Kiko Rivera ha sido ingresado de urgencia en el hospital Virgen del Rocío de Sevilla tras haber sufrido un ictus, tal y como ha podido confirmar EL ESPAÑOL. Con tan sólo 38 años, el cantante forma ya parte de una minoría de gente joven que ha sufrido un infarto o hemorragia cerebral, una dolencia que suele aparecer tradicionalmente a partir de los 50 años.
El término clínico ictus se utiliza para explicar dos tipos de episodios. El más común es el isquémico, que agrupa a un 80% de los casos y que supone la interrupción súbita del flujo sanguíneo a una parte del cerebro a raíz de una obstrucción. El resto, que representa aproximadamente el 20% de los casos, sufre una hemorragia cerebral (ictus hemorrágico), que implica la rotura de una arteria o vena de esta zona.
"Lo más importante que hay que recalcar con el ictus es que tiempo perdido es cerebro perdido", explica Susana Arias, vocal de la Sociedad Española de Neurología (SEN). "Nosotros tenemos oportunidades de tratamiento, pero sólo en determinadas horas", continúa. Aproximadamente, el periodo vital para realizar una intervención se sitúa entre las primeras cinco horas desde el inicio de la sintomatología.
La doctora detalla que no hay diferencias entre las características de un ictus según la edad, como tampoco interpreta que haya un aumento de casos en los últimos años debido a una causa específica.
Según estima un trabajo de investigación sobre accidentes cerebrovasculares en adultos jóvenes publicado en BMJ Journals, a nivel mundial, alrededor de 15 millones sufren un ictus cada año, de los que entre el 10% y el 15% ocurren en menores de 50 años.
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"Con la gente joven también tenemos que atender a los clásicos factores de riesgo, porque a veces pensamos que los menores de 50 años no tienen hipertensión, diabetes, obesidad o sedentarismo", indica Arias.
La SEN, en su Guía para el diagnóstico y tratamiento del ictus, recoge cuáles son aquellos que tienen una relación estrecha y están bien documentados y confirmados. Entre ellos, se sitúan los que menciona la doctora, más otros como sufrir de cardiopatías, hipercolesterolemia o haber tenido un infarto de miocardio reciente.
"En el caso de los jóvenes, también hay que añadir el uso de tabaco, alcohol y otras drogas ilícitas, como la cocaína, que puede producir un daño directo en los vasos cerebrales, además de afectar directamente al corazón", añade la neuróloga.
El propio Kiko Rivera cumple con buena parte de estos factores de riesgo. De hecho, el cantante llegó a reconocer hace algún tiempo sus problemas con la cocaína. "Yo he sido drogadicto. Empecé a consumir con 17 o 18 años y he tenido épocas que he llegado a consumir hasta cuatro y cinco gramos de cocaína al día. A día de hoy estoy bien aunque tengo el demonio en el hombro", dijo en una entrevista emitida en Telecinco.
La SEN afirma que el 90% de los casos de ictus se podría evitar con una adecuada prevención de los factores de riesgo y un estilo saludable. Este es un dato relevante, pues las consecuencias de sufrir estos episodios pueden llegar a ser fatales. La propia institución señala que hasta el 50% de los casos queda con secuelas discapacitantes o fallece.
Secuelas y daños
Si bien, Arias matiza que en los últimos años se han producido grandes avances en el campo de las enfermedades cerebrovasculares y, cada vez, se consigue más independencia en los pacientes. Eso no quita, como compila la SEN, que no queden secuelas, las cuales, según enumera la doctora, pueden ser, desde físicas, como afectaciones en un lado del cuerpo o alteraciones del lenguaje; hasta cognitivas, sin dejar de lado el daño psicológico que le puede quedar al paciente.
Una atención temprana es vital para este aspecto. Por eso, ante los primeros síntomas, es fundamental que la persona busque atención médica, como recalca Susana Arias: "Es muy importante remarcar la importancia del conocimiento precoz de los síntomas por parte de la población general, porque uno de cada seis sujetos padecerá un ictus a lo largo de su vida y podemos presenciarlo en cualquier escenario. En ese caso, no meter al sujeto en la cama y acudir rápidamente a un centro sanitario".
Los principales síntomas son la alteración brusca del lenguaje, desviación de la comisura bucal, pérdida repentina de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo, pérdida de visión por un ojo, falta de coordinación o equilibrio y/o sufrir un dolor de cabeza muy intenso. Para confirmar el diagnóstico, los especialistas realizan un TAC craneal que indique si se trata de un ictus isquémico o uno hemorrágico y ver qué tipo de tratamiento se le aplicará.