Los pasados meses de mayo y junio las urgencias infantiles de los hospitales españoles vivieron un aumento inédito de la demanda: hasta un 40% más que en otros años por las mismas fechas, con o sin pandemia. En el madrileño Niño Jesús la carga fue incluso superior a la de cualquier mes de los últimos cuatro años. Los pediatras temen que este solo sea el principio: el otoño ha vuelto a tensionar las urgencias, lo ha hecho antes de lo esperado y no será flor de un día.
La voz de alarma la ha dado David Andina, de dicho hospital. En una carta a la revista especializada Emergencias Pediátricas daba cuenta de la situación excepcional de la pasada primavera y, ya en su cuenta de Twitter, ha avisado que "desgraciadamente volvemos a ver este otoño".
Esta situación es corroborada por Paula Vázquez, coordinadora de urgencias pediátricas en el Hospital Universitario Gregorio Marañón y presidenta de la Sociedad Española de Urgencias de Pediatría. "Estamos viendo el mismo número de urgencias que deberíamos ver dentro de un mes", cuando la epidemia de virus respiratorio sincitial, causante de la mayoría de bronquiolitis (infecciones respiratorias en menores de dos años) alcance su punto álgido.
Advierte: "No sabemos qué va a pasar de aquí a dos meses como siga este crecimiento". Apenas ha pasado un mes desde que guarderías y colegios abrieron sus puertas tras las vacaciones de verano y estos médicos lo están viviendo en sus propias carnes. Durante los meses estivales hubo cierta normalidad –aunque con una afluencia mayor que en las vacaciones pre-pandemia– "pero fue empezar el colegio y al cabo de dos semanas hubo un pico de asistencia muy importante en todo el territorio español".
El curso 2022-2023 es el primero en que se han abandonado en la práctica las medidas de contención intoducidas durante la pandemia: no más grupos burbuja ni mascarillas. Esto hacía temer un repunte de las infecciones respiratorias infantiles, pero se han superado todas las previsiones.
"Ayer hablé con el Sant Joan de Dèu y me dicen que ven 500 niños al día y que están abriendo consultas externas por la tarde –en periodos normales solo hay por la mañana– para desbloquear las urgencias", comenta la presidenta del SEUP.
Niños sin inmunidad
Hay un segundo factor relacionado con la pandemia: la ausencia de virus respiratorios más allá del SARS-CoV-2 durante un largo periodo de tiempo. Ahora, los nacidos en estos tres años y aquellos que lo hicieron algo antes de que la Covid se diseminara por el mundo están enfrentándose, al mismo tiempo, a virus que no habían conocido antes y para los que no han desarrollado inmunidad.
"No han tenido inmunidad porque no han tenido contacto con el virus respiratorio sincitial, los rinovirus, los de la diarrea, los virus exantemáticos… y ahora todos están aflorando", comenta Vázquez. "Si preguntas a los padres con niños en la guardería, están horrorizados: los niños están continuamente enfermos; antes también, pero tenían periodos asintomáticos".
Otra cuestión relacionada con la pandemia aflora en la conversación: el colapso de la atención primaria. El Foro de Atención Primaria, entidad que reúne las sociedades médicas de este nivel asistencial, calcula que hay un déficit de 1.300 pediatras en los centros de salud, y uno de cada cuatro en activo se jubilará en el próximo lustro.
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Un estudio de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria realizado el año pasado eleva esos cálculos: 1.665 plazas no ocupadas por espsecialistas en Pediatría y 792 que se deberían crear para desdoblar los cupos de pediatras que tienen a su cargo más de 1.251 niños, lo que hace un total de 2.457 plazas sin cubrir.
"Y los pediatras que están tienen sobrecarga asistencial y no dan abasto", explica Guillermo Martín Carballo, del Centro de Salud Fuentelarreina de Madrid y vicepresidente de atención primaria de la Asociación Española de Pediatría.
"Tú no puedes pasar una consulta en condiciones cuando tienes todo metido a calzador, cuando tu agenda, en lugar de tener los 20 pacientes al día, lo que debería ser una agenda de pediatría, hay veces que empiezas con 40 y acabas con 60 si le sumas los que van cayendo sin cita".
Esa sobrecarga genera un retraso en la atención que hace que los padres opten por acudir directamente a las urgencias hospitalarias en lugar de esperar a ser atendidos por el especialista de primaria.
La escasez de pediatras en atención primaria no es nueva y tampoco tiene visos de solucionarse, pues los médicos residentes de pediatría suelen optar por la rama hospitalaria, mejor pagada y con mejores condiciones laborales, apunta Martín.
Cambio en la cultura de los padres
La consecuencia de este cuello de botella es que las urgencias hospitalarias se llenan de problemas que, de otra manera, serían atendidos en una consulta programada. Los servicios de emergencias pediátricas están desbordados, sí pero con problemas leves, de baja prioridad, que incluso serían solucionados sin necesidad de acudir al médico, admiten los especialistas consultados por EL ESPAÑOL.
"La cantidad de cuadros graves es parecida a la de otros años", apunta Paula Vázquez, "la tasa de ingresos es incluso un poco más baja. Hay mucho cuadro respiratorio, de diarrea… La mayoría son cuadros banales que no tendrían que venir".
Hay excepciones como la del Niño Jesús, donde se están viendo más neumonías y cuadros graves (y se espera que es algo que llegue en las próximas semanas al resto de hospitales, conforme avancen las bronquiolitis), pero el colapso de las urgencias infantiles se está produciendo, principalmente, por casos que no revisten gravedad.
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Aquí influye un cambio cultural que pone la inmediatez por delante, coinciden Vázquez y Martín. "Esto cada año está yendo a más", admite la pediatra del Marañón. La cultura del "yo pago por la seguridad social y me tienen que atender ya", pero también la dificultad de llevar al niño al pediatra en horario laboral. "Es muy complicado cambiar la mentalidad de la población cuando se han acostumbrado a que le atiendan y se lo den todo resuelto: se enfadan si les dices que por una cosa así no deberían acudir a urgencias".
Martín Carballo tiene la misma sensación. "Estamos en la sociedad de la inmediatez, el 'lo quiero ahora'. Si el niño ha empezado con fiebre hace cinco minutos, se presentan en urgencias: si es un recién nacido o un lactante, lo entiendo, pero no mayores no".
Aunque durante la pandemia los padres fueron más responsables, no llevando a los hijos al médico si no era algo de gravedad, ahora la situación ha cambiado "y, además, se enfadan si les pones antibiótico aunque no esté recomendado".
Resume la situación de la siguiente manera: "En mi época, los padres esperaban, veían y luego valoraban. Ahora, lo primero que hacen es salir corriendo".
En la Sociedad Española de Urgencias Pediátricas elaboraron un semáforo para padres, explicándoles qué situaciones eran susceptibles de acudir a las urgencias y qué otras no era necesario. Pero Vázquez admite que es muy complicado "cambiar la mentalidad de la población cuando se han acostumbrado a que te atiendan".
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