La gran mentira de los adolescentes y el alcohol: así ha caído el número de bebedores en 25 años
Si bien hay un alto porcentaje de consumo de esta sustancia entre los jóvenes, la cifra consolida una tendencia a la baja.
7 noviembre, 2022 01:48Más de dos décadas se lleva intentando sacar una ley que prevenga el consumo de alcohol en menores. En 2016, parecía que avanzaría con Dolors Montserrat, pero no ha sido hasta ahora, con Carolina Darias, cuando ha dado el empujón necesario, ya que hace unos meses el Ministerio de Sanidad iniciaba los trámites de consulta pública previos a la elaboración del texto, como prometía en su Plan Anual Normativo para 2022.
El documento presentado por Sanidad destacaba la necesidad de proteger a los menores de las consecuencias negativas del alcohol, pues su uso problemático en la adolescencia es un tema preocupante. Si bien, es cierto que hay una nota positiva en el tema y que desestigmatiza lo que muchos creen sobre este grupo de edad: su consumo presenta una tendencia a la baja en los últimos años.
Así se desprende de los datos de la última encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España (ESTUDES). Según el informe que elabora el Ministerio de Sanidad, la ingesta de alcohol en jóvenes entre 14 a 18 años ha bajado cuatro puntos en 2021, alcanzando al 73,9% de esta población.
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Tampoco son los adolescentes el grupo que más alcohol consume. En base a lo que refleja el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud, el rango de edad con mayor abuso de esta sustancia se sitúa entre los 25 y los 34 años, representando a un 64,7% del total de la población consumidora.
"Hay varios factores que yo creo que han hecho efecto en estos datos, por ejemplo, la pandemia. Con la Covid, al cortarse las relaciones y cerrarse los sitios de consumo, la toma de alcohol entre adolescentes disminuyó", aclara Elisa Rodríguez, psicóloga especializada en adicciones y terapeuta del área juvenil de Proyecto Hombre Madrid.
Es cierto que el dato coincide con la primera medición que se ha hecho tras la pandemia, pero también lo es el hecho de que la cifra no hace más que afianzar una tendencia a la baja, la cual se ha ido fraguando desde 1994 —con picos de subida en 2004, 2008 y 2012— y que se terminó por consolidar en 2014. Así, si se compara el porcentaje actual con el de hace 25 años, encontramos una bajada de más de diez puntos.
"También es verdad que el patrón ha cambiado mucho desde 1994", prosigue Rodríguez, la cual detalla que, ahora, el problema no es tanto el que se beba con frecuencia, sino la forma en la que se bebe. Así, la terapeuta habla de un fenómeno conocido como Binge drinking, un término importado de Estados Unidos que viene a definir un consumo desmedido de alcohol en un periodo muy corto de tiempo. Concretamente, se considera que existe un atracón de alcohol cuando hay una toma mayor a seis copas en hombres y cuatro copas en mujeres en menos de tres horas.
Alcohol para la diversión
De hecho, un 13% de los encuestados en el ESTUDES afirma que uno de los motivos para beber alcohol es el mero hecho de emborracharse, algo que coincide con la motivación del Binge drinking. No obstante, la razón principal referida es divertirse (70%), seguida de que les gusta la sensación que les deja (40%), que les ayuda cuando están deprimidos (28,6%), para desinhibirse (18,6%) y para encajar en un grupo o no sentirse excluido (7,4%).
El dato del Binge drinking comenzó a medirse en el ESTUDES de 2008. En ese año, un 41,4% de los encuestados declararon haber consumido alcohol de esta manera. Casi 15 años después, este porcentaje se ha reducido casi a la mitad, a un 27,9%, lo que demuestra que, en cierta manera, las campañas de concienciación y el trabajo de profesionales sobre los riesgos del alcohol van calando entre los adolescentes.
"En datos generales, es cierto que se puede ver una bajada y para nosotros es una alegría", afirma Rodríguez, aunque, por su trabajo en el día a día, no puede pintar todo tan de color de rosa: "A nivel de tratamiento, el alcohol es la segunda sustancia por la que la gente más nos pide ayuda y en Proyecto Hombre sigue siendo una de las principales problemáticas de la juventud".
Que el consumo de alcohol baje, no implica necesariamente que lo hagan también los problemas asociados a esta sustancia, como las intoxicaciones etílicas, cuyo porcentaje se coloca en un 40%, o los problemas de adicción a esta sustancia, la cual es responsable de un gran número de tratamientos de desintoxicación. Para que el lector se haga una idea, según Sanidad, en 2020, se notificaron 20.017 admisiones, más que por cocaína (17.490) y cannabis (10.587).
Del riesgo a la patología
La toma no saludable de alcohol comprende problemas que van desde el consumo de riesgo hasta el trastorno por consumo de alcohol. Como define una guía publicada en JAMA sobre este problema, el consumo de riesgo de alcohol hace referencia a un uso que puede ser nocivo para la salud y tiene el peligro de convertirse en una enfermedad.
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Algunos de los criterios para considerarse patología son: beber en grandes cantidades o durante más tiempo que lo previsto, querer reducir el consumo, pero no poder hacerlo; dedicar mucho tiempo a conseguir alcohol, a beber o a recuperarse de la bebida; experimentar una fuerte necesidad o impulso irresistible de beber, incapacidad de cumplir compromisos en la escuela, el trabajo o el hogar debido al consumo de alcohol, seguir bebiendo aunque empeoren problemas físicos o psicológicos, necesidad de aumentar la cantidad de alcohol para obtener el mismo efecto y/o experimenta síntomas de abstinencia al no beber.
No existen cifras que midan el número de adolescentes con problemas de alcoholismo. Lo único que hay son los datos que expone el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud y que concluye que el 1,3% de la población de 15 años o más realiza un consumo de riesgo. Es decir, más de 613.000 personas en España tendrían un problema con el alcohol.
Este es un drama que, como advierte Rodríguez, además, tiene graves consecuencias en los adolescentes, ya que a esas edades su cerebro todavía está en desarrollo, por lo que podrían verse afectadas funciones como las capacidades cognitivas. Asimismo, la terapeuta advierte de un riesgo adicional: "El alcohol es un factor de riesgo para otras sustancias, porque desinhibe, te relaja y se pierde el control. Desde ahí puede acceder a otra sustancia y este es un círculo muy peligroso".