Ya no hay ninguna duda de que el estilo de vida influye en nuestra memoria; y en el caso de los adultos, más todavía. Sin embargo, tener una buena alimentación, dormir ocho horas diarias y hacer ejercicio no es suficiente para reducir el riesgo de demencia en edad avanzada. Aunque parezca una broma, la pieza que falta en esta ecuación se encuentra en los quioscos. Así es, un grupo de investigadores de la Universidad de Columbia y la de Duke ha demostrado que no todos los juegos tienen la misma repercusión en nuestra capacidad para recordar.
El estudio, que se ha publicado en la revista científica NEJM Evidence, realizaba una comparativa entre la nueva y la vieja escuela del entretenimiento: videojuegos frente a crucigramas —aunque estos últimos se realizaron en una versión web, no en papel—. Los 107 participantes, con una edad media de 71 años, tenían un deterioro cognitivo leve; es decir, un estadio intermedio entre el deterioro cognitivo esperado debido al envejecimiento normal y el deterioro más grave de la demencia, según explica la clínica Mayo.
A la mitad de ellos se les sometió a un entrenamiento intensivo de crucigramas durante tres meses, con sesiones de refuerzo que, en algunos casos, llegaron hasta las 78 semanas. La otra parte de los individuos jugó a videojuegos cognitivos durante el mismo período de tiempo. Ambas intervenciones se realizaron a través de una plataforma que recogía los resultados semanalmente.
[Este es el sencillo ejercicio que evita que perdamos la memoria con la edad según los investigadores]
Y es que otros estudios sí que habían demostado los beneficios de los sudokus para prevenir el envejecimiento cerebral. Sin embargo, como reconoce el autor principal de este trabajo, el profesor de Psiquiatría de la Universidad de Columbia Davangere P. Devanand, se trata de la primera investigación que analiza los beneficios a corto y largo plazo de los crucigramas en comparación con otro ejercicio, que en esta ocasión fueron videojuegos cognitivos.
Cuáles fueron los resultados
La 'partida' entre crucigramas y videojuegos no estuvo reñida en ningún momento. Así, la única derrota de los pasatiempos se produjo en la contracción del cerebro a las 78 semanas. Aunque a excepción de esta variable, los crucigramas siempre fueron superiores a los videojuegos.
La respuesta cognitiva de estos últimos era inferior en la fase más avanzada del deterioro cognitivo leve, aunque en la etapa inicial el resultado de ambos era similar. Por su parte, los crucigramas obtuvieron mejores datos en la conocida como "ADAS-Cog", una de las pruebas más utilizadas para medir el grado de deterioro cognitivo. De hecho, la puntuación en este test de los participantes que habían sido entrenados mediante los videojuegos cognitivos empeoró significativamente en la semana 78.
"Los efectos son clínicamente significativos", según reconoce el propio Devanand. Los beneficios de los crucigramas no solo se observaron en la cognición, sino que también se produjeron mejoras en las actividades cotidianas de los participantes. El otro investigador que participó en el trabajo, el profesor de Psiquiatría y Neurología de la Universidad de Duke Murali Doraiswamy, destacó que el entrenamiento cerebral mediante ejercicios digitales podría servir para retrasar la aparición del alzhéimer.
Este estudio no es el primero en el que los crucigramas vencen la 'partida'. Un ensayo publicado en la revista Innovation in Aging de la Universidad de Oxford hace dos años ponía a prueba a este pasatiempo frente a un entrenamiento de agudeza visual. Los participantes, que se encontraban en residencias, tenían un peor deterioro cognitivo en comparación con aquellos que habían hecho un 'simple' crucigrama. De esta forma, se ponía de relieve la mejora cognitiva en personas con deterioro tanto físico como cognitivo.
Aunque se trate del primer estudio acerca de los crucigramas en este sentido, sí que ha habido otras revisiones sistémicas en las que se concluía que actividades como leer libros, jugar a las damas y hacer puzles redujeron el riesgo general de demencia incidente en un 46% durante un período medio de siete años.