en el 5-G y demás sitios en los que no se ve pero porque forman parte de un campo invisible.
Un final con sorteo
Peña presenta a uno de los últimos ponentes como "el rubio de oro de Healy". Es alemán, pero está igual de cansado que el público español, así que nos invita a ponernos de pie, estirar los brazos y hacer tres sentadillas. "Hala, más energía según dice. Pero, ¿el sorteo para cuándo?", pienso irónicamente. Así, tras el discurso de los distribuidores (un matrimonio austríaco que parecen los dobles de Ivanka y Donald Trump) y una mesa redonda, toca el momento más esperado por todos.
¡Diez libretas, botellas y USB de Healy y diez dispositivos Healy! De los 20 números que pronuncia Roberto, en uno de ellos la frecuencia de mi corazón se acelera, pues tengo el 3, pero el papel que ha salido es verde, y no amarillo. Lloros, aplausos y saltos de alegría por conseguir un dispositivo que 'cura' y por el que te llevas una comisión si captas a nuevos miembros. Antes de vaciar el salón, invitan a tomarse una foto de grupo en el escenario.
Me salgo antes de tiempo y veo a un hombre de estatura bajita que baila al son del hilo musical del hotel. Está de espaldas, pero reconozco en él al doctor Ludwig Jacob. Habló después de Marcus Schmieke acerca del castillo de Weißenstein en Pommersfelden (Alemania) donde se encuentra el 'laboratorio' de Healy y en el que entiendo que no tendrán espacio para un bar. Mientras enfilo la salida del hotel a eso de las ocho de la noche, se acerca a un camarero como si fuera un colega y le agarra por el hombro para pedir, entiendo, lo mismo que al mediodía. Tal vez conozco a más de uno que también practica 'esta' medicina holística los fines de semana pero no lo sabe.